Los informativos de ayer repitieron, con insistencia machacona, las declaraciones eufóricas casi hasta la histeria de algún/a responsable del ministerio de trabajo que trasladaba a la opinión las cifras estadísticas del desempleo con un triunfalismo desesperado porque, al parecer, hay unos miles de trabajadores mas ocupados y, en términos´acumulados, son doscientos mil los que han encontrado un empleo --temporal-- en los últimos meses.
¿Se imaginan un bar con doscientos mil camareros? Esa es la imagen que percibo al conocer esas estadísticas, pues, aunque me duele coincidir con la derecha en mi percepción, no puedo dejar de percibir esa mejora en nuestro mercado de trabajo como un fenómeno estacional ligado a la temporada alta del turismo en nuestro país, es decir, se trataría de un ciclo corto, marcado por la estacionalidad, inserto en un ciclo mas largo y persistente de posible estancamiento económico.
(...)
Antes de comenzar esta entrada he tratado de documentarme sobre el concepto de ciclo en mi viejo diccionario enciclopédico, pero mi Espasa, tal vez por ser una edición pre democrática, dedica página y media a describir todas las acepciones posibles del término, se extiende sobre su significado en física y química, alude al ciclo anovular --que nada tiene que ver con cuestiones de sexo anal, para nada-- aquel en que no se realiza la ovulación en la mujer, pero guarda un ominoso silencio sobre los ciclos económicos, tal vez porque el estudioso que mayor fama alcanzó en el estudio de esos ciclos económicos tenía un apellido marcadamente soviético, Kondratieff, y esos orígenes intelectuales debían estar proscritos para los redactores del diccionario.
Al menos, podían haberse referido a los antecedentes bíblicos de los ciclos económicos, ya saben lo de los siete años de vacas gordas, y siete años de vacas flacas, que ahora nos sería de utilidad pues, si las políticas públicas y las actitudes de los empresarios privados permanecen invariables y, como sostengo en alguna página del blog, nos pueden llevar a una década de estancamiento, dado que han transcurrido los tres primeros años, nos quedarían aún siete años de vacas flacas.
Pero lo de los ciclos de siete años alternativos de prosperidad y adversidad, parece tener su origen mas en las crecidas del rio Nilo que en las oscilaciones de nuestra economía, por lo que no hay que tomarlo en serio.
Kondratieff dedicó sus esfuerzos intelectuales al estudio de los ciclos largos, de cincuenta años, llamados ciclos de Kondratieff, y esa perspectiva histórica tiene la ventaja de que, en lugar de enmerdarte con la burbuja inmobiliaria, y mirar solo a los últimos quince años, esa mirada larga te permite entender mejor los cambios en las relaciones laborales, por ejemplo, y las actitudes de los monopolistas que, ahora, sin la competencia del socialismo real en los mercados laborales europeos, hacen de su capa un sayo e imponen sus políticas, radicalmente diferentes de las que prevalecieron en la Europa de los equilibrios políticos en la segunda mitad del siglo XX.
La segunda mitad del siglo XX, en sus inicios, se caracterizó por dos factores históricos muy visibles, la necesidad de la reconstrucción europea después de la II Guerra Mundial, y la competencia entre sistemas, en la que surgió la idea de la Economía social de Mercado.
La política económica keynesiana, simplificando, la puesta en marcha de la máquina de hacer billetes para financiar grandes inversiones con dinero público con el fin de reconstruir una economía depauperada por la guerra, obtuvo resultados en muy poco tiempo y la economía de los sesenta era ya generadora de puestos de trabajo, crecimiento y riqueza suficiente para permitir el nacimiento y consolidación de la Unión Europea.
Al mismo tiempo, la necesidad de competir con un sistema social distinto, el socialismo real, llevó, por medio de la aplicación de la Economía social de Mercado, en Alemania, y por la influencia de la social democracia en los países vecinos del gran adversario, a una distribución de la renta que produjo un aumento espectacular de los niveles de vida y atención social de la población laboral europea, con lo que el objetivo esencial del capitalismo europeo en aquel tiempo, demostrar la superioridad del capitalismo liberal occidental sobre las economías planificadas, quedó ampliamente superado.
Si Kondratieff estuviera ahora entre nosotros, constataría con satisfacción que su teoría de los ciclos largos, de aproximadamente medio siglo, 1.945-1.995, en este
caso marcado por la caída del muro de Berlín unos años antes, en 1.989, y por la reunificación de Alemania, es de oportuna aplicación a los sucesos económicos de ese medio siglo.
Kondratieff veía los ciclos mas cortos, marcados por disfunciones en la producción y el consumo, con sus consecuencias financieras, como episodios inscritos en la larga onda de los ciclos largos de la economía, una perspectiva que se ha perdido, a partir del momento en que el capitalismo neoliberal se ha desprendido de sus adherencias sociales, dado que ya no hay adversario, no hay competidor, y sus postulados se han reducido al máximo beneficio, sin considerar las necesidades sociales, ni siquiera la conservación del sistema.
Es en este contexto en el que se comprende muy bien el ataque indiscriminado a las relaciones laborales, el predominio de la temporalidad, la brutalidad de los despidos masivos, convirtiendo el desempleo en una fórmula para que el Estado subsidiario del capital apechugue con el mayor coste de la crisis.
La singularidad de esta crisis es que, así como en los ciclos cortos de Kondratieff
las crisis se originaban por variaciones temporales en la producción y el consumo, en este caso es la especulación financiera quien la ha desatado. Al mismo tiempo, la incapacidad financiera de los Estados para hacer frente a los brutales costes del desempleo, está desencadenando unas políticas de austeridad que son un ejemplo de la política mas errónea que cabe imaginar para reactivar la demanda.
No se ve, por ahora, ningún signo de que esas políticas vayan a cambiar. Si todo permanece como está, mi intuición, compartida por gentes muy notables, como Paul Krugman, Stigler, y otros ilustres economistas, es que podemos estar en el inicio de una década de estancamiento, de la que la única fórmula conocida para salir es la política keynesiana, es decir una política de gasto e inversión de los Estados que permita sustituir a la inversión privada, ahora oculta en sus madrigueras, y que solo saldrá a través del impulso del Estado. Es cierto que una política así es inflacionista, pero Krugman no cesa de repetir que una tasa moderada de inflación es menos mala que un desempleo galopante.
Con esta mirada cíclica sobre la realidad, el cómico y patético esfuerzo de nuestros gobernantes, que han llegado a decir que estamos saliendo de la crisis, solo porque se ha producido una mejora estacional en el desempleo, revela un desconocimiento absoluto del funcionamiento de las economías, o , si no es el caso, constituye un lamentable intento de tomadura de pelo a todos los ciudadanos.
En fin. Ciclos.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 5-07-11.
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