miércoles, 5 de noviembre de 2008

COLAS, DESALOJOS Y DEMOLICIONES.

Anoche, mientras veía la CNN desde la cama, me pareció entender que las colas de votantes en USA alcanzaban una dimensión sin precedentes en los últimos años, aunque al parecer el mal funcionamiento de algunas máquinas que recogían el voto, las alargaba mas de la cuenta. Esta mañana, mi mujer, que se despierta antes que yo y oye la radio, me lo ha dicho. --Ha ganado Obama- lo que me ha producido una sensación ambivalente. De un lado, el alivio de perder de vista a la dinastía Bush, que metía el cazo en la política americana ya desde los tiempos de Reagan, cuando Bush senior formaba parte del triunvirato que gobernaba a la sombra del actor. Por otro lado, el sentimiento de que se han depositado demasiadas expectativas en un solo hombre, y que deberíamos recoger velas y esforzarnos individualmente cada uno de nosotros en corregir nuestro propio rumbo, porque pedirle a un político que haga milagros para todos, parece de otra época.

En Heliópolis las colas florecen también. Un fenómeno igualmente sin precedentes recientes. En este caso se trata de las colas del Inem, encargado del registro del desempleo, como en el resto del país, aunque en unos sitios, las colas son mas largas que en otros. El vocero de los patronos, representante de la CEOE, ha dicho –eso me ha parecido entender-- que su servicio de estudios estima que los parados llegarán a tres millones. Teniendo en cuenta que ya exceden, ahora, de los dos millones ochocientos mil, uno no entiende la necesidad de mantener un servicio de estudios, que dice cosas tan obvias.

Hay otras colas igual de frecuentadas que las del Inem. Son las de los juzgados que se ocupan de los concursos de acreedores que afectan a las empresas con dificultades financieras, eufemismo que sustituye a la antigua ley de suspensión de pagos. Aunque, en la práctica, los juzgados que entienden de esos asuntos poco pueden hacer, aparte de expedir el oportuno certificado de defunción a las empresas por su muerte súbita, formalmente, los acreedores pueden personarse en esos procedimientos concursales, con la esperanza de cobrar algo, como quien juega a la lotería.

Cuando yo era niño, eran frecuentes las colas para todo, pero no voy a aburrir a nadie contando batallitas. Dejemos aquí, pues, lo de las colas y pasemos a los desalojos.

En Heliópolis han procedido al desalojo de un piso porque había allí mas de cinco mil libros. Cinco mil libros, la verdad, no parece una cifra tan peligrosa, pero al parecer los vecinos han atribuído grietas en sus techos al peso excesivo de los volúmenes. La policía local ha sido la encargada del desalojo. La verdad, una medida tan extrema parece mas propia de aquella película de anticipación, Fharenheit 451, en la que la policía quemaba las bibliotecas en la plaza pública, por que el libro era considerado un objeto subversivo y peligroso, que de un país que tiene uno de los índices de lectura mas mejorables del continente europeo.

Además, un colectivo okupa ha sido desalojado de la casa que ocupaba en el Cabanyal, en la calle San Pedro, 11, según informa “Levante”, como parte de una acción mas amplia que incluye otras medidas, de las que ahora hablaremos.

Si hablamos de desalojos, se lleva la palma USA, donde los habitantes de las casas hipotecadas que no pueden hacer frente a sus hipotecas, están metiendo las llaves en un sobre que envían a las entidades financieras y luego desaparecen, sin que se sepa cual es su nuevo destino, aunque cabe imaginarlo. Lo probable es que, en la mayoría de los casos, sea la calle.

Aquí, la medida de Zapatero de facilitar una ayuda de quinientos euros a quienes tienen hipoteca, y no tienen ingresos suficientes para atenderla, ha sido contestada por un vocero de la radio de los obispos, con el argumento de que solo alargará su agonía financiera. Cada uno tiene un punto de vista. En USA, las minorías mas desasistidas que han votado a Obama, seguro que no opinan como Jiménez Losantos y estarán expectantes ante las medidas que tome. A ver que pasa.

El desalojo del Cabanyal, al que me he referido, se inscribe en un plan de demoliciones de cinco casas, pero en la lista hay hasta 99. Al parecer, una sociedad mercantil, Cabanyal 2010, que en sus inicios fue una sociedad mixta, formada por promotores y administración, ha sido abandonada por los promotores, por lo que, ahora mismo, la única responsable de los desalojos y las demoliciones es la administración.

Mas nos valdría, en lugar de demoler casas en un barrio que tiene un trama vecinal y convivencial muy arraigada, hacerlo en los numerosos desiertos urbanísticos que han surgido como los hongos en lugares del territorio que nunca debieron ser ocupados. Pero la demolición, como otras medidas políticas, suele ser selectiva y está en relación con el grado de influencia política de los desalojados, y su capacidad de oponerse a quienes los desalojan.

Lo que nos lleva de nuevo a Obama. Para cumplir algunas de sus promesas, antes tendrá que demoler los muros de un sistema refractario, cuyos mas conspicuos representantes se van a oponer a su desalojo. Como ese muro ofrece algunas grietas por la crisis financiera, no será difícil meter el pico comenzando por el flanco mas castigado por el derrumbe parcial del sistema, pero ese muro es muy grande, por lo que habrá que esperar a ver hasta donde llega la capacidad de demoler lo viejo y construir lo nuevo.

Lohengrin. 5-11-08.

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