Pensaba que era algo aislado, puntual, hasta que he leído que los muertos yacen en las camas hospitalarias porque no hay sitio en los mortuorios. Yo ya sabía que la gente se muere mas en noviembre, porque en cierta ocasión tuve acceso a las cuentas de una empresa de pompas fúnebres, y ese era el mes en que mas facturaban. Es decir, que hay un factor estacional en la demografía de muertes y nacimientos. Descontado ese factor estacional,-- no vayan a decirnos como con el cambio climático que lo que pasa es normal-- intuyo que nos encontramos ante una situación epidémica, y que las medidas de vacunación preventiva no se han mostrado suficientemente eficaces.
La epidemia se manifiesta cuando una enfermedad aflige en una población a un gran número de personas, con tendencia a difundirse según las condiciones del entorno. Para que se reconozca la existencia de una epidemia, el factor determinante es la tasa de la población afectada. Tal vez eso explique que la epidemia que estamos sufriendo no sea noticia en los periódicos. Aun nos están contando. O tal vez ya lo han hecho pero solo darán la noticia cuando la epidemia remita.
Si este es el caso, eso confirmará que vivimos en un mundo donde nunca nos cuentan lo que está pasando, sino que solo nos enteramos después de mucho tiempo, como ocurrió con el abandono de los planes nucleares de Irán, que sucedió en 2.003 y nos lo cuentan ahora. Que jodíos. ¿Que estará haciendo Putin en este momento? Lo sabremos, si es el caso, dentro de tres meses, o nunca. Y así funciona la cosa. Para darte cuenta de lo que pasa, hay que mirar alrededor, reconocer la realidad uno mismo, y verificar si lo que te cuentan coincide, o no, con lo que está pasando.
Nos han contado que los muertos ya no caben en los mortuorios, pero no nos explican porqué. No sería justo, ni elegante, imputar esos muertos al PP, como hacen los mas extremistas con los asesinados por ETA, cuando se los imputan directamente al gobierno socialcentrista, pero si hay que imputarle al PP de Heliópolis que haya convertido nuestra sanidad en el furgón de cola de la asistencia sanitaria del país, y eso, en caso de epidemia, exige demandar, cuanto menos, responsabilidades políticas, por no hablar de las criminales por omisión de políticas sanitarias suficientes que garanticen una adecuada atención de la salud de la población, sobre todo, en tiempos de epidemia, o al menos, capacidad en los mortuorios, cuando ya no es posible actuar sobre la salud del paciente vivo.
El bancal del cielo. Hablando de muertos, ayer hice una visita a la sierra de Mariola y a Ontinyent, en la Vall d´Albaida, y un simpático arqueólogo del museo de lo mismo, nos contó que encontraron una necrópolis con mas de un centenar de tumbas, romanas y árabes, en un lugar de la comarca que excavaron, precisamente, porque su nombre de toda la vida les dio la pista de que allí iban a encontrar algo. El bancal del cielo. Un lugar dedicado al cultivo agrícola al que, desde tiempos inmemoriales, los agricultores de la comarca llamaban así. Como el equipo de arqueólogos del museo no tenía capacidad para hacerse cargo de hallazgo tan numeroso, escogieron las mejores y ahora los visitantes del museo pueden ver, bajo sus pies, a través del cristal, una de ellas, vacía.
Le pregunté al arqueólogo por unas cuevas excavadas en la roca que había visto en la sierra, en los alrededores de Alfafara y de Agres, que habíamos visitado por la mañana y me contó las diferentes versiones, desde la popular, que las atribuye a los moros de Bocairent, hasta la mas oficial que supone que nunca fueron habitadas y que se empleaban para almacenar grano. Dado lo inaccesible de su situación, en lo alto de rocas que configuran el desfiladero del río Clariano, se supone que accedían a ellas en contadas ocasiones, descolgándose con cuerdas o haciendo uso de largas escalas de madera. Otros sostienen que al caudal del río estuvo en otro tiempo mas cerca del nivel de esas cuevas, pero les contradicen quienes afirman que la edad de las cuevas es posterior a los remotos tiempos en que tal cosa pudo haber sucedido.
Al pasar rápidamente por la sala en la que se exponía el tránsito por diferentes períodos y civilizaciones, el arqueólogo explicó que las decisivas innovaciones que condujeron a la revolución neolítica, se importaron de Mesopotamia y que fueron aquellos antecesores de los actuales iraquíes quienes irradiaron desde su cultura los cambios en el modo de relacionarse con el medio agrícola.
Antes de entrar al museo, el grupo con el que iba visitó la iglesia dedicada a Santa María de la Concepción. Yo me senté en un banco al sol, desde el que pude admirar la impresionante torre, con un remate de hierro y sus piedras doradas por la luz de la tarde. La mas alta de Heliópolis, dijeron. Claro, como casi todas, antes fue una mezquita. Imaginé a los moros orando, con un ojo cerrado, y el otro abierto, pendientes de que nadie les birlara el grano que guardaban en las cuevas de Alfafara.
Comimos en un santuario. La comida muy bien, pero algunas de las señoras que formaban parte de la expedición, cogieron una cogorza que exteriorizaron dando gritos histéricos sin parar, lo que quebró el ambiente de paz y recogimiento que suele imperar en esos sitios. Cuando se les pasó la euforia, quedaron con una expresión reservada, como avergonzadas de su comportamiento. No fue para tanto. Todo el mundo tiene derecho a expresar su lado salvaje, de vez en cuando. Aunque se trate de piadosas señoras de misa y comunión diaria, acompañadas por santos varones afines a la derecha religiosa.
Lohengrin. 4-12-07.
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