domingo, 2 de noviembre de 2008

EDUCACIÓN

En Heliópolis tenemos un conflicto con la educación, innecesario, por otra parte, creado por un Conseller que actúa como si la educación fuera suya, cuando a el le han puesto ahí solo para administrarla. Los titulares gordos de la primera de “Levante” nos brindan hoy una síntesis de la filosofía político educativa de Font de Mora. “Hay un sector radical que busca hacer política desde la educación.”. “La Ciudadanía en inglés no se modificará; solo puede pedir mi cabeza quien me nombró.” “Algunos creen que mi labor es hacer colegios, subirles el sueldo y callar".

He leído sus declaraciones integras, señor Font de Mora, y no me parece que los entrecomillados estén fuera de contexto, así que supongo que no veré dentro de unos días la coletilla habitual de “Se me ha interpretado mal, yo dije otra cosa”, ahora tan de moda con los libros sobre la monarquía. Hecha esta aclaración, analicemos la síntesis del mensaje.

Naturalmente, la educación es política, faltaría mas. La educación tiene como misión esencial ayudar a que los jóvenes, futuros sujetos de derechos y obligaciones ciudadanas, además de personas que deben integrarse en las mejores condiciones posibles en los sistemas productivos y de convivencia de un país, sean, al final de los ciclos educativos, personas lo mas formadas e informadas que sea posible, para que puedan ejercer en libertad esos derechos ciudadanos, y sean conscientes de sus obligaciones con la sociedad que ha dedicado los recursos necesarios para obtener esos resultados.

Cuanto mas formada e informada está una persona, es mas difícil de manipular. De ahí el contenido radicalmente político de la educación.

Por si hubiera alguna duda del trasfondo político de la educación, ahí está el sector privado de la enseñanza, en Heliópolis vinculado a la iglesia, que no solo forma e informa, sino que perpetúa unos valores determinados, no siempre congruentes con las leyes civiles. Eso es política, en estado puro.

La radicalidad de la política en la educación no está presente solo en un sector, mas o menos minoritario, sino que es consustancial a todo el sistema, sobre todo, en la enseñanza privada.
Ahora hay una contestación a esa situación, pero el principal responsable es, precisamente, el propio Conseller, que debería haber actuado con mas mano izquierda, en lugar de avivar el fuego.

“Solo puede pedir mi cabeza quien me nombró”. En esta afirmación se percibe una concepción “orgánica” de la democracia. Porque a su jefe, le nombraron los electores, y en democracia, la voluntad soberana reside en el pueblo, que está por encima de sus delegados temporales. Si usted ha soliviantado a un número considerable de personas, y hay un clamor popular que reclama su dimisión, lo suyo es que se vaya, señor Conseller, abriendo así una puerta a la solución del conflicto.

“Algunos creen que mi labor es hacer colegios, subirles el sueldo y callar.” Naturalmente. Usted está ahí, entre otras cosas, para que los miles de alumnos que estudian en barracones, dispongan de instalaciones dignas. Lo de subir el sueldo, solo cuando toque. No creo que le exijan que calle, pero en todo caso, a la vista de los muchos dislates que dice con frecuencia, es obvio que no lo han conseguido.

Su contumacia en el error, “La Ciudadanía en inglés no se modificará”, sirve para exacerbar el conflicto, no deja ninguna puerta abierta a la negociación, revela una concepción estrictamente jerárquica de la política, y es un argumento mas que suficiente, no ya para que dimita, sino para que se le cese. Porque un Conseller se nombra para resolver problemas, no para crearlos y el problema no es la asignatura de Educación para la Ciudadanía, el problema es usted.

Pero claro, usted solo cumple órdenes de arriba, por tanto es improbable que se produzca alguna dimisión o cese, a menos que la situación empeore hasta el extremo de que, quien le ha dado las ordenes, quien le sostiene en el cargo, decida cortar su cabeza, si el coste político de mantenerla se hace insoportable.

Lo que nos lleva al tema de la política del partido popular en Heliópolis. Muchos ciudadanos, cada día mas, (pido disculpas por no precisar las cifras, se conocerán en las próximas elecciones) estamos hasta los huevos de la política educativa de Camps, y no solo de la educativa, pero nos la tenemos que tragar, de momento, porque las urnas así lo decidieron.

Si será importante la educación y tendrá efectos en la política, que gracias a la falta de formación e información de generaciones anteriores, que no cultivaron cuando tocaba su sentido crítico, la derecha política hace y deshace como le da la gana en Heliópolis, ante la indiferencia de la mayoría de los electores. ¿Será esa la razón por la que se empecinan en dar Ciudadanía en inglés? No quieren ciudadanos mejor formados e informados, no los podrían pastorear por medio de la propaganda como hacen ahora.

Lohengrin. 2-11-08.






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