martes, 10 de octubre de 2017

ALBARRACIN, 7,8,9 OCTUBRE ( 2 )


"Nuestro paseo en la tarde del primer día por las callejas, plazas, palacios, miradores y murallas de Albarracín fué, en cierta medida, un paseo por la memoria. En nuestra primera estancia aquí, hace décadas, nos alojó en su palacio, convertido en hotel, como tantas residencias de otros nobles en la campiña inglesa, el último Señor de Azagra y al caminar ahora por la calle que lleva su nombre, evoco su figura imponente, con un aire de nobleza decadente pero digna, moviéndose en discreto silencio por los salones del hotel palaciego.

No sé porqué, esta evocación me mueve a una reflexión. Los revolucionarios de 1.789 que acabaron con el poder de la nobleza en Francia, si estuvieran ahora con nosotros y contemplaran como ha degenerado el poder plebeyo, quedarían estupefactos.

Una hipótesis que intente explicar esta decadencia de la política representativa aquí en España, debe partir de un hecho constatado, la ausencia del mérito como condición indispensable para permitir el ejercicio de la política, es lo que nos ha llevado a este paroxismo de mediocridad que envuelve el conflicto actual, que tiene su centro en la reivindicación catalana y la respuesta del gobierno central, pero que hunde sus raíces en el ejército de mediocres que domina la escena política en general.

Como siempre, son las jerarquias las que crean los conflictos, y si encima son estúpidas, pues, no te digo.

Accedimos al casco histórico por la cómoda rampa que tras un corto recorrido por las primeras calles desemboca en la plaza mayor. En esa plaza hubo un bar que frecuentamos en nuestra primera visita, quien lo regentaba, recitaba la lista de sus especialidades, tenemos.......que siempre concluía así, chorizo al jerez y menudillos de perdíz.

Desde el mirador de la plaza, la sinfonía cromática de los tonos dorados de la chopera, nos ofrece una variedad que parece un órden musical orquestado por un otoño incipiente que no acaba de dominar el paisaje.

Nos adentramos en la calleja que va a dar a la arcada junto a la cual está la casa torcida. Una jóven que conduce allí una visita guiada, explica que es la casa de la C...., una expresión derivada de un nombre de mujer, que en mis notas es ilegible y que no he conseguido verificar en Wikipedia, y aclara que su peculiar forma se debe a que antes fué una garita desde la que se oteaba la presencia de extraños cuando se acercaban al pueblo.

Desde el mirador junto a la catedral, la luz serrana de las seis de la tarde ilumina con perfección cinematográfica la extensión amurallada que rodea el castillo desde el que Ibn Razín defendía su taifa, un reino de lo más afortunado en su ubicación, pues en esta sierra nacen y discurren multitud de ríos aunque, ahora mismo, el escaso caudal que circula por el Guadalaviar da cuenta de la escasez de agua, como la escasez de ideas en muchos políticos, que prevalece en este otoño tan seco.

Terminada la visita bajamos al parque arbolado donde me llama la atención un enorme abeto, cuyo tronco, en su base, tiene un perímetro no inferior a cuatro metros, aunque el árbol más extraordinario que me ha sido dado contemplar estos días lo descubrí al día siguiente, en nuestra visita al Algarbe.

Nos fuimos al Algarbe cargados con los bolsos, las chuletas y el embutido. Nos llamó la atención el gran número de escaladores que entraban al lugar provistos de unos extraños acolchados, pensamos que eran para pernoctar, pero no, se trataba de sistemas de seguridad para protegerlos en su caída, porque se encaraman a las rocas solo con sus manos y piés.

Encendida la hoguera en el paellero, mientras esperábamos que surgieran las brasas, dimos un paseo por el lugar, y allí fué donde lo encontré, el árbol. Un enorme pino, con una apertura triangular en su base, que permitía adentrarse en su tronco, tenía una ruptura en el otro extremo que dejaba pasar la luz, como una ventana. Hicimos una foto a mi nieto, que no publicaré, la mejor foto de los centenares que hemos hecho estos días. Solo había visto algo parecido en la ilustración de un libro, una enorme secuoya americana, cuyo tronco había sido perforado para permitir el paso de vehículos.

La espera paciente hasta que la leña se convirtió en brasas, ofreció un resultado excelente, las chuletitas de cordero que trajimos de Barracas, una vez procesadas en el rescoldo del fuego, resultaron de un sabor extraordinario y una textura delicada, tanto, que hasta yo, que llevo una prótesis dental que hace dificil consumir carne, me las comí como si tal cosa fuera fácil. Más fácil aún fué hincarle el diente a la longaniza de Aragón, cuya singularidad respecto a otras, según explicó el carnicero, es su contenido en pimienta.

Quedan cosas que contar, nuestra visita a Frias y a Gea, entre otras, pero antes de cerrar esta página quiero referirme a nuestra visita al día siguiente al Pinar de Rodeno, las pinturas rupestres, pero, sobre todo, al paisaje pétreo que sigue hasta el mirador de la sierra, por un camino nuevo que han abierto, que la otra vez cuando estuvimos por aquí, no existía.

He leído muchas veces la expresión la Edad de Piedra, pero solo en esta visita he percibido con intensidad la realidad de este concepto, los abrigos prehistóricos, la enorme dimensión de las rocas de rodeno que parecen dejadas caer por algún cíclope, el carácter salvaje, primigenio, de esta naturaleza, te transporta al paleolítico sin que puedas evitarlo.

Los hombres de la edad de piedra, no solo usaban herramientas de silex sino que vivieron, literalmente, en la piedra. Parece un milagro de la naturaleza que en esta apoteósis pétrea encontráramos algún ejemplar de Agaricus Silvester, un hongo, cuya foto trataré de publicar aquí, cuando Jordi, mi asesor informático, venga por aquí."

 Continuará...

En fin. Albarracín, 7,8,9 Octubre ( 2 )

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 10 10 17.

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