martes, 24 de octubre de 2017

CRÓNICA DE BENICASSIM 2017


"Mambo, bachata, rumba, pasodobles... nuestra primera noche en el hotel fue, realmente, fantástica. No habíamos leído en los carteles del hall que hubiera baile, sino esas tonterías que hacen para distraer a quienes no salen en todo el día de sus salones. Al entrar en el salón de baile, después de nuestra primera cena, tan buena como la última, luego hablaré de la fiesta del queso, nos sorprendió el extraordinario ambiente musical que encontramos.

 "Mambo, bachata, rumba, pàsodobles... en nuestras primeras experiencias de viajes colectivos estuvimos rodeados de una multitud de palurdos rurales que se movían en la pista de baile con un estilo de podencos averiados, sin embargo en nuestra experiencia de esta semana nos ha sorprendido gratamente el elevado nivel técnico de los danzantes que atiborraban la pista, no solo algunos de ellos dominaban a la perfección los movimientos del merengue, la bachata, incluso el fox trot, sino que todos ellos lucieron una habilidad envidiable en los bailes coreografiados, como el Venao, el Coyote, el Coyote Rock, para público francés, y, sobre todo, una novedad que no habíamos observado hasta este año, la Danza Gitana. Un éxito.

 "Mambo, bachata, rumba, pasodobles...No me acostumbro a los bailes coregrafiados, no participo en ellos, si lo hace mi mujer, y muy bien por cierto. Me quedé atascado en el baile agarrao hace sesenta años, cuando hice de emprendedor, junto a mis colegas del barrio, organizando los guateques dominicales en un local arrendado por nosotros en la Carrera de la Font de Sant Lluís, de València, al que llamamos el 29. Con una libreta y un boli cobraba a los asistentes varones, que acudían interesados por la presencia de las chicas, a las que no cobrábamos nada por asistir al evento festivo, que se celebraba con el tocadiscos y los discos alquilados al efecto en El Continental. Al terminar el baile festivo, los organizadores nos gastábamos alegremente los beneficios del negocio en Casa Moya, un bar del barrio, en cervezas y calamares a la romana. ¿Adivinan que música se ponía en aquellos guateques? Mambo, bachata, rumba, pasodobles...

Han sido seis noches deliciosas de baile de salón. La séptima, no. Apareció un animador musical que se explayaba tanto entre pieza y pieza, que parecía un orador político explicando la aplicación del Art. 155.

Mi mujer y yo optamos por huir de la pista y conformarnos con la tele de la habitación, en la que otra tarde vimos dos películas que me parecieron especiales, de las que luego hablaré.

La tarde que salió el Arco Iris, un semicírculo cromático casi perfecto, con uno de sus extremos apoyado en las estribaciones de la sierra, el otro sobre la mar, siempre recomenzada, en ese momento decorada de grises, mi mujer permaneció en un banco del marítimo de la playa llamada de Heliópolis en Benicassim, contemplando el espléndido espectáculo visual, pero yo hube de ir a buscar la farmacia más próxima.

 --Hemoal, por favor..

 --Aquí tiene, son ocho, con sesenta.

--Dígame, ¿esto es específico para las hemorroides benicassianas, o vale para cualquier denominación de orígen?

 --Vale para todo, aunque le diré que, aunque se haga el gracioso, no puede ocultar que tiene más de 70 años, así que aplíquese la dósis mínima, y nada de usar la cánula, no le vaya a gustar y se acostumbre..

Salí de la farmacia algo avergonzado, pero eso no fué todo, porque hoy he iniciado el viaje de vuelta con las bragas de mi mujer puestas, porque los calzoncillos que llevaba estaban perdidos de heces sangrantes.

En este viaje me han sucedido cosas extraordinarias, aparte de la hemorroide. La tarde que nos quedamos a ver cine en la habitación, yo no podía creer que fuera capaz de aguantar dos películas enteras, no solo aguantarlas, sino disfrutar con ellas.

Hace años que no tengo paciencia para visionar una película, cada cinco minutos me levanto y voy al ordenador, no tengo claro si es ansiedad o adicción, pero he descubierto que algo tiene que ver con el litio que tomo por prescripción médica desde hace cuarenta años.

Olvidé el litio fuera de la maleta y, después de días sin tomarlo, he recobrado mi interés por la vida, incluído el cine. Uno de estos días iré a ver a la psiquiatra del centro de salud, previa petición de hora, para solicitar su aprobación al abandono definitivo del litio. Sin el litio, se vive mejor, y total, a estas alturas, que puede pasar....

Mi mujer también tuvo un lápsus al hacer la maleta. Algunas mujeres son controladoras, la mía lo es, para mi bien, le gusta controlarlo todo, la maleta, la cocina, la selección de sus nueras. Tuvo un lápsus, no con lo de las nueras, con eso no, metió, sin querer, la bata de estar por casa en la maleta, y dejó fuera la radio, esa es la razón por la que no comento nada de política, me falta información.

