sábado, 29 de agosto de 2009

LA FRASE

Los Presidentes de Gobierno –todos- deberían estar obligados, por ley, a lanzar sus mensajes a los ciudadanos acompañados de las preceptivas coordenadas espacio temporales fiables, porque al no hacerlo así, sus palabras quedan flotando en el limbo de la ambigüedad que caracteriza el lenguaje político y nunca sabes si van o vienen.

“Lo peor de la recesión económica ha pasado”, el titular lanzado por Zapatero y recogido por la prensa escrita es un ejemplo de esa ambigüedad. Puesto que el mismo Zapatero negó en su momento la existencia de esa recesión, y luego puso el énfasis en su carácter de pandemia internacional, de virus importado, ahora, con esa declaración, no sabemos si la buena nueva se refiere a otras economías que, efectivamente, parecen recuperarse, o a la nuestra.

No sirve que a continuación se matice que aún nos esperan meses difíciles, sobre todo porque la economía no es un todo uniforme, y los que están algo informados saben que el horizonte de recuperación de sectores básicos de esa economía, según todos los analistas, se mide en años, no en meses.

Del mismo modo, cuando se anuncian medidas sociales o económicas de gran calado y con un fuerte efecto presupuestario, un elemental sentido común indica que ese anuncio debería ir acompañado, de modo simultáneo, de una explicación de las fuentes que van a financiarlas, impuestos, deuda, lotería, tabaco, lo que sea.

No vale lanzar a la opinión pública una lluvia de medidas urgentes, que muchos compartimos, sin una mínima alusión a la cuenta de resultados, que solo aparece después, fuera de cacho.

Encima, cuando se declara que se va a gravar con el impuesto sobre la renta a los mas ricos, no se explica que las grandes fortunas personales y familiares están convenientemente blindadas en sociedades patrimoniales y, si como es previsible, la revisión de ese impuesto no alcanza directamente a esas rentas y patrimonios protegidos en los grandes despachos de inversión, cuando no en paraísos fiscales, la fraseología política deviene en humo y lo único seguro es que, entre otros, acabaran pagando los fumadores.

Todavía peor que la ambigüedad, es la apropiación de conceptos ajenos a la tradición y a la práctica política de los grandes partidos parlamentarios, para su uso demagógico. En alguna parte he oído o leído algo sobre una Ley de Economía Sostenible y me he meado en los pantalones. La sostenibilidad, medioambiental, social o económica, es un concepto con raíces antisistema, ecologistas y autogestionarias, y que los rodillos parlamentarios se lo intenten apropiar mediante una ley solo indica el peligro inminente de que se vacíe de contenido.

Una Ley de Sostenibilidad de lo que sea, sin una fuerte conciencia ciudadana previa que la impulse a través de potentes organizaciones sociales, ecologistas, participativas, como sucede en algunos otros países, puede que sostenga algo, pero será algo sin contenido. Hay mucho camino por recorrer en términos de conciencia ciudadana y participación, antes de llegar a eso.

Pero aquí estamos acostumbrados a poner el carro delante de los bueyes, porque lo único que se considera urgente sostener son los sondeos de opinión, a golpe de declaraciones ambiguas, carentes de referencias espacio temporales fiables y de explicaciones de los costes y beneficios de las medidas que se proponen.

No creo en la política demasiado, pera ya que está ahí, lo menos que debemos exigir los que la sostenemos con nuestros votos, es que sea seria. Solo eso. Seria.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 29-07-09.

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