lunes, 31 de agosto de 2009

LATÍN

En algún sitio he leído, estos días, que Cañizares, Cardenal de la iglesia romana y Ministro del Vaticano, ha pedido la misa en latín. Pronto pedirá que vuelva la maxifalda, que se incorporen las torturas de la antigua Inquisición –esa a la que se refiere ahora Rajoy, casi cada día-- a los procedimientos cotidianos de la Congregación para la doctrina de la Fé, y que la práctica de la confesión sea sustituida por la pena de muerte, como único modo de cazar a los reincidentes, que suelen ser casi todos los que se confiesan.

La Empresa vaticana parece estar en caída libre hacia el concurso de acreedores, la liquidación y la disolución, porque desde hace decenios, los consejos de administración que la gestionan suman mas años que su propia historia, y con esa imagen de marca los nuevos clientes dejan de acceder al supermercado de la Fé y las filas de los que aún conservan su tarjeta de crédito celestial clarean cada vez mas.

No tendría porqué ser necesariamente así, pero eso es lo que pasa cuando una institución opta por la Gerontocracia como sistema de gobierno, reclutando a los mas viejos, los mas chochos y los mas viciosos –la preferencia de Benedicto por las sandalias de lujo, en lugar de esas de plástico con agujeros, dicen que es un auténtico vicio-- en lugar de echar mano de sus hombres mas preclaros, tipo Teilhard de Chardin, de mi amigo Eutiquio, el cura obrero, o del predicador ese de la tele digital que sacan de vez en cuando en la Sexta, que es un tanto singular, pero tiene unas condiciones de vendedor de teletienda que no veas.

Poner a un viejo al frente de una importante sección vaticana no es intrínsecamente malo, no se me vayan a enfadar los viejos. Pero está demostrado que, si uno es conservador, cuando envejece se vuelve reaccionario. Si eres otra cosa, te vuelves, simplemente, tonto, que es menos peligroso.

Hay algo autodestructivo en la insistencia en los comportamientos hondamente reaccionarios del aparato gerontocrático vaticano posterior al concilio vaticano II. Uno se pregunta como esa destructividad no ha sido detectada a tiempo en todos aquellos que han alcanzado la cúspide de la
burocracia vaticana, con tantos maestros como les han conocido desde su ingreso en los seminarios.

La respuesta tal vez sea que a causa de la disminución radical de vocaciones, la población de educandos en los seminarios ha devenido tan escasa, que los criterios de selección de personal se han relajado, porque de haber exigido los niveles de excelencia que eran corrientes en la época de Teilhard, no habría sido posible cubrir las vacantes.

La Gerontocracia puede que tenga algún interés aún en ciertas tribus que viven en lugares remotos, si son los viejos los que conservan los secretos del conocimiento del duro medio en el que viven, pero una empresa global, dirigida a los mas variopintos mercados, con clientes potenciales de todas las edades, culturas y niveles socio económicos, debería dotarse de un consejo de administración mas ecléctico, mas ecuménico, donde estuvieran representadas todas las sensibilidades atribuidas a los diferentes segmentos de clientela a quienes se pretende ofrecer el producto.

Los reaccionarios con poder, en cambio, tienden a hacer una piña excluyente, se cierran en banda, impiden la necesaria renovación de los cuadros, crean una especie de nepotismo ideológico, y al cerrar el paso a la necesaria circulación de las personas y las ideas, aceleran la trayectoria hacia el concurso de acreedores, la liquidación y la disolución, de la institución a la que dicen servir.

Nunca estudié latín, y me declaro agnóstico, por lo que el asunto me queda un poco lejos. Pero hay algo del latín, que si me gusta. Carpe Diem. Disfruta el día. Una máxima hedonista que a todos nos sienta bien, seamos católicos, agnósticos o miembros de una tribu perdida en el Amazonas.

Carpe Diem. Que disfruten del día.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 31-08-09.

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