"He bajado a tomar café a una franquicia muy popular en el barrio, porque el Maravillas está cerrado. Me encontraba sentado junto a una mesa, al lado del gran ventanal, sorbiendo mi café con leche, con azúcar, para recuperar el gasto de glucosa de tres días de pateos en Denia, cuando le he visto entrar. Un tipo alto, metro ochenta, vestido con vaqueros y una camisa ibicenca amarillo canario, con el cabello peinado hacia atrás y una melena incipiente en la nuca. No habría llamado mi atención de no ser por el modo de sentarse.
La barra estaba atestada de clientes, sentados en las banquetas, mirando de frente a la camarera, pero el hombre que acababa de entrar, que parecía haber rebasado los sesenta años, se sentó de perfil, componiendo una estudiada figura que parecía la representación de un alto dignatario del antiguo Egipto.
Me fijé en esa actitud que parecía elaborada para hacerse notar, pero cuando el hombre hizo su pedido, lo tuvo que repetir varias veces, no solo porque, al estar de perfil, la camarera no le oía, sino porque solo tenía un hilo de voz que contrastaba con su sólida presencia. Mientras esperaba su pedido abrió el diario Marca por una página cuyos grandes titulares eran visibles desde el lugar en el que me encontraba. El Real Madrid, con su nuevo equipo, puede ganar todos los títulos. Algo así.
El hombre que tomaba café de perfil miró el titular y con un gesto de repugnancia, apartó el periódico a un lado de la barra. Evidentemente, no era madridista. Mientras sorbía lentamente su café con leche, yo pensaba que hay algunas personas que van por la vida de perfil, tratando de hacerse notar, pero en la intimidad son seres de una timidez algo taciturna, menesterosos emocionalmente, les cuesta comunicarse con los demás y tratan de resolver esa fragilidad viviendo de perfil. Con esa actitud hierática, soberbia, tratan de convertir su inhibición en una expresión de superioridad distante, para ocultar su fragilidad, pero a los que tomamos café todos los días en los bares y tenemos una cierta capacidad de observación no pueden engañarnos.
Satisfecho de mi infalible capacidad de observación, de mis racionales conclusiones sobre la naturaleza humana, estaba a punto de pedir la cuenta, --un café con leche, un zumo de naranja natural y una tostada con aceite de oliva, 3 Euros con cincuenta-- cuando un gesto del hombre que seguía en la barra, tomando café de perfil, ha derruido toda mi frágil construcción teórica sobre los hombres que toman café de perfil.
Me he dado cuenta, de pronto, de que aquel hombre estaba en aquella posición singular, diferente a la de todos los demás clientes, porque con un ojo miraba a la camarera y con el otro a una clienta sentada fuera, que le devolvió su mirada estrábica de un solo ojo a través del ventanal, con un cierto aire de interés.
He vuelto a casa con la convicción, que a veces olvido, de que la psicología es para los psicólogos y que es absurdo tratar de obtener conclusiones sobre la realidad observada porque, la mayoría de las veces, nada es lo que parece."
En fin. Todavía no he leído el periódico, así que no se me ocurre nada mas para la entrada de hoy. Ustedes perdonen.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 8-08-09.
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