Este déficit de atención a los asuntos políticos, junto con el olvido del litio, puede que hayan contribuído a mi disfrute del cine. La primera de las películas visionadas, La Séptima Esposa, es una deliciosa comedia multicultural.

Un médico de orígen musulman establece su consulta en un pequeño pueblo de Cornuelles. Allí se encuentra con una antigua novia y surge entre ellos el reenamoramiento, algo que entre mi mujer y yo, sucede casi cada día.

El enredo comienza a aparecer cuando se descubre que el médico tiene, entre otras, dos esposas por el rito musulman. La primera de ellas se casó con el médico al enviudar ella, por presiones familiares, para que el médico cuide de ella y de su hija, aunque no hacen vida marital. La segunda esposa, también busca amparo en el médico, mediante el matrimonio, para huir de las presiones de su familia por su condición de lesbiana.

El desenlace de la película es desternillante, un agente de inmigración amenaza con deportar a la primera esposa, iraní, y su hija, porque no reconoce el vínculo matrimonial con el médico, de nacionalidad inglesa, y en consecuencia la declara inmigrante ilegal, situación que se puede resolver si la primera esposa se casa de nuevo con el médico, esta vez por el rito cristiano.

Cuando está a punto de celebrarse la boda, que produce la ruptura entre el médico y su antigua novia, que habían reanudado sus relaciones sexuales, aparece el todopoderoso lord que manda en el pueblo, reclama para sí a la iraní, se casa con ella por el rito cristiano, impidiendo su expulsión, el médico y su ex novia vuelven a estar juntos, y la esposa lesbiana se divorcia del médico para juntarse con una mujer residente en el pueblo. Vaya lío, ¿no?, pues está tan bien contado, que se entiende perfectamente, en el cine, claro.

El segundo film, es uno de los más trágicos que he visto en mucho tiempo. La historia de un teniente de policía, un tal LaMarca, interpretado por Robert de Niro y por ese pedazo de actríz que hizo de Sheriff en Fargo.

Una historia generacional. Siendo él aún un niño, el padre de LaMarca es ejecutado en la silla eléctrica. Una situación de ruína financiera le impulsa a secuestrar a un niño rico, que muere, accidentalmente, en su coche. LaMarca sufre después el booling y el desprecio de sus amigos en el colegio, hasta que es adoptado por el policía que detuvo a su padre.

Ya convertido en un respetado oficial de policía, con una vida profesional satisfactoria, pero divorciado de su mujer, abandona a su hijo, lo priva de su presencia a causa de la separación y el niño acaba convertido en un yonky que, en una pelea, mata a un camello. El jefe de ese camello lo busca para vengarse y al final cae bajo las balas del hijo de LaMarca. Dos homicidios cometidos por el nieto del secuestrador ejecutado, hijo de La Marca, concluyen con una condena a prisión, lo que deja en el abandono, otra vez, al hijo de éste, a quien LaMarca, en un principio, confía a la custodia de un centro público, incapaz de hacerse cargo de él, lo que produce la ruptura con su pareja ocasional, vecina y amiga sexual, que lo abandona al descubrir la clase de tipo que es.

No me pareció creíble la escena en la que LaMarca, junto a su hijo, acosado por la policía en el edificio abandonado donde se esconde, duda entre disparar a los policías o a su padre, y al final éste le convence para que se entregue, como tampoco la secuencia final, en la que LaMarca aparece en la playa de Long Beach, en la que pasó su infancia, cuidando de su nieto, a quien ha sacado del hospicio, mientras su hijo permanece en prisión.

Me gustó más la interpretación de la actriz que da vida a la amiga eventual de LaMarca, que la del propio De Niro, sí. The End.

"Mambo, bachata, rumba, pasodobles...entre noche y noche de baile van transcurriendo los días de nuestra estancia en Benicassim. El primer día completo de nuestra estancia dimos un paseo de cuatro kilómetros por la plataforma de madera que circunda las tres playas entre Heliópolis y Benicassim. Un paseo de cuatro kilómetros, si lo haces cada día, no pasa nada, pero, si no lo haces con habitualidad, te deja hecho polvo. Luego, recuperamos fuerzas en el comedor del hotel, yo, con un arroz griego --he comido arroz seis días seguidos-- muy peculiar, el cocinero del hotel le añade a casi todos sus arroces un par de cucharadas de ajoaceite en el caldo, lo que los hace muy sabrosos. Uno de los días, yo, emulando al cocinero, le añadí a una paella mal hecha un par de cucharadas soperas del caldo de las almejas a la marinera que había disfrutado previamente. Un éxito.

