María Teresa, por su condición de mujer, se ve obligada a trabajar el doble que los hombres y es esa ética personal de trabajo y esfuerzo aplicada a la campaña electoral en Heliópolis la que ha producido una reacción de pánico entre sus oponentes, que les ha llevado a una actitud destructiva, pero que también acojona a los suyos, porque en todos los partidos políticos hay pandillas de vividores emboscados entre los que trabajan, cuya máxima ambición política es escaquearse a la hora del esfuerzo colectivo, pero estar presentes cuando se trata de recoger gabelas y prebendas.
No es extraño que en el país del meninfotisme, un lugar donde dejando a un lado el boato de las conmemoraciones históricas y el folklore coent, nadie se toma en serio cuestiones como la lengua propia, la salud y la educación de sus gentes, la seriedad y la personalidad exigente de María Teresa haya propiciado una reacción histérica al conocer su designación como candidata.
Una de las insuficiencias de la política es que, a veces, por las limitaciones de las listas cerradas, votas a un candidato que no es de tu agrado por el simple hecho de que lo ha puesto la organización del partido. Otras veces, votas a tu candidato preferido, pero no sabes si el partido que lo respalda será capaz de responder a las expectativas que ese candidato despierta.
Justamente ahora que tenemos una candidata con grandes expectativas, su partido anuncia que se inclina hacia el budismo. Díganme si no es budismo en estado puro apelar a la seguridad, la tranquilidad y la serenidad, como ejes centrales del mensaje que el nuevo socialcentrismo desea trasladar a los electores. Los expertos electorales que asesoran a Zapatero han descubierto que los destinatarios de sus mensajes abominan de la ideología, y en lugar de tratar de despertarlos para que tengan ideas, optan por la meditación trascendental, el nirvana y el adormecimiento, todavía mas, de esas conciencias inertes que al parecer habitan en el cuerpo electoral.
Esa estrategia de desideologización se parece bastante al viejo adagio local conservador, el que esté bien, que no se mueva, no vaya a ser que cualquier intento de moverse le haga perder la seguridad, la tranquilidad, la serenidad, que son virtudes muy semejantes a las que exhiben los rebaños ovinos que pastan en la dulce hierba. O sea, budismo.
En Heliópolis, hace falta justamente lo contrario. Alguien con la energía, fortaleza y decisión suficientes para que entre todos sacudamos el árbol enfermo de la política conservadora y hagamos caer las muchas manzanas podridas que lo habitan. Nos merecemos una cosecha sana después de una etapa tan larga de frutos contaminados de mentiras, ocultaciones, promesas incumplidas, responsabilidades no asumidas, en un clima de impunidad, facilitado precisamente por la actitud poco beligerante y la falta de compromiso de la ciudadanía, algo que ahora el PSOE considera un dato al que adecuar su campaña, en lugar de una debilidad moral que tiene la obligación de ayudar a superar.
Cuando la política se convierte en un asunto de marketing, toda la fuerza moral de las ideas, la esperanza de muchas personas en un impulso de cambio, la confianza en los candidatos que son portadores de esos valores, se diluye en el confuso potaje de encuestas, estudios, sondeos y demás parafernalia barata que sale de los gabinetes de los especialistas, y que suele dar prioridad al pragmatismo en perjuicio de la ética, en lugar de conjugarlos.
Con esa actitud, con su empeño en llegar a capas cada vez mas amplias de la población, que no constituyen su electorado natural, los miopes instalados en los gabinetes que asesoran a los partidos mayoritarios, lo que van a conseguir es hacerles ganar votos de nuevos electores, perdiendo una parte sustancial de los que les son propios y agrandar el tremendo agujero de la abstención, con lo que todos salimos perdiendo, los partidos, los electores, la democracia y las ideas.
Espero equivocarme. En cualquier caso, María Teresa, tu vales mucho, mucho mas que la pandilla de charlatanes, pusilánimes, acomodaticios y vividores a los que asusta tu candidatura.
Lohengrin. 8-12-07.
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