martes, 11 de agosto de 2009

UNA DE TERROR

El País de hoy lleva, en la 23, un artículo de opinión sobre la doctrina política occidental y África, escrito por Ben Ami, un hombre que por su experiencia de gobierno y sus contactos internacionales
puede ser considerado un buen intérprete de la mentalidad política contemporánea.

Algunos aspectos de su contenido me han parecido propios de una novela de terror, porque si las prioridades que Ben Ami defiende en el orden internacional representan, como parece, el predominio absoluto del pragmatismo sin el mínimo contrapeso de la ética, las consecuencias de su aplicación pueden ser dramáticas.

Comparto su punto de vista de que unas elecciones democráticas, si no van acompañadas de un comportamiento fiel a los principios democráticos que las inspiran, no garantizan el respeto a los derechos humanos, pero al afirmar que la estabilidad y el orden son necesidades previas –no simultáneas-- a los procesos de normalización democrática, Ben Ami debe entender que hiere la sensibilidad de aquellos que vivieron un otoño en el que la comunidad internacional estuvo de acuerdo en esas mismas prioridades para su país, y la espera duró cuarenta años.

Y que no me vengan con el cuento del contexto. El contexto siempre es el mismo, igual en España que en Africa, o Lima, gente corriente y gente aprovechada, para la que el orden y la estabilidad solo es una condición para desplumar aún mas a los mas míseros, agrandar la brecha de las desigualdades, y perpetuarse en el poder.

Prioridades. Veamos cuales son las prioridades que, según la doctrina del máximo pragmatismo, hay que observar para el buen orden internacional.

Clinton, con referencia a China. (la cita es de Ben Ami) (.. el orden y la estabilidad tienen prioridad sobre la libertad y los derechos humanos). Ben Ami, (El problema de África es el de la eficacia del gobierno, no el de las las elecciones y las constituciones de altas miras)

Un ejemplo perfecto de pragmatismo sin rastro de ética, el mismo que nos condenó a nosotros a cuarenta años de autocracia. ¿Cual es el problema de simultanear el orden y la estabilidad, dos conceptos que no aprecio especialmente, porque recuerdan la inmovilidad de la muerte, con las libertades formales y los derechos humanos? Alguno debe haber, que se me escapa.

¿No será que en una situación de orden y estabilidad, sin democracia, el flujo de las materias primas circula mejor?

El orden y la estabilidad que han funcionado hasta ahora, nos han conducido a la mayor situación de desorden e inestabilidad económica y financiera, desde el fin de la segunda guerra mundial. ¿Hay que seguir vendiéndolos, o hay que devanarse los sesos para encontrar algo mejor?

Sigamos con el artículo, (El orden y la estabilidad, aun sin derechos constitucionales, es lo que legitima a países como Libia y Túnez ante la comunidad internacional) ¿Y, porqué no, orden y estabilidad con derechos constitucionales? Eso ya sería la hostia, no?

Estoy hasta los huevos del pragmatismo sin rastro de ética, empiezas con lo del gato negro, gato blanco, lo importante es que cace ratones, y acabas con lo del Gal. Si la comunidad internacional se inclina por el orden y la estabilidad sin democracia como la mejor fórmula para hacer negocios, estamos listos. El escenario al que conducen esas mentalidades demasiado extendidas, no es otro que una puesta en escena que no tiene nada que envidiar al mas extremo relato de terror.

Ben Ami, para mayor escarnio, es vicepresidente del Centro Internacional de Toledo para la Paz.
Con amigos así, uno no necesita enemigos.

Por cierto, tanto Ben Amí, como Felipe González y Aznar, estarían mejor en un monasterio, purgando sus excesos de pragmatismo, en lugar de en los foros de opinión. Ya no son necesarios sus consejos, que se vayan de la vida pública y dejen al campo libre a otros menos pragmáticos y algo más éticos, seguro que los hay.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 11-08-09.

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