lunes, 2 de junio de 2008

INCENTIVOS

Podemos ir acostumbrándonos a los paisajes callejeros que no veíamos desde hace quince años. Protestas de pescadores y agricultores por el precio del gas oil, manifestaciones de despedidos de los sectores mas rápidamente afectados por la crisis económica, aumento visible de la población indigente, colas en los centros asistenciales donde se proporciona comida gratuita, mayor activismo sindical en las calles y otras manifestaciones que certifican que la época de las vacas muy gordas para algunos, y simplemente vacas para otros, ha alcanzado su techo.


Parece la ley del eterno retorno, un mecanismo cíclico que funciona con una regularidad ciega, determinista, pero cada ciclo, cada vuelta de rueda, tiene sus características peculiares y esto lo explica, con sorprendente claridad, Joaquín Almunia en respuesta a las preguntas de El País.


Nunca en la historia económica de este país había leído las palabras de un responsable de la Unión Europea que relacionaran tan directa y claramente los fundamentos de la actual crisis económica con los sistemas de incentivos de los dirigentes bancarios. Me preguntaba como los beneficios declarados por los bancos eran los mas altos de la historia, coincidiendo con los primeros síntomas de colapso del sistema.


Almunia lo deja claro. El sistema de incentivos en la banca, dirigido al corto plazo, ha procurado a sus protagonistas, directivos y entidades, las mas altas cifras de ganancias del siglo y ha sido, a la vez, el origen del mayor endeudamiento colectivo que se ha conocido nunca. Es cierto que los banqueros se han guardado en el cajón 30.000 millones de euros para hacer frente a la situación caótica que ellos mismos están provocando ahora, al cambiar de política, pero no es menos cierto que solo una mínima parte de los endeudados tiene capacidad económica y financiera para resistir, sin duros quebrantos, el acelerado cambio que nos precipita en un viejo paisaje de vacas flacas que habíamos olvidado.


En situaciones semejantes, el coro de plañideras de las cámaras de comercio, las patronales empresariales, las asociaciones sectoriales y, en general, toda la tropa de los lobbis que cuidan de que los presupuestos públicos estén, mayormente, a su disposición, han elevado una sola voz para exigir moderación salarial a los trabajadores, y tantas voces como sectores representan para pedir subvenciones, revisión de tarifas, y otras gabelas, generalmente bajo el aseptico eufemismo de reformas estructurales.


Por primera vez, sin embargo, se escucha una declaración clara por parte de Almunia, cuando precisa que la moderación salarial no debe pedirse solo a los trabajadores, y apunta directamente a los incentivos puestos en marcha por la patronal bancaria, con tanto éxito para las arcas de los accionistas, como efectos perversos sobre una política financiera que no ha tenido en cuenta el interés común, como un elemento desencadenante de la situación actual.


Cuando se creó el Banco Central Europeo, parecía que había llegado el final de las políticas financieras locales de stop and go, que impidieron durante décadas en España la existencia de ciclos largos de prosperidad, invariablemente interrumpidos por las autoridades financieras con el único fin de frenar la inflación. Si bien esas políticas financieras frenaron nuestro crecimiento y nos llevaron a una alocada senda de ciclos cortos, llenos de obstáculos generados por la propia autoridad monetaria, ese intervencionismo indeseable para el crecimiento, iba acompañado de una cultura reguladora que establecía un estrecho control sobre los agentes del sistema bancario.


Al desmantelar esas prácticas intervencionistas, se ha demostrado que las economías poco intervenidas crecen mas y mejor, pero también ha quedado claramente demostrado, que es necesaria una mayor regulación de los agentes del sistema financiero, no para volver a la política de stop and go, sino para evitar que su excesiva apetencia por el corto plazo y los beneficios extraordinarios, ponga en peligro la salud de todo el sistema, hasta el punto de que nos puedan precipitar en una recesión tan profunda como próspera ha sido la larga etapa anterior.


Al reconocer los excesos cometidos en el sistema financiero, las autoridades comunitarias están asumiendo, implícitamente, la incapacidad del Banco Central Europeo para conseguir una regulación adecuada de ese sistema, bien por reglas emanadas del banco, bien por medidas autoreguladoras de la propia banca, bien por recomendaciones de las autoridades obligadas a ello.


Aquí lo que ha funcionado en el último decenio y medio es la política del corto plazo, a la saca,
aquí se han hinchado los bancos, las financieras, las eléctricas, las inmobiliarias, las telefónicas, todo dios, y nos hemos encaminado a la situación actual, ante la mirada impávida del Banco Central Europeo, del Ecofin, y de la madre que los parió.


A ver quien tiene cojones, ahora, de esgrimir el viejo y gastado argumento de la moderación salarial. Al primero que abra la boca, se la van a romper. Yo, el primero.


Lohengrin. 2-06-08.

1 comentario:

  1. muy interesante... mas allá del típico "hay crisisss" que esgrime todo el mundo dependiendo de sus preferencias políticas lo hacen con mas o menos enfado
    el primer paso para que no nos tomen mas el pelo es saber lo que está pasando...
    pero en general somos una panda de borregos y los pastores (estado / gobierno) no nos quieren proteger...
    no veo soluciones a corto plazo
    nos dan mierda a saco y decimos "sí gracias, un poco más"
    no hemos dejado de ser esclavos
    sólo le han lavado la cara al tema
    pan y circo

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