Anoche, cuando intentábamos dormir, una ensalada de tiros que se escuchó a través de la ventana, nos lo impidió. Nuestra ventana dá a uno de esos CIES, centros de internamiento para extranjeros que algunas organizaciones muy activas llevan desde hace tiempo pidiendo que se cierren, sobre todo porque parece una flagrante ilegalidad encarcelar a gentes porque no tienen papeles.
Siguiendo esa lógica, deberían detener y encarcelar a todos los menores de edad que aún no tienen DNI.
Esta mañana, mientras desayunaba por segunda vez, después de tomar café y sacar tabaco en La Fuente, la SER ha dado una breve información sobre el conflicto que se desencadenó anoche en el patio que da a nuestras habitaciones.
Los tiros que creímos oír fueron, efectivamente,
tiros, entre medio centenar y sesenta personas de las que permanecen recluídas en el centro, se amotinaron y trataron de llegar a la calle,
digo yo que estimulados por la buena acogida que dan otros países de Europa a fugitivos de Siria y otros lugares, que por fin están recibiendo
un trato más humano.
Opino yo, que podían haberles dejado ir, en lugar de liarse a tiros con ellos, aunque al parecer no ha habido muertos, solo alguna cara rota y cosas así.
Seguro que nuestro ministro del interior, un tipo que debería dejar el cargo y recluirse en un monasterio, sale en la tele para vangloriarse
de la eficacia de nuestras fuerzas policiales, durante quince días ha salido en la tele, con una machaconería abusiva, el tipo que asesinó a dos mujeres, y que nuestra brillante eficacia policial consiguió que la policia rumana atrapara, para su posterior extradicíon.
No digo yo
que debamos tener una policía torpe e inactiva, pero entre la exhibición permanente de sus éxitos que hace el ministro, y un poco más de
respeto a las formas democráticas, menos leyes coactivas de dudosa legalidad y menos Mossos demasiado agresivos, yo prefiero vivir en un lugar
donde no me despierte el sonido de los tiros, sean o no de fogueo, por las noches.
La reacción popular de algunos países europeos ante los abusos del mandatario húngaro, que trataba a los transeuntes que pasaban por su país
en dirección a otros destinos, como un mandamás de las SS en tiempos más aciagos, nos reconcilia con lo mejor de la naturaleza humana, el sentido de acogida solidaria que las gentes de a pié han brindado a los desplazados, es un aviso a nuestro ministro del interior para que aprenda a tratar asuntos que no pueden verse solo del lado de la seguridad, sino que deben tratarse desde la solidaridad, y cierre de una vez
esos centros de detención ilegales, ordenando, si se quiere, el tránsito de personas que pasan por aquí con destino a otras zonas, y si algunos
quieren quedarse, que se queden, que buena falta nos hace reparar las pérdidas de población que están causando un vacío demográfico en nuestro país, si luego alguien comete algún delito, pues se le trata igual que a un nacional, y ya está.
Es una opinión, desinformada, como siempre.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 7 09 15
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