Otro día fué lo de la Fiesta del Queso. No se trató, la fiesta del queso, de un evento gastronómico ofrecido por el hotel a los comensales. Simplemente, deposité en mi plato seis clases de queso, unas lonchitas de brié tierno, adobado con salsa de pesto, un poco de parmesano, Gorgonzola con mermelada de naranja amarga, Mozzarella con mermelada de manzana, un Gouda con un color anaranjado precioso y, para finalizar, la delicatessen de un par de cucharaditas de crema del Casar. Otro éxito.

No solo de queso y baile vive el hombre, así que, durante nuestra estancia en el gran hotel que nos ha acogido, nos desplazamos a un par de lugares turísticos relativamente próximos.

En la excursión a Peñíscola me dí el placer de conversar con la estatua de bronce del Papa Luna que se encuentra a las puertas del castillo. Tengo la foto, pero no la publico, en su lugar, cuando venga Jordi le pediré que publique la que me hice en la playa, y la de Encarna en Castellón. Será la primera vez que mi verdadera imágen aparece en el blog.

El Papa Luna puso una mano en mi hombro y me dijo:

 --Francamente, Enrique, estoy ya un poco harto de la zafiedad de los turistas que me visitan...

--No diga usted eso, Santidad, con lo bien que vive usted aquí, en este paraje tan hermoso, soleado y tranquilo..

 --Tú, no has visto nada. En verano me visitan los hooligans de Salou, y me ponen perdido con sus micciones nocturnas, una falta de respeto intolerable hacia mi persona, a mi, Pedro Martínez de Luna, el Papa rebelde más longevo, pues alcancé en vida los noventa y cinco años, no se me hace eso.

La otra excursión, a Vall de Uxó, fué un viaje por 17.000 años de evolución geológica. Un tranquilo paseo en barca, que estuvo a punto de zozobrar por el movimiento del enorme culo de una de las viajeras, por la superficie de un río subterráneo, el de las Cuevas de San José, más de mil metros de río navegable, que se prolonga por dos mil metros más, aún no explorados del todo, ni adaptados con dinamita para ser visitados, del que aún no se conoce su nacimiento, o el eventual río de superficie del que toma sus aguas.

El paseo en góndola, o así, por las distintas salas de la cueva, la visión de las curiosas, interesantes, a veces espectaculares, formaciones estalactíticas y estalagmíticas, --hace falta un siglo para que crezcan un centímetro, ya te digo-- transcurrió como una experiencia contemplativa única, pero los doscientos cincuenta metros de recorrido terrestre por los pasillos de la cueva, después, estuvieron habitados por la molestia de la falta de dinamita usada en su día para abrir sus accesos, con lo que te vas dando en el cráneo con alguna roca demasiado baja, en sus estrechos senderos.

Al final, nos ofrecieron la foto de recuerdo de la visita, trece pavos, ni hablar, renunciamos a ese testimonio gráfico, pongo aquí el escrito, que es más barato.

Concluído el viaje, vuelvo con la sensación de haber visitado la República Independiente de Castellón --a su lado, lo de Catalunya no me parece tan grave-- pues las tarifas de sus autobuses cambian según el día de la semana en el que te encuentras.

Lo descubrí el lunes, antes de emprender el regreso, cuando fuimos en el bus de Mediterráneo al mercado del Grao --bragas, no se cambian, Encarna se compró un vestido por cinco euros que está muy bien, aunque ella está mejor cuando se lo quita-- y yo tomé un té rojo en un chiringuito del mercado, mientras mi mujer hacía sus compras.

Despedida. Sentado en el único banco que existe fuera del hotel, en la cercana acera, fumando, se me acercó un francés, digo yo si sería francés, pues solo hablaba francés, los había a centenares en el hotel, algunos muy maleducados, como la señora con cuya silla, mal colocada, tropecé y estuve a punto de romperme la crisma, --se habrían ahorrado ustedes esta crónica, quizás demasiado larga-- el franchute no paraba de chapurrear, yo me limitaba a decir, oui, oui, pero solo alcancé a entender que no era de París, sino del Nordeste de la France, ahora muy visitado por las pateras, como nuestras costas más al Sur. Le pregunté si estaban aquí gracias a una especie de Imserso francés, pero no me entendió y me quedé sin saberlo.

Renuncio a una forma poética de despedida de esta crónica, por respeto a Charles Baudelaire, 'Las Flores del mal', quien, según wikipedia, 'creó una estética nueva donde la belleza y lo sublime surgen de la realidad más trivial'. De mayor, me gustaría parecerme, aunque sea remotamente, a Baudelaire."

Pues nada, aquí me tienen, de nuevo, dando la paliza.

En fin. Crónica de Benicassim 2017.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 23, 24-10-17.

1 comentario:

  1. Soy Sebas el peluquero,hable con gran suerte esta mañana contigo,aprobechandome de tu gran lucidez ya te voy suguiendo en tu pagina,gracias x tus momentos,un saludo.

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