martes, 25 de agosto de 2009

¿FUÉ CORRUPTO EL DUQUE DE ALBA?

No hablo de los Alba de ahora, aficionados a la hípica, los toros, el flamenco y a recibir subvenciones, entre otras, de la Comunidad Europea, no van a ser menos que la reina de Inglaterra, sino de aquel que puso picas en Flandes, con cabezas ensartadas en ellas, de tal modo que aún a los niños holandeses de ahora mismo se les aterroriza con la expresión, --Que viene el de Alba- lo que contradice un tanto la visión humanitaria que Aguirre, el cura consorte, expuso en Flandes cuando estuvo allí.

Cuentan que uno de los soldados de aquellos tercios, llamado Pedro Ximénez, trajo unas cepas a España de una variedad de uva desconocida aquí, que recibió su mismo nombre, y gracias a él ahora podemos cocinar un par de rabos de toro, añadiéndoles media botella de ese vino, y quedar como dios con los invitados.

Pero no voy a hablar de vinos, sino de corrupción, porque he dormido bien y no me importa recurrir a la ucronía para enfocar el asunto. Alvarez de Toledo guerreó toda su vida por cuenta de Carlos V –ese cuya representación escultórica está en el claustro del Museo del Prado con una polla en la mano-- y en pago a sus servicios, el emperador recalificó terrenos para él en la mayor operación inmobiliaria que se ha hecho nunca en la historia de este país, hasta el punto de que aún hoy, según Wikipedia, descontadas un par de fincas expropiadas, sus sucesores todavía conservan en su patrimonio mas de treinta mil hectáreas, porque para eso se hizo una guerra civil en España, para salvar los latifundios de la Reforma Agraria, además de para eliminar a los enemigos de la Fé.

Como a Carlos V todo le pareció poco para su guerrero el duque, aún le hizo el último favor de mandarlo a una expedición póstuma, cuando ya estaba muy enfermo y quebrantado, para tirárselo de encima.

Imaginen lo que ocurriría ahora si al jubilar al Jefe del Estado Mayor de los Ejércitos, se le asignaran propiedades por la décima parte de las que se recalificaron para Alvarez de Toledo. Las redacciones de los mas leídos medios escritos del planeta lo sacarían en primera, y en todos los titulares aparecería la palabra, Corrupción.

En conclusión, el de Alba, aquel que aún es el terror de los niños holandeses actuales, no puede ser calificado, en términos históricos, por lo del contexto, de corrupto. Sería una ucronía. Algo fuera de su tiempo. Tampoco de humanitario. Aguirre se pasó.

La ucronía no sirve para nada, salvo como introducción de lo que viene ahora, porque hablar de corrupción en la sociedad estamental de la época, es como hablarle a un marciano de la Real Sociedad de San Sebastián, con perdón.

En la Sociedad estamental no se hablaba de corrupción –supongo, no soy un especialista en Historia-- pero el teatro clásico nos ha dejado abundantes ejemplos de los abusos de los señores sobre sus vasallos, con los que, a cambio de su vasallaje, tenían ciertas obligaciones y límites, que no cumplían. En este caso, no es ucrónico trasladar esos abusos a la época actual, solo hay que sustituir la relación de vasallaje por la que une al elector y al político poco honrado. En ciertos casos, esos abusos, esa ausencia de límites, recibe, ahora si, el nombre de corrupción.

La justicia del rey ha exonerado, por medio de un tribunal cuyo auto se puede recurrir, a Paco Camps, duque de Heliópolis y Marqués de la Fórmula 1, --acaba de comprar ese título por noventa de nuestros millones-- de las imputaciones de cohecho en el ejercicio de su cargo público que se le atribuían. De momento, el duque, este duque, no es corrupto, pero al igual que el teatro clásico nos ha contado los abusos de poder de otras épocas, alguien escribirá la historia completa y documentada de los abusos de poder perpetrados desde nuestro régimen autonómico y ese relato, que esperemos no se demore demasiado, alcanzará la categoría de Best seller.

Ateniéndonos a esa resolución judicial, aunque se pueda recurrir, hemos de concluir que el duque, este duque, no es corrupto. Pero entonces, podemos intuir que es bobo. Porque hace falta ser bobo para dejarse enredar por un pijo como el barón de Costa y sus raras amistades, que le han costado al duque nada menos que la renuncia para siempre a sus aspiraciones de contar en la política nacional.

He leído que el Emperador Rajoy, de la rama gallega de los Austrias, viene a Heliópolis pronto para participar en una cena en la plaza de toros, con la intención de agradecer al duque Camps el inmenso favor que le ha hecho, con su bobería, al quitarse de en medio, el solito, de la selecta nómina de aspirantes a quitarle el título.

He leído que la corte de Camps va a sufrir cambios, que la va a remodelar, palabra que sale en los periódicos con frecuencia parecida a la de corrupción, porque parecen estar vinculadas. Tal vez, mande al barón de Costa de embajador a Flandes, o no. El sabrá.

Los demás, los vasallos, si no toman conciencia de su vasallaje, igual se siguen comportando como tales por los siglos de los siglos. A mi me pilla algo lejos, nunca he avalado con mi voto a esa corte de los milagros.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 25-08-09.

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