El periodismo amarillo engorda con sus titulares un clima de catástrofe surgido de las protestas de los camioneros, agricultores y pescadores y promueve una psicosis de desabastecimiento alimentando la histeria colectiva, siempre proclive a responder a la menor señal de alarma para acaparar harina, llenar el depósito de gasolina y ver confirmados los peores temores de su pesimismo, siempre deseosa de una realidad, aunque sea fabricada, que la confirme.
Los principales beneficiarios de este clima apocalíptico son, por este orden, las empresas de comunicación que venden mas, y los intermediarios de materias primas y ciertos bienes de consumo , cuyas precios he leído en algún sitio que se han incrementado un treinta por ciento, en unos días
No he participado de la ansiedad de acaparar comida, ni de llenar el depósito, porque el domingo visité la Sala de la Muralla, en el Ivam –por cierto, recomiendo a la dirección que analice lo que circula por sus canalizaciones de aire-- y enseguida que me vieron los virus con trescientos años de solera que circulan por allí se tiraron a mi garganta, dejándome para el arrastre.
Después de dos días sudando en la cama, pido disculpas por haber abandonado a los amigos, a mis múltiples novias y a los usuarios del Blog, que habrán sufrido la decepción de acceder a la misma página de hace tres días, sin encontrar novedad alguna. La verdad es que, esto del Blog, comenzó siendo una vocación altruista, intermitente, y con el tiempo se ha convertido en un hábito comunicacional cotidiano, hasta el punto de que cuando incumples esa cotidianeidad, te sientes un punto culpable.
Es lo que tiene la comunicación interactiva, ya no escribes solo para ti mismo, también lo haces para tus lectores, aunque sean minoritarios. Por cierto, agradezco el interés de Alberto, en forma de comentario en la página Incentivos, dedicada a glosar unas declaraciones de Almunia sobre las relaciones entre el sistema financiero y la actual crisis que magnifica la prensa amarilla.
Afortunadamente, esta tarde juegan España y Rusia el encuentro de la Eurocopa que las televisiones interesadas en magnificar el acontecimiento llevan dos días comentando, antes de que suceda, y pueden estar seguros de que en los titulares de mañana habrá desaparecido cualquier referencia a los conflictos sociales y al clima de escasez, que se relegarán a espacios mas pequeños, y el gran titular del día será el resultado de lo que mas importa a la mayoría, ese partido de fútbol que les permitirá a los políticos que tienen que bregar con la crisis económica, negociar discretamente con los mas levantiscos, mientras el país entero se infantiliza contemplando a un señor de setenta años y a una pandilla de vienteañeros cantando eso de -A por ellos ohé, con una coreografía de guardería.
A todos nos gustan los deportes, creo, aunque unos los practiquen y otros no, pero el grado de infantilismo al que llega el periodismo deportivo, en su afán de hacer caja cada vez que se acerca un acontecimiento deportivo de masas, a mi, no puedo evitarlo, me produce una sonrojante sensación de vergüenza ajena.
En todo caso, esta vez, lo consideraré una tregua, antes de que, pasados los efectos del evento deportivo, una vez escurridos sus benéficos efectos en las cuentas de resultados de los grupos que controlan la comunicación, volvamos a ver en las pantallas, en las primeras páginas de la prensa cada vez mas amarilla, los titulares del negocio del caos, que tan buenos dividendos dan.
Llueve. No tengo memoria en mi larga vida de un ciclo de lluvias tan extendido en la primavera de Heliópolis. Llueve de forma tan cotidiana, que no es noticia. Todas las aguas, de todos los mares, de todos los tiempos, han caído sobre nosotros. Afortunadamente, no lo han hecho de una sola vez.
Lohengrin. 10-06-08.
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