La Meteorología es una disciplina científica que trata, como su nombre indica, de los meteoros, de su ocurrencia, de su predicción, muy relacionada con el bienestar de los humanos que, de modo creciente, usa instrumentos tecnológicos y científicos cada vez mas sofisticados, que permiten advertir a la población y prevenir los peores efectos de los meteoros sobre las actividades humanas. De donde se deduce que la profesión de meteorólogo, es una de las mas nobles, aunque no en todos los lugares se ejerce de la misma manera.
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Hay meteréologos y hay climatólogos. Desde una mirada no profesional, los climatólogos se me antojan una especie de filósofos del clima, del mismo modo que Einstein fue, sin duda, un físico, pero fue sobre todo un filósofo de la física, que se hizo tantas preguntas que contestó algunas y contribuyó a cambiar sustancialmente nuestra mirada hacia el universo, el tiempo, el espacio y la materia, de tal modo que la ciencia nunca volvió a ser lo que era, después de sus contribuciones al pensamiento humano.
Lo que sigue no es, en modo alguno, una generalización sobre los meteorólogos de Heliópolis, sino una convicción lentamente elaborada a través de la lectura detenida
de la opinión de cada uno de ellos sobre cuestiones esenciales para la población relacionadas con el clima, que casi todos expresan diariamente en la columna que les ofrece cada día el periódico 'Levante'. Que algunos, muy pocos, no hayan coincidido con el punto de vista mayoritario, y otros no hayan usado esa tribuna pública para manifestar sus opiniones, es una pura excepción que no altera lo que, a todas luces, parece una opinión corporativa, marcada por la práctica diaria de observar lo reconocible, sin enterarse, sin embargo, de lo que es evidente.
Es evidente que una población de siete mil millones de personas, cuya mera existencia incluye procesos energéticos que liberan calor al usar esa energía, no constituyen una variable que se pueda despreciar al analizar las influencias sobre el clima de la actividad humana.
Es evidente que hay conferencias internacionales que se ocupan de los efectos de los cambios en el clima en la población y sus hábitats, que hay paleo climatólogos que extraen muestras del hielo polar, para conocer mas, a través de esas evidencias materiales, de los ciclos históricos de calentamiento o enfriamiento de la atmósfera y oceanógrafos que visitan con sus buques algunos lugares del Caribe donde la población ya sufre las consecuencias de cambios en el clima.
Es evidente que hay trabajos científicos solventes publicados en Nature y otras revistas científicas de prestigio, que se han ocupado del llamado cambio climático, sea este lo que fuere.
Pues bien, nuestros meteorólogos, la mayor parte de ellos, sostienen opiniones que parecen defender que las conferencias internacionales sobre el clima solo son ocasiones para que los defensores de lo que ellos consideran poco menos que una patraña, viajen en primera con dietas de fábula, que toda esa movida científica responde, en realidad, a una conspiración de intereses de quienes esperan obtener beneficios personales, bien sea por la vía de las energías renovables, o de los honorarios de los conferenciantes de prestigio, pero que el clima funciona a su aire, como siempre lo ha hecho, y que suponer que las corrientes oceánicas influyen en el clima continental europeo, o hablar del niño, o de la niña, son argumentos vacíos de contenido, poco menos que infantiles, destinados a distraer a la población y a beneficiar a los nuevos sectores emergentes.
Esos mismos argumentos se pueden aplicar al corporativismo evidente de nuestros meteorólogos, si pensamos que de su actitud reaccionaria y conservadora con respecto al clima, se deriva un beneficio directo para los grandes grupos energéticos que llevan mas de un siglo marcando lo que es una 'sociedad pretolera', sin dejar que alcance la condición de 'sociedad tecnológica' como corresponde a la cronología de la ciencia.
Esas posiciones corporativas en materia de clima, son las mismas que han defendido, hasta hace nada, la vigencia de unas centrales nucleares que tienen su origen en la guerra fría y que, después de lo de Japón, no necesitamos para nada.
Y es que, los lobbys nucleares, los energéticos, los petroleros, tienen una mano muy larga y procuran ponerla allí donde el carácter científico de las corporaciones a las que se acercan, puede dar una pátina de prestigio a lo que son, simple y llanamente, intereses mezquinos, a veces letales, para la población.
No hay en esta afirmación ni un solo rasgo de paranoya conspirativa, sino la evidencia de que tal proceder existe. Un ejemplo cercano, es el del meteorólogo, divulgador científico y actual ocupante de un sillón en una Empresa promovida por el gobierno de Heliópolis, Toharia, de quien tengo información de primera mano de que ha puesto el cazo en favor de las nucleares.
Tal vez, para salir de dudas sobre el origen de las opiniones corporativas de nuestros meteorólogos, deberíamos pedirles la máxima transparencia. Que publiquen sus datos económicos y fiscales, las fuentes de sus ingresos, para tener información que nos permita discernir si su postura es un puro escepticismo científico, o tiene otro origen, la gratitud de los lobbys nucleares, energéticos, petroleros, por su defensa recurrente de que aquí no pasa nada, nada debe cambiar, porque vivimos en el mejor de los mundos posibles, la 'sociedad petrolera'.
En fin. Meteorología.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 30-06-11.
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