lunes, 24 de agosto de 2009

ES LA GUERRA

Cuando Cebrián escribe que el gobierno está en guerra con los medios, hay que leer que, efectivamente, hay una guerra entre ambos, con independencia de quien la ha declarado. Si al leer
la letra pequeña, te enteras de que dicho conflicto ha estallado por las medidas legislativas de ese gobierno que, al parecer, favorecen a unos grupos mediáticos en perjuicio de otros, es inevitable percibir en ese desacuerdo un tufo guerracivilista, pues los medios afines al gobierno se alinearan con sus postulados, mientras que los ofendidos militarán en el bando contrario.

Establecido a partir de ahora ese estado de excepción, al leer un titular, se supone que pasado por el cedazo de la independencia y la objetividad, para interpretarlo adecuadamente, además de leer la letra pequeña que lo acompaña, tendrás que prestar oído al sonido de las sirenas y a las órdenes de ataque emanadas de los Estados Mayores que organizan las acciones bélicas estratégicas desde los despachos, porque el tamaño de las letras de un titular y la elección de la página que ocupará, son el equivalente al calibre de los obuses y misiles de la artillería y al terreno escogido previamente por los cartógrafos para librar esa batalla.

Esta beligerancia, aplicada a la primera página de El País de hoy, cuya mitad inferior han decidido los cartógrafos que sea el espacio destinado a las escaramuzas del día con un titular del máximo calibre, incluye la expresión 'precaria situación del Gobierno' y uno, desde su ingenuidad y neutralidad, aún después de leer la letra pequeña, percibe que, mas que una noticia, de lo que se trata es de un episodio del enfrentamiento abierto entre fuerzas hostiles.

Porque la noticia habla de algo que todavía no ha sucedido, una sentencia del Tribunal Constitucional que, al parecer, se conocerá en otoño, y ya he sostenido en otro lugar del Blog que aquello que aún no ha sucedido, pertenece al dominio del mito, no al de la realidad.

En esta guerra, como en otras, hay fuertes intereses económicos que operan desde la retaguardia, fabrican los cañones y proveen de munición, y comandos espías avanzados en las líneas enemigas con la misión de obtener información de los flancos mas débiles del contrario, para trasladarla a sus Estados Mayores, quienes la mantendrán reservada hasta el momento en el que consideren que su utilización puede ser mas dañina y ocasionar un serio percance al oponente.

No estamos hablando de teoría y táctica militar, nada de eso. En los próximos meses podemos asistir, si aguzamos la vista y afinamos el oído, a las sucesivas escaladas que, inevitablemente, acompañan a un conflicto de esta naturaleza.

Al final, todo conflicto entre poderes tiene un desenlace. Si se firma un armisticio entre las partes beligerantes, desaparecerán de las primeras páginas los titulares de grueso calibre anunciando con un tono oracular 'la precaria situación del Gobierno'.

Para situación precaria, la de los millones de jóvenes que malviven sin llegar a alcanzar niveles de subsistencia con continuidad suficiente que favorezca su independencia y su dignidad personal.
Esa situación dramática, de la que todos tenemos cerca algún testimonio, ha sido propiciada por poderes políticos de distinto signo desde la época del Felipismo, en una culpable insistencia en el despojamiento de derechos, unas veces por los efectos perversos y desafortunados de políticas equivocadas, otras veces, con la alevosía característica de la avidez patronal.

Es sabido que, cuando cedes un derecho, es muy improbable que lo recuperes. Los contratos temporales con contenidos basura se extendieron en este país con la buena intención de reducir el desempleo galopante existente cuando se introdujeron en el mercado laboral. El resultado a largo plazo de las medidas políticas tomadas a corto plazo es tan paradójico, que ahora los jóvenes se ven privados, no solo de derechos, sino de trabajo.

Esta si que es una guerra. Por favor, que alguien haga algo, ya. Sobre todo los jóvenes. En las próximas convocatorias electorales, que se provean de varias toneladas de tomates y los arrojen
sobre los rostros pétreos de los candidatos, para que se tiñan con el color de la vergüenza, ya que la mayoría son incapaces de expresarla sin esa aportación ajena.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 24-08-09.

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