jueves, 3 de septiembre de 2015

DECADENTISMO

He bajzdo al Maravillas, que no frecuentaba desde hace más de un mes, y no había periódioo. He metido cinco euros en la máquina de tabaco, se los ha tragado, sin dar nada a cambio. Después de probar con otras marcas, con las monedas de Tony, al final se ha restablecido el equilibrio financiero de la operación, mis monedas se han quedado en la máquina y yo me he quedado con mi tabaco.

Al volver a casa he abierto el correo y había varios mensajes, de amigos y enemigos. Todos coinciden en apreciar el tono catastrofista, decadentista, de la página de ayer.

Vamos a ver, el decadentismo es una tradición española muy arraigada. Cuando se perdió el dominio de Cuba y Filipinas, una oleada social, moral, intelectual, que se prolongó durante décadas, sacudió el país y se hizo visible en periódicos, discursos y libros, nada tiene de particular que ahora, aunque ya no tenemos dominios coloniales, aflore, de vez en cuando, esa pulsión.

Claro, la situación no es la misma, por eso yo me he referido al Imperio Neoliberal Europeo, del que formamos parte.

Esa expresión requiere de algunas precisiones. Se llaman a si mismos neoliberales, deberían llamarse neo conservadores, o mejor, viejos conservadores, porque nos están llevando a una situación socio laboral mas propia de los inicios del capitalismo, cuando no había sindicatos ni políticas de atención social dignas de tal nombre.

En alguna medida, mi percepción de que el neoconservadurismo entra en crisis en Europa, se basa en ese recorrido secular de trayectoria circular que lo devuelve a sus orígenes mas salvajes.

Con una mirada no social, sino económico financiera, lo que se ve es que nuestros viejos conservadores han chupado tanto de las ubres en los quince años anteriores al estallido de la crisis, con una codicia tan desaforada, que han conseguido lo que buscaban, incrementar sus fortunas personales en cuantías hasta ahora no habituales, pero han dejado el sistema tan seco, tan estéril, que no parece que vuelvan a obtener beneficios como antes en una buena temporada, una situación que no es fácil calificar sin un punto de decadencia.

¿Cómo percibimos las gentes de a pié esa situación?, lo hacemos a través de quienes intermedian entre el capital, y la ciudadanía, los políticos, esencialmente los políticos neoconservadores que gobiernan en Europa.

¿Que mensajes hemos recibido de estos políticos, que insisto en calificar de decadentes, en particular en los países del Sur de Europa?. Nos han tratado como un problema contable, una cuestión de déficits, solvencia, nivel de prestaciones sociales, esas cosas, con lo que la desafección de la ciudadanía a la política, no a cualquier política, sino a la política neoconservdora, comienza a manifestarse en las urnas, sobre todo aquí, pero no solo aquí.

Una situación como la descrita en la página La Caida del Imperio, en particular la crisis humanitaria y la inestabilidad financiera procedente de China, requeriría políticos de altura, como los que gestionaron la posguerra mundial y sentaron las bases de la unidad europea. ¿Los tenemos?.

Cada cual puede verlo como quiera, desde mi opinión, un gallego relativista como Rajoy, que no sabes si sube o baja la escalera, o permanece en la hamaca, de la que solo sale para decir lo que le aconsejan sus asesores de comunicación, o la señora Merkel, que me parece muy adecuada para dirigir un instituto, incluso una universidad, pero dirigir Alemania y media Europa más, me parece que le queda grande, son solo una muestra de lo que hay, si añadimos los burócratas de Estrasburgo, que por cierto he visitado estos días, ya tenemos el cuadro completo, porqué no decirlo, un cuadro decadente.

En fin. Decadentismo.

 LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 3 09 15.

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