Estoy en la pedanía de El Saler, por razones familiares. Doy un vistazo a Levante mientras tomo una tónica junto a una mesa de Ca' Pepe, a resguardo del solazo que hace ya a primera hora de la mañana. El meteorólogo que escribe hoy en la penúltima hace una predicción
sobre el régimen de lluvias esperado en Septiembre.
Puede llover, o puede no llover, dice, como decía Víctor, el pastor de Estenas, cuando le preguntábamos por el estado del tiempo. Concluye el metereólogo con un deseo, que llueva a gusto de todos, algo radicalmente imposible, porque la incertidumbre es la condición que acompaña todo lo humano, ya que solo conocemos una certeza, ya saben cual es.
Esto, en cuanto a la incertidumbre meteorológica, en cuanto a la incertidumbre financiera, hace unos días, el rostro impenetrable de la milenaria China asomó tras los Urales. Su expresión impasible cambió por un momento, dió paso a un gesto cotidiano, un poco raro, como si expulsara alguna flatulencia, y las bolsas de Occidente se dieron un gran batacazo.
Unos cuantos entre los más ricos y famosos, al parecer, sufrieron algún percance. Guillermo Puertas (Bill Gates), y Amancio Ortega, el zar de Zara, entre otros, han visto disminuir su patrimonio como consecuencia de esa sismología bursátil, un quebranto que expresado en porcentaje
parece poca cosa, pero en millones de euros daría para múltiples vidas de poblaciones enteras, aunque hay que suponer que ese quebranto es temporal y desaparecerá cuando vuelvan las alzas.
Lo extraordinario de este asunto, al menos a mi me lo parece, es que este episodio bursátil ha derivado en detenciones ordenadas por el gobierno chino, con imputaciones por manipulaciones financieras ilegales, mientras que aquí, el señor Rajoy lleva cuatro años metiendo la mano
en la caja de las pensiones, y no pasa nada.
No quisiera ser malinterpretado, no prefiero el modo de vida oriental al nuestro. Prefiero que me roben los de aquí, gentes conocidas, mas o menos entrañables, pero de nuestro entorno, digamos, doméstico, gentes a las que te has acostumbrado a ver en televisión, a la puerta de los juzgados, y sientes por ellas, no sé, algo así como la complicidad de lo propio, en lugar de ver a desconocidos desfilar por la pantalla por delitos que te son ajenos, y con los que no tienes ningún vínculo electoral.
Prefiero lo doméstico. Tanto es así que acabo de volver de Amsterdam y enseguida me he sentido en casa, sobre todo cuando, nada más llegar,
me han robado la cartera en Atocha.
Por cierto, va a llover. Lo noto por como huele el aire. No se si van a caer, 2, 200, o ningún litro. No soy meteorólogo, para el caso, como si lo fuera.
Todo es incertidumbre en nuestras vidas, ¿no?. Ya que no podemos vivir sin la incertidumbre, aprendamos a vivir con ella.
En fin. Septiembre.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 1 09 15.
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