jueves, 13 de agosto de 2009

LAS BOMBILLAS

Sebastián, el ministro al servicio de la Industria, a quien todos acuden cuando quieren subir las tarifas energéticas, mantener en funcionamiento una central nuclear obsoleta, chupar de un plan Renove, renovar una concesión minera y cosas así, cuando por fin ha quedado un poco libre de tanto compromiso urgente, ha cumplido su promesa de facilitar, sin coste aparente para los ciudadanos, las bombillas de bajo consumo prometidas al poco tiempo de hacerse cargo de su cartera ministerial. Hágase la luz.

Cuando se hacían quinielas sobre la posible remodelación del gobierno socialista, antes de que Solbes se marchara a la tranquila y dorada jubilación, yo apostaba en las páginas del Blog porque quitaran a Sebastián, porque me parecía un sujeto poco consistente, que hacía declaraciones improvisadas y prometía cosas que luego no cumplía. Ya ven, he resultado ser un impaciente. Sebastián, ha cumplido.

Esta mañana, después de evacuar mis residuos acumulados de tres días, –-temo que padezco colitis espástica, me lo tendré que mirar-- afeitarme, ducharme y aplicarme el oportuno champú dermatológico, he ido al banco –vestido-- a retirar lo que mi mujer llama la limosna semanal, y después me he dirigido, con el papelito recibido junto a la factura de la luz, con su código de barras, a la oficina de correos mas próxima.

La oficina ha sido remodelada de un modo más amplio que el último gobierno. Se han comido el almacén, –para que quieres un almacén, si nadie escribe ya cartas de amor, que han sido sustituidas por el sexo virtual en Internet-- y ahora hay un espacio extenso para atender al público, diseñado como si fuera el despacho de Hitler, de modo que tienes que andar un buen trecho para acceder al mostrador donde están los funcionarios, –no se si son funcionarios o empleados del Deutsche Bank que por lo visto también hace de cartero. Los banqueros, es que le dan a todo.

Me he puesto en la cola de las bombillas –no muy concurrida, la verdad-- hasta que alguien me ha advertido de que tenía que coger un papelito de un dispensador con el número del turno. Mientras esperaba que apareciera en la pantalla mi número de orden, he visto una caja de cartón a la derecha del mostrador, que parecía contener las bombillas y, sorpresa, llevaba impreso el anagrama de un grupo empresarial con sede en Madrid, para el que trabajé hace unos años.

Les puedo asegurar que, al menos hasta que me fui de ese grupo porque expiró mi contrato, no fabricaban bombillas. Si quieres comprar una bombilla ha de ser a un holandés, Philips, o a un alemán, Osram/Siemens, pero a un grupo industrial de Alcobendas, tan obsoleto que tuvo sus días de gloria con sus suministros al viejo ferrocarril y Dragados -ahora no se como se llama- lo compró de saldo para aprovecharse de sus contratos de semáforos y señalística electrónica con la D.G.T. y los Ayuntamientos, la verdad, no.

Por cierto que quien lo vendió, -el grupo de Alcobendas- invirtió el producto de la venta en esas franquicias tan extendidas, Coronel Tapiocca. Concertada la venta a Dragados, para evitar el hundimiento, yo no entendía porque el director financiero del grupo cuando me visitaba en Heliópolis en la empresa participada en la que yo calentaba un sillón, se interesaba tanto por los nuevos centros comerciales, hasta que, después del cambio de titularidad del grupo, supe que aquel ejecutivo, aunque cobraba del grupo, dedicaba toda su atención al futuro negocio de su antiguo patrón.

Le sustituyó un alemán, que, casualidad, había sido el gestor de Osram, --bombillas germanas, ya lo voy vislumbrando. No me creo que la bombilla que me ha sido entregada hoy, sin coste aparente para mi economía doméstica, haya sido fabricada por el grupo industrial de Alcobendas que ha mandado poner en ella sus siglas. Ustedes me dirán que es moneda corriente que, en los contratos con el Estado, los contratistas subcontraten cosas con terceros. La duda que tengo es si esto es así porque hay unas firmas especializadas en obtener contratos de lo que sea, dada su secular relación con las burocracias públicas, y quienes no están en ese club, no tienen mas remedio que recurrir a esos intermediarios para colocar sus productos, o se trata de otra cosa.

Si las bombillas son alemanas, como supongo, la operación, cuyo coste para las arcas públicas debe de ser, al menos, significativo, habrá supuesto una nueva inyección de dinero para la economía germana, como ya es tradicional desde que nos compramos los primeros Ave's y se privatizó Correos. También para el grupo de Alcobendas, que solo habría actuado como intermediario.

Puede que todo esto solo sean especulaciones gratuitas, y la operación bombilla sea algo totalmente luminoso, transparente, pero si algo distingue a la prensa tradicional de las improvisaciones de Blog es su capacidad para dedicar recursos al periodismo de investigación. Les brindo, sin ningún interés material por mi parte, esta posible linea de investigación. Cosas así, aparentemente insulsas, a veces
hacen que se conmueva la solidez de algunos ministerios.

Acaba de entrar mi mujer, ha dado un vistazo a la pantalla y me ha dicho:

--Eres incorregible. ¿Tu no tienes la bombilla y ellos el dinero? Pues todos contentos. Deja esa mierda ya y vamos a comprar a Mercadona.

Pues eso. Agur.

P.S. Chinas, las bombillas son chinas. Como no veo ni torta, no había reparado en la letra pequeña de la caja.Los de Alcobendas,¿Las habrán comprado en un Todo a
un Euro?


LOHENGRIN (CINERLOHENGRIN.COM) 13-08-09.

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