jueves, 21 de julio de 2011

MUJERES

Ayer escribí el artículo mas corto de mi vida de internauta. Solo dos palabras, dedicadas al sujeto dimisionario que fue noticia radiada ayer por la tarde. Lo hice convencido de que no merecía mayor atención. Puede parecer un gesto de desprecio, a mi me pareció ajustado al historial público del personaje. Al parecer, estaba equivocado, pues toda la prensa de hoy, al menos la local y la nacional, está desbordada por una cantidad ingente de artículos que tratan la noticia desde todos los puntos de vista. ¿Todos?. Voy a intentar un punto de vista distinto, muy personal, que no he visto reflejado entre las opiniones, abrumadoramente masculinas, que he leído, visto, escuchado.
(...)
Antes de entrar en materia, he de confesar que estoy enamorado de todas las mujeres, de una mas que de las otras, sin excluir a ninguna, las altas y esbeltas, las gruesas y no tanto, las que están grávidas y las que no, las jóvenes y no tan jóvenes, las que se dedican a la vida política --iba a decir pública, pero tiene otras connotaciones-- y las que viven mas discretamente en el ámbito civil. Un médico amigo me dijo una vez que yo era un poco Edipo, pero yo creo que mi sincera admiración por lo femenino está anclada en la observación de la historia, el teatro, la literatura y la política.

Será por eso que, al observar un suceso como el que nos ocupa, no puedo dejar de reflexionar sobre el papel de la mujer en su desenlace. La mujer de César, le aconsejó, el día de su asesinato, que no fuera al Senado, porque había hecho eviscerar a una gallina y el augur le había advertido del peligro letal que corría su marido. César no hizo caso a su mujer, fue al senado, y allí fue acuchillado por sus amigos mas queridos.

En esta ocasión, la de nuestro sujeto dimisionario de Heliópolis, tengo una fuerte intuición de que la decisión última de este algo rocambolesco episodio, hay que apuntarla en la cuenta de la mujer del César, que, en este caso, ha impuesto su criterio por encima del poderoso aparato partidario y el marrullero arreglador jurídico que habían enviado aquí para que los distintos imputados aceptaran el pago de una multa que los eximía de juicio.

Con su actitud de hacer caso a su mujer, y no a sus compañeros de partido, en mi opinión, nuestro César ha demostrado mayor sentido común que aquel asesinado por Bruto, de cuyo matador Marco Antonio dijo, repetidas veces, en el discurso que siguió al magnicidio, que era un hombre honrado. Lo mismo que estamos oyendo ahora con insistencia de nuestro César dimitido, pero vivo.

Digo esto desde la convicción de que las mujeres y los hombres, no somos iguales. Ellas son mejores. Otra cosa es que debamos tener iguales derechos, que ellas todavía no tienen. No hay mas que ver el censo de la política, el género de quienes la practican, para darse cuenta de que todas las desventuras que nos afligen, en buena parte imputables al fracaso de la política en la conducción del mundo, son un fracaso de género, de los hombres, que son, mayoritariamente, quienes ejercen el poder político.

Esta no es una afirmación gratuita, aunque puede que esté marcada por mis preferencias personales, está basada en la observación. Una de las mujeres mas poderosas del mundo, a la vez mas consciente de su feminidad, es Lagarde, la actual gerente del FMI, que sustituyó a DSK, ya saben porqué.

Esta mujer poderosa dice un par de cosas, en una entrevista que publicó un dominical recientemente, que no me pasaron desapercibidas. Una de ellas, que las relaciones internacionales, a nivel financiero, organizativo, político, están demasiado marcadas por la testosterona, por los desahogos hormonales. Cuando le piden que defina la condición femenina, Lagarde dice que las mujeres son como las bolsitas de té, que cuando las sumergen en el agua emerge toda su fuerza. Es decir, ellas son las fuertes, no se si porque la necesidad de supervivencia en un mundo de hombres las hace así.

No todas las mujeres poderosas son como Lagarde. Algunas, reproducen el papel masculino en sus actuaciones públicas. Estoy pensando en Tatcher, en Cospedal, en Merkel, en Barberá.

Angela Merkel, ahora enmerdada en una política populista que agrada a una parte de su electorado que dice estar cansado de la solidaridad con los países del Sur, no me parece que piense como Lagarde.

Alguien debería recordar a esos electores que están condicionando, bajo la batuta de Merkel, la política de la Unión, que, de no ser por la solidaridad exterior, en su país todavía estarían recogiendo cascotes del solar en que quedó convertido tras la gran guerra, y que la financiación de la reunificación alemana después de la caída del Muro de Berlín, se financió en gran parte con recursos que se restaron a los países ibéricos, por no hablar de que la deuda actual de los países del sur, ha de ponerse en una balanza donde se pese también cuanto de las exportaciones alemanas a esos países ha contribuido al saneamiento de las cuentas germanas.

Quiere esto decir que, al igual que los hombres y las mujeres no somos iguales, las mujeres tampoco son iguales entre si. Pero hay un hecho incontestable. Puesto que el poder es esencialmente masculino, y la situación actual de nuestro mundo mas cercano
es una consecuencia, básicamente, de errores estratégicos en el uso de ese poder, algunos pensamos que las mujeