Cualquiera que haya ojeado El País del sábado 8 de diciembre, o se haya aventurado en mi página María Teresa, habrá observado que la tranquilidad, la seguridad y la conservación del orden son nada menos que los ejes del programa electoral del PSOE para las elecciones de 2.008. Es decir, que ese partido ha pagado un pastón a los expertos en demoscopia y marketing político, y los cerebros gelatinosos de esos tipos les han colocado un plan electoral directamente fusilado de un viejo manual de hace treinta años. Joder, con los expertos.
El tufo conservador de esas recomendaciones es tan antiguo y tiene un aroma tan putrefacto que haría salir de la tumba al mismísimo Pablo Iglesias, único obrero que todavía milita, en imagen, en lo que fue, alguna vez, un partido socialista, antes de que sus miopes asesores lo lanzaran a emular el ideario conservador.
La política es la leche, aunque conviene precisar lo que uno entiende por política. En mi caso, es una preocupación que me ocupa mas de lo que quisiera. De algo mas de ciento ochenta entradas del Blog, treinta corresponden a Opinión, y a eso hay que añadir el contenido político de una parte significativa de los Artículos y Ensayos. Estoy firmemente convencido de que mis opiniones políticas no le interesan a nadie, es mas, aburren al personal, pero es tal la pulsión indignada que me produce a menudo la observación del entorno político que me rodea que, aún a mi pesar, no puedo dejar de manifestar mi desagrado.
Esos expertos pragmáticos, tenían a su alcance en la misma fuente otras visiones de la política, Actividad de los ciudadanos cuando intervienen en los asuntos públicos con su opinión, su voto o de otro modo. Esta visión de la política reconoce en el ciudadano un sujeto activo que participa en los asuntos de la polis, no un tipo que duerme la siesta permanentemente y que solo aspira a que no se le moleste, que es el arquetipo en el que, al parecer, se basa la estrategia electoral de la izquierda mayoritaria diseñada por los del cerebro gelatinoso.
Esta otra visión del ciudadano como un sujeto activo, en lugar de durmiente, tiene su origen en la democracia de la Grecia clásica, cuando aún no se habían inventado los asesores de imagen y las decisiones políticas se ejercían de un modo individual y colectivo por los ciudadanos, aunque, solo por los que reunían esa condición, porque los esclavos estaban excluidos de ese derecho
Ahora, quienes viven en régimen de semiesclavitud, sin papeles, marginados, son los esclavos de nuestro tiempo, y tampoco ejercen ese derecho, pero los demás, los que tenemos el atributo de ciudadanos hemos quedado reducidos a meros comparsas de la representación política, aunque eso si, con derecho a voto.
La siguiente definición, de la misma fuente, explica con claridad esa visión excluyente de la política, en la que los ciudadanos han sido despojados de su participación, Actividad de los que rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. No hay en esta descripción ninguna presencia de los ciudadanos, no ya como coparticipes en la elaboración de normas, ni siquiera como destinatarios últimos de su aplicación.
Hay, sin embargo, otra acepción de la palabra política, que, a pesar de su brevedad, tiene un enorme poder explicativo que ayuda a comprender el giro del partido mayoritario de izquierdas hacia el socialcentrismo, hacia la aceptación del paradigma de ciudadano durmiente, hacia su obsesión por no hacer ruido, no vaya a ser que altere la seguridad, la tranquilidad y la serenidad de quien solo aspira a que lo dejen tranquilo. Se trata de la cortesía.
Dice mi viejo diccionario que la política también es cortesía y buen modo de portarse y aquí es donde está el secreto del giro hacia el budismo. El Partido Popular, desde que perdió el poder después de un brutal atentado, ha prescindido no solo de la cortesía parlamentaria y el buen modo de portarse, sobre todo en la calle, sino de la dignidad, se ha apuntado a la insidia y la mentira, ha desestabilizado tribunales e instituciones, ha permitido que sigan en sus filas los responsables directos de su fracaso electoral y político, y esos tipos, que tienen nombres y apellidos, Astarloa, Zaplana, Aceves, Mayor Oreja, por citar solo a unos cuantos, han hecho lo imposible por trasladar a los ciudadanos la cólera y la frustración de su propio fracaso, amplificadas por los medios de desinformación que les aplauden.
Los del cerebro gelatinoso han debido percibir sin duda la hartura de los ciudadanos por ese modo de hacer política y eso explica que el PSOE se haya dejado empujar hacia presupuestos electorales que no le son propios, en lugar de plantear una campaña mas beligerante contra quienes han deteriorado de un modo evidente la convivencia civilizada en un país que aspira a una democracia avanzada. Lo explica, pero no lo justifica.
Hasta que alguien me convenza de lo contrario, seguiré pensando que, de igual modo que las insuficiencias de la democracia se resuelven con mas democracia, las de la izquierda se resuelven con mas izquierda. No con menos.
Por cierto, --Pepiño, vete a tomar por el culo, tu y tus cerebros gelatinosos.
Lohengrin. 10-12-07.
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