"El otro día, mientras tomábamos el aperitivo, sin prisas, en la terraza de la tercera planta, en la casa de Antoni y Lola, en el Cabanyal --han instalado un elevador para que los amigos diez años mayores alcancemos esa altura con comodidad. Un éxito-- solté una frase, sin pensar, que había escrito previamente en el blog. "El paseo por la memoria discurre por un suelo lleno de fisuras, trampas y agujeros'.
Lola, se nos quedó mirando a Antoni y a mí. A Antoni, diplomado en enfermería, técnico de laboratorio y pintor, émulo de Sorolla pero adscrito al hiperrealismo, --conté el número de cantos rodados que aparecían en una de sus marinas y aluciné-- expone todos los años, desde que lo conozco, le hicieron un agujero en la cabeza para extraerle un tumor.
Yo, me fracturé el cráneo a los cuatro años y dudo si esa fué la causa de mi eventual singularidad.
Lola podía haber dicho, es cierto, los dos tenéis la cabeza agujereada, pero no.--Enrique, eres un filósofo, fué lo que dijo, lo que parece una evidencia de la superioridad de las mujeres en el aspecto relacional.
No soy filósofo, pero esta mañana, mientras tomaba un café cortado junto a una mesa de la terraza de La Fuente, me he introducido, otra vez, en el agujero de mi memoria.
Al principio, he sentido la sensación de que me aventuraba en la sima de Cantabria, la segunda más profunda del mundo, la estrechez del acceso dificultaba el paso fluído por allí, hasta que al llegar a un claro, iluminado por una fisura entre las neuronas, he alcanzado un lugar que frecuenté cuando aún no había cumplido los treinta, y era un estudiante talludito que iniciaba la aventura universitaria.
Estudié Ciencias Económicas, comencé en la universidad vieja de Valencia, con un Plan de Estudios que era una maravilla
por su enfoque generalista. Salvador Giner, aquel sociólogo catalán que me enseñó, enseguida, que los hombres no son iguales, aunque sean acreedores de iguales derechos. Pierre Vilar, Historia de los Hechos Económicos Contemporáneos, un tocho que, si no lo has leído, no es posible entender nada de lo que pasa ahora. José Luís Sampedro, un catedrático de lujo, aunque nunca se personó en la cátedra, tuvimos acceso a su libro 'Las Fuerzas Económicas de nuestro tiempo', antes de que se decantara por la literatura, en el que se pronunciaba en favor de la convergencia de sistemas.
Matématica superior, con integrales y todo eso, Fuentes Quintana y su Reforma Fiscal, la única reforma seria que se ha hecho en este país, no las tontunas de Montoro.
Una serie variada de autores americanos, preocupados por los efectos
externos de la economía en el Medio Ambiente, ya entonces, además de la Teoría Económica, el asunto más propiamente específico de la disciplina.
Claro, ese Plan de Estudios se lo cargaron enseguida, demasiado generalista, fuimos la última promoción que lo estudió. Más tarde, leyendo a Marcuse, 'El Hombre Unidimensional', entendí porqué.
A partir de entonces, se limitó la Economía a la Producción y el Consumo y se decapitó de un tajo cualquier resto de humanismo que pudiera habitar la formación universitaria en las llamadas Ciencias Económicas, que ahora sostengo que no son ciencia, por eso la insistencia en llamarlas así, por si cuela.
Cómo va a ser una ciencia algo centrado en el PIB, que desconoce la cualidad humana de sus actores. No pué ser.
Reanudo mi expedición por el agujero de la memoria pero, a partir de aquí, todo es oscuridad, sujeto a la cuerda que ha acompañado mi descenso, trepo por las estrechas paredes hacia la luz del exterior y me encuentro en la mesa del ordenador con la prensa del día a mi izquierda, el titular de 'Levante' dice 'El PIB valenciano sube 2 décimas con la llegada de firmas catalanas'.
A mi qué, no es la Economía, es la econosuya."
En fin. Agujeros.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 14 10 17.
Econosuya me lo quedo.
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