PRENSA, JUSTICIA, DINERO.

¿Quién dijo que la justicia es lenta y funciona mal en este país? Lees la prensa de un domingo cualquiera de agosto y la mitad de los contenidos se ocupa de asuntos que salen de una frenética actividad justiciera de magistrados, fiscales, síndicos, pasantes, abogados de apellido duplicado y oficiales de notaría, impropia de un cuadro funcionarial, de un poder independiente, a los que históricamente se les ha reprochado darse a la molicie en los meses de caló y dejar los sumarios empantanados.

Va a ser que Bermejo, antes de irse de montería para no volver, dejó firmados los libramientos de los fondos necesarios para dar un poco mas de agilidad a su departamento, porque la justicia, como todo, si no le das un poco de grasa dineraria, no funciona, como los castizos madrileños dejaron bien establecido al llamar a la Plaza de Castilla, centro crucial de la actividad judicial del país, plaza de la astilla.

Es posible que la causa de la omnipresencia judicial en los diarios sea otra, y se derive del hecho de que los políticos, antes las principales fuentes de noticias de los diarios canallas, y de los no canallas, se dedican a enviar sus cosas enlatadas, a mantener una distancia saludable de los informadores, prescinden de las ruedas de prensa y sus declaraciones sin preguntas parecen textos de decretos ministeriales. Yo creo que esto si que es denunciable, pero, ¿adonde vas a denunciarlo?,
si las oficinas judiciales parecen ahora portavocías de los gobiernos y las oposiciones, y no dan abasto a cubrir la nueva actividad que antes era privativa de los periodistas.

Durante un tiempo se argumentó por sesudos analistas que política y prensa constituían una amalgama de intereses comunes, aunque diferenciados por partidos políticos y medios. Rotos esos vínculos por el dontancredismo político, que ha sustituido esa fluidez por un enrocamiento distante y altanero, las fuentes de información se han desplazado de los gabinetes de prensa de los ministerios, a las denostadas oficinas cutres de las dependencias judiciales, ahora rehabilitadas con la presencia incipiente de la informática, pero como no se ha dado a los funcionarios la formación técnica suficiente para el uso eficiente de esos cacharros, a veces pinchan una tecla que no es y un correo electrónico destinado a un juez de instrucción, puede ir a parar, por error, a la redacción de un periódico.

Mientras los poderes ejecutivo, legislativo y judicial, andan revueltos en un lío propio de un período de adaptación de la justicia decimonónica a la era cibernética, el poder del dinero, ese que a Montesquieu se le olvidó incluir en su ya clásica colección, va a lo suyo.

Va usted a pedir un préstamo para comprarse un coche, pongamos un Golf, y le clavan un diez por ciento de mucho interés. ¿Pero no habíamos quedado en que el Euribor está por los suelos, que la inflación es negativa, que los precios bajan a velocidad de Decrecimiento? Si. Pero eso se aplica únicamente a los depósitos en cuentas a la vista y de ahorro. Ahorras cuatro cuartos y antes de que te des cuenta, los banqueros, con las comisiones de mantenimiento, por apuntes, los gastos de correo, la tarjeta, yo que sé, te han desplumado como a un pollo de corral, con la mayor impunidad, pero eso es poca noticia, porque ahora las fuentes de información están en otra parte.

Los consejos de administración de la banca privada están encantados con el protagonismo de lo judicial en los flujos informativos y de opinión, porque en medio de ese ruido nadie se ocupa de ellos, y ya se sabe que el dinero lo que mas aprecia es el sigilo, la discreción y la buena educación.

Este mes de agosto pasará a los anales de la historia de la comunicación como aquel en el que el peso de las fuentes de información cambió de signo y quienes miden sus contenidos teniendo en cuenta su relevancia relativa, se verán obligados a buscar un adjetivo que describa con suficiente precisión ese fenómeno. Yo no pienso hacerlo. Llueve, y la melancolía de la lluvia me da cierta pereza.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 9-08-09.