martes, 24 de junio de 2008

LA CULTURA

La Consellería de Cultura de Heliópolis, junto a la de Bienestar Social y la de Educación, son tres recursos de maquillaje para que parezca que la gran ramera, en su versión local, la derecha cutre de toda la vida, gobierna para todos. Esa derecha pedestre y corta de vista siempre ha considerado una pérdida de tiempo y de recursos prestigiar los bienes culturales y de alcance social entre las clases populares, entre otras razones porque, desde su posición de gente ignorante y zafia, solo inclinada a la acumulación del patrimonio material, teme la competencia de los nuevos talentos desligados de la trama oligárquica que llevan tejiendo sus familias durante siglos.


Estos tres entes que tienen por finalidad administrar recursos para bienes de contenido social, cultural o educacional, se dedican en la práctica a una política presupuestaria miserabilista, con el fin de liberar fondos destinados a otras áreas mas rentables políticamente. Por eso, la consellera de cultura, quien gusta sobre todo de inaugurar las exposiciones del Ivam –si están interesados por el arte no acudan a esos actos, tan concurridos por advenedizos que se interesan por su propia promoción, mejor, vayan unos días después, se disfruta mas-- ha rebajado la dotación mínima de libros que las bibliotecas públicas iban a recibir a la mitad. No están echas las delicias literarias para los ojos del asno, habrá pensado. He ido esta mañana a la biblioteca del barrio y, como no habían llegado las esperadas novedades he debido conformarme con Viajes por el Scriptorium, de Paul Auster, y Los Girasoles Ciegos, de Alberto Méndez, que tampoco están mal. Eso, si, la consellera tiene la cara dura de reclamar al gobierno central algo mas de dos millones de euros para los fondos que no se molesta en repartir, porque, total, dice con un cinismo elitista, se van a quedar en las cajas.


En cuanto al conseller de Malestar Social, su principal motivación es estar siempre presente en la pomada de la política, para eso es miembro del Opus, y por eso siempre está en alguna parte, en representación de la cofradía a la que se debe, y el bienestar que le interesa es, sobre todo, el de los suyos, que no se sentirían cómodos sin esa representación activa de sus intereses.


Unos motivos mas evidentes aún si hablamos de Font de Mora, conseller de Educación en barracones, cuya familia, a quien no se puede negar cierta cultura y olfato políticos, tuvo un Conseller cuando gobernó la izquierda y ahora tiene otro gobernando con la gran ramera, con lo que demuestra un sentido familiar de la política pública, como el de los Fabra, los Camps, y los Corleone.


Probablemente, lo ahorrado en libros por la consellería de cultura, lo no gastado por la de Bienestar Social, y lo diferido para otros años por la de Educación, mediante el fácil procedimiento de retrasar las necesarias inversiones, servirá para financiar las estructuras que se están montando en el circuito de Fórmula 1,-- esperemos que tengan mas cuidado con los bulones-- evento que se ha traído a Heliópolis con el argumento de que potenciará la economía del sector servicios, lo que seguramente así será, pero cuyas oscuras fórmulas de contratación han pasado por las non sanctas manos del yerno de Aznar, cuyo apellido impronunciable parece una onomatopeya que para mi mala suerte me escucho articular con demasiada frecuencia, desde que tengo las vías respiratorias demasiado congestionadas.


En resumen, estos tres maquilladores al frente de las consellerías responsables de tender redes de contenido social para el bienestar, la cultura y la formación ciudadana, de día, a la luz de las cámaras, parecen tejer la trama de esas redes laboriosamente, pero, en cuanto anochece, aprovechando la nocturnidad impune, las vuelven a dejar llenas de agujeros, porque nadie, en su gobierno, ha creído nunca que sea un objetivo político mejorar los niveles de bienestar, de cultura, de educación, entre los votantes. Estos especialistas en cosmética saben que, cualquier acción de gobierno de su competencia mas allá del maquillaje que lograra esos fines, tendría como consecuencia inmediata que los ciudadanos, mas informados, mejor formados, mas críticos con su gestión, los echaran a patadas de sus sillones.


Lohengrin. 24-06-08.

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