domingo, 29 de junio de 2008

ZAFÓN

Zafón tiene una etimología transparente que alude a zafarse, a escapar de las dificultades. La escritura fácil de Zafón le permite llegar a mucha gente, pero deja poca huella en los lectores.

Cuando lo leí, me pareció un escritor muy inferior a Eduardo Guzmán, por ejemplo, de quien recuerdo pasajes enteros, ambientes y personajes de su Ciudad de Los Prodigios, Barcelona, el mismo escenario literario de La Sombra del Viento de Zafón, que sin embargo no ha dejado ningún poso en mi memoria literaria.


Hay escritores buenos, los hay mediocres, malos no he leído, porque esos no publican. Cada lector tiene su truco para identificarlos. El mío es la memoria literaria. Si después de leído, un escritor me deja una huella permanente que perdura con el paso de los años, ese es bueno, si su lectura se deshace como una sombra en el viento sin dejar huella alguna de su paso, lo aparto en el lado de los mediocres, sin importarme sus éxitos editoriales, su habilidad para llegar a los lectores de ahora, porque, como dijo alguien, esos lectores acabarán todos muertos, como el autor, y si después de eso nadie recuerda su obra, esa será la prueba indiscutible de su mediocridad.


Algo que no sucede con Cortázar, de quien Zafón se apropia de un título dándole la vuelta para encabezar su artículo en el magazine de Levante de hoy. A Cortazar lo leí hace mucho tiempo, pero todavía me intrigan los menudos esqueletos de lémur entre los que bate su tiempo el corazón del agua, una línea enigmática que huye de la espontaneídad, cargada de profundo lirismo y que no parece construída pensando en la facilidad lectora. Lo mismo ocurre con Borges, con Carpentier, de quien leí una página de El Reino de este mundo que me emocionó tanto que, después de haber olvidado ese texto, sigo recordando la emoción que me produjo. Otros muchos escritores me han producido esa sensación, de ninguno he sabido, ni me ha interesado saberlo, cuanto había vendido, porque la relación entre el lector y el libro es personal, se construye en cada lectura, es ajena a la facilidad o dificultad de su texto, de no ser así, nadie habría leído el Ulises de Joyce, que todavía hoy, a pesar de la extrema dificultad de desentrañar su contenido, sigue leyéndose.


No me habría molestado en citar aquí a Zafón, un escritor que, después de haberlo leído, no ha despertado en mi el menor interés literario, de no ser porque de su artículo de hoy en el magazine citado, Los Autonautas de la Blogosfera, se desprende un tufo de desprecio, casi de conmiseración, por los pobrecitos comunicadores que se expresan en el ciberespacio desde el anonimato mas triste.


Este hombre, además de un escritor mediocre que vende mucho, es estúpido, superficial, al parecer solo entiende la escritura como un modo de llegar a las masas, como si el éxito editorial fuera algo relacionado con el placer y la calidad de la escritura, cuando suele ocurrir lo contrario. Solo la independencia absoluta y el anonimato permiten un trabajo creativo libre y consciente, y en la historia de la literatura abundan los ejemplos de escritores/as, que no vieron publicada su obra, también hubo pintores hoy eminentes que jamas vendieron un cuadro, aunque seguramente es cierto que otros como ellos nunca salieron del anonimato y permanecen desconocidos.


En cualquier caso, el ciberespacio es un soporte tan nuevo para la expresión escrita, que es difícil de definir todavía. Mostrarlo como un océano de botellas con sus mensajes olvidados, con sus voces innominadas condenadas a vagar por el desierto, es una de las tontas metáforas habituales de Zafón, quien, en su ignorancia del medio, subestima la potencia tecnológica y comunicacional de un soporte que tiene un futuro sin limites, mientras que los sótanos de las editoriales serán, en un tiempo no muy lejano, un cementerio de cadáveres antiguos, algo así como los yacimientos de Atapuerca, donde los historiadores de la literatura buscaran, en vano, alguno de los libros que escribió Zafón, sin encontrarlo.


No se porqué me molesto en contestar a un tío tan tonto, con tan escasa comprensión del hecho literario. El dice que quienes escribimos aquí somos unos tipos coléricos. Será por eso.


LOHENGRIN. 29-06-08.

1 comentario:

  1. Menos mal que alguien habla claro sobre los éxitos editoriales que despues se diluyen como la niebla a la salida del sol. Y aún hay quien compró la segunda parte!!!!!! Bien clara si dejas tu opinión.

    ResponderEliminar

Comentarios