viernes, 3 de junio de 2011

MAPA MUNDI

A los ministros y consejeros de Interior, en especial el del gobierno de Catalunya, aunque creo que este imbécil no tiene remedio, les conviene visitar la página del 15-M, portavoz en la red de este movimiento, pinchar el enlace Mapa Mundi y comprobar la presencia en España, Europa, África, Rusia, China, y otros lugares remotos, incluido el Continente Americano, de este movimiento de activistas que ha aparecido en España por primera vez, pero se extiende con la velocidad de las comunicaciones instantáneas que permiten las redes sociales. Supongo que la mayoría ya lo habrán hecho.

Quiere esto decir que, desde cualquier punto de vista, este fenómeno social y político no se puede tratar con la visión miope y localista con que lo ha hecho el gobierno de Convergencia en Catalunya, o como lo habría hecho Cotino, si le hubieran dejado, en Heliópolis.

No se trata de un puñado de desarrapados que ocupan un espacio público ofendiendo el sentido del orden y la 'limpieza' común a esas mentalidades caducas tan proclives a imponer el principio de autoridad, sin atender al principio de realidad, sino de un movimiento de activistas muy organizado, cuya extensión espacial, intercomunicación y objetivos compartidos, los convierte en una nueva fuerza social.

Este movimiento es aún incipiente, pero con un potencial de crecimiento y, sobre todo con una voluntad solidaria para hacer frente a los intentos de desmontarlo, que excede las capacidades represivas tradicionales que acostumbran a emplear las autoridades locales cuando se encuentran con fenómenos aparentemente semejantes, pero radicalmente distintos en sus contenidos y procedimientos del que ahora es visible en las plazas de las ciudades españolas y, de modo mas testimonial, en el resto del mundo.

Los propios integrantes del movimiento, conscientes de que necesitan dinamizarlo, están ensayando nuevas fórmulas para impedir su disolución, trasladándolo a los barrios, inventando nuevas acciones, nuevas formas de difundirlo, como, en el caso de Valencia, las pancartas en los balcones, la proyección de vídeos sobre edificios públicos, también la negociación con los comerciantes y residentes de los espacios públicos que ocupan, de un uso de esos espacios que no perjudique a los vecinos.

Mientras tanto, las asambleas y los debates se repiten en los lugares ocupados, en un proceso de aprendizaje que enriquece a quienes participan, o a quienes, simplemente, escuchan.

Ante esta situación, aunque no se manifiestan en público, los muchos partidarios del autoritarismo y tente tieso, murmuran entre dientes su impulso apenas contenido de dar a fin a estas manifestaciones espontáneas, libres y ajenas a los intereses de los partidos, por la vía rápida.

Convendría que reprimieran esas ganas de usar el garrotazo y tente tieso, como si estuvieran frente a una banda de delincuentes, en lugar de frente a un grupo de ciudadanos con plenos derechos.

Tengo plena confianza en que la mayoría de los responsables locales de este país, y los delegados del Gobierno, en particular los de Heliópolis, no son tan estúpidos como Felip Puig, ¿se llama así?, el Conseller de Interior de Catalunya, y sabrán tener la inteligencia, la prudencia, la contención, y la paciencia, para dejar que los activistas encuentren su propio camino para dinamizar su movimiento, encauzarlo, darle, si así lo acuerdan, otras formas, que permitan la continuidad, la visibilidad y la efectividad del movimiento de protesta pacífica.

Entre tanto, si alguno de estos responsables pierde la paciencia o la sangre fría
y cede al impulso de tratar a quienes protestan como a delincuentes, le puede caer el mundo encima, literalmente, solo tiene que dar un vistazo al enlace mapa mundi de la página del 15-M y podrá hacerse una idea.

Hay una cosa que me parece clara, sea cual sea el nivel de conflicto que se llegue a producir entre quienes prefieren seguir acampados, ocupando un espacio público, y quienes se sientan impulsados a despejarlo por la fuerza, este movimiento no se puede parar por la fuerza, aunque se despejaran, puntualmente, las plazas. Su capacidad de convocatoria, de reunión, de actuación puntual en cualquier situación, permanecerá intacta.

Este es el dilema al que se enfrentan los poderes del Estado que representan el inmovilismo de un sistema que necesita urgente 'reparación'. Si actúan con contundencia, reforzaran la protesta. Si no lo hacen, la protesta seguirá creciendo.

El único modo, si atendemos la voz de los indignados, de resolver las causas de las protestas, es atender las reformas que demandan, puesto que no son anti sistema, solo desean que se escuchen sus demandas para reformarlo.

En una situación de 'normalidad' política, esto tal vez sería posible. Ahora mismo, lo que tenemos es un gobierno debilitado por la crisis y por el acoso y derribo de la derecha reforzada por los resultados electorales. Cualquiera sabe lo que puede pasar. Yo, desde luego, no tengo ni idea, aunque mi deseo es que los 'daños colaterales' del desenlace, sean mínimos.

En fin. Mapa Mundi.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 3-06-11.

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