sábado, 9 de julio de 2011

EL IMBÉCIL

"He bajado al Maravillas, después de una noche algo insomne, con mucho porno. Creo que tomo demasiado café. Una ducha fría, esta mañana, me ha puesto de nuevo en forma, aunque tengo la sensación de haberme comportado como un imbécil.

La columna de Piera en las páginas de opinión de 'Levante' concluye con una frase que me ha gustado mucho, y que da mucho juego, '..uno es tan imbécil como elige ser..' en respuesta a una de las afirmaciones que Rosell, el presidente de la patronal española, suele difundir, eso si, citando estudios que las apoyan. Cuando echaron al calvo y Rosell empezó a revelar sus preferencias político sociales me percaté de que era menos follonero, pero mas peligroso que Diaz Ferrán. Es una opinión.
(...)

Sostiene Rosell que las capacidades humanas están determinadas por la genética. Esa mirada tiene muchas implicaciones sociales. Lo mismo sirve para excluir a los menos dotados genéticamente, que para racionalizar el gasto en educación. Piera, en cambio, sostiene que la imbecilidad no es una herencia genética, sino algo elegido. La eterna cuestión de cual es el peso relativo de la herencia y el ambiente en el comportamiento humano.

Me inclino por la mirada de Piera. Tener una peca en el pie derecho, en el mismo lugar y del mismo tamaño que algún ancestro tuyo, es una herencia genética. Que un pollo nazca con dos cabezas, es una malformación genética. No creo en la existencia de los imbéciles. Si en la existencia de comportamientos imbéciles, entre las muchas, variadas y, a veces, contradictorias actitudes de los humanos.

Para nuestra fortuna, la vida en sociedad de los humanos ofrece a lo largo de sus vicisitudes multitud de ocasiones en las que hemos de realizar una elección. Esa elección, por mucho que tenga una base fisiológica, neurológica, no es unívoca. En ocasiones, en ciertos ámbitos sociales, tal vez elegimos comportarnos como imbéciles, en cambio en otros, elegimos lo contrario. Ayer vi una peli dirigida por Jodie Foster que incide en la dualidad de los comportamientos humanos, en este caso, patológicos.

En 'El Castor', proyectada ayer en el cine D'Or ,el protagonista, Mel Gibson, inmerso en una profunda depresión que le acerca al suicidio trata de librarse de ella, no con consejos médicos, sino a través de una mascota, un peluche al que da su propia voz y una identidad ajena, que le aconseja lo que tiene que hacer. Este comportamiento dual, esquizofrénico, tiene como resultado que el trastornado obtenga un brillante éxito profesional en su empresa, pero sus relaciones familiares, a pesar del esfuerzo de su mujer por ayudarle, se convierten en un desastre de imbecilidad.

Esta parábola cinematográfica viene a ilustrar que puede haber personajes públicos muy exitosos en alguna actividad, pero absolutamente imbéciles en otra, como hay personas anónimas que, habiéndose comportado como nulidades en el colegio, llegan a la madurez y se convierten en personas altruistas, productivas, en el sentido emocional, capaces de promover y desarrollar actividades individuales, o grupales, de gran valor social o colectivo.

Me parece del todo improductivo asumir, divulgar o defender la idea de que estamos determinados por la genética, en lugar de reconocer la variedad, riqueza y posibilidades de mejora de los individuos, a través de sus comportamientos, incluso
cuando alguna parte de esos comportamientos, ofrezca aparentes rasgos de imbecilidad.
No creo que Rosell crea sinceramente lo que dice. Mas bien parece que utiliza los discursos que convienen a sus intereses legítimos, aunque mezquinos.

La vida social, como la natural, está llena de dudas y preguntas, que casi nunca ofrecen respuestas unívocas.

Esta noche estoy invitado a una barbacoa nocturna en la terraza de la casa del Cabanyal de unos amigos, que da a levante. Si la cosa se prolonga, tal vez tengamos ocasión de ver salir el sol, con esa aparente sensación de que emerge de las profundidades del mar. En la escuela nos enseñaron a todos, de niños, tontos y listos, tarados o no, que el sol no vive en las profundidades del mar, sino que está lejos, y cerca.

Está tan lejos, que no podemos imaginar esa distancia, pero a la vez, está tan cerca que sentimos en nuestra piel la evidencia de su presencia. Si las cosas de la naturaleza pueden estar lejos y cerca a la vez, no es muy riguroso pensar que las capacidades humanas dependen, esencialmente, de la genética."

En fin. El Imbécil.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 9-07-11.

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