domingo, 9 de noviembre de 2014

VIVES

Si visitas el claustro de la Universidad vieja, en La Nau, allí está la estatua de Juan Luís Vives, un humanista del siglo XVI al que nuestra universidad rinde homenaje en figura de bronce. Si vas al Centro del Cármen, un museo que hemos recorrido hoy, cuya visita es el origen de esta crónica, encontrarás varias cosas. Una interesante exposición del escultor Quico Torres, una prescindible muestra de vestidos vinculados a un par de retratos de Sorolla, y otra vez a Juan Luís Vives, el humanista, esta vez emparejado con Tomás Moro, en una exposición que destaca la relación entre España e Inglaterra en la época de Moro y Vives.

Antes de pasar a describir con algún detalle las exposiciones visitadas, me siento obligado a comentar algo que los distintos homenajes a Vives que se hacen aquí, sean broncíneos o literarios, se cuidan de ocultar.
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El Humanista Vives no se formó aquí, ni vivió aquí, salvo los primeros años de su vida, por la terrible razón de que sus padres, de condición judaíca, fueron ejecutados por los antecesores de los que ahora le dedican homenajes, lo que le condenó a vivir en la diáspora, por lo que toda su labor intelectual, humanista, tuvo que ser realizada lo mas lejos posible de la intolerancia que acabó con sus progenitores.

Rara vez, cuando algún intelectual, historiador o prócer universitario ensalza la figura de Vives, se atreve a mencionar estos hechos históricos. Bueno, pues ya lo saben. 

A continuación, paso a la crónica de la visita al Museo. 

La exposición de Torres es un recorrido por su evolución vital alrededor de la experiencia con diversos materiales. La madera, el hierro y el hormigón, la piedra, hasta llegar a la etapa actual en la que, utilizando un material cerámico cuya propiedad industrial está en exclusiva en manos de Porcelanosa, llamado Krión, obtiene unas formas ligeras y arborescentes, asombrosamente únicas en el mundo de la escultura, que es una delicia contemplar. 

Lo de los vestidos y el par de retratos de Sorolla es algo tan cutre, que se ve enseguida que responde a las miserias presupuestarias por las que atraviesa la cultura en esta Comunidad que en otros tiempos fue puntera en el mundo de la actividad museística.

La exposición de Vives y Moro exhibe retratos de ambos personajes, y otras representaciones gráficas de monarcas ingleses y españoles de la época, así como un esquema de las uniones entre ambas realezas. Leo el folleto y compruebo que se han guardado muy mucho de mencionar las reivindicaciones de Moro y Vives, que figuran en los murales de la exposición, preocupados, ya en aquella época, por la formación de los jóvenes y porque las personas dependientes pudieran trabajar. O sea que si Moro y Vives, Vives y Moro, nos visitaran ahora y vieran el estado en el que están las becas para los jóvenes y la atención a los dependientes, se volverían a sus sepulturas con la sensación de que el mundo no cambia. 

Los contenidos expositivos del museo, ahora, salvando lo de Torres, se pueden calificar de algo cutres, o muy cutres. Afortunadamente, la belleza del edificio, un antiguo convento del siglo XIII, justifica la visita. En uno de sus dos hermosos claustros, un grupo numeroso de aprendices de pintor se entrenan con la figura humana con la presencia de modelos que permiten que ensayen del natural. 

Terminada la visita al museo, nos hemos sentado, mi mujer y yo, en un banco de la placita ajardinada que está en la vecindad. En ese momento, dos jóvenes, un chico y una chica, sentados en sendas sillas, de espaldas el uno al otro, se han dejado fotografiar de esa guisa. Digo yo si sería una performance, para representar la incomunicación. Vaya usted a saber.

Al tomar el bus para volver a casa, el edificio de la fundación de Bancaja estaba tomado por otros jóvenes que lo decoraban con cintas de colores. La sensación que he tenido es que el arte, ahora, está mas fuera de los museos, que dentro. 

En fin. Vives. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 9 11 14.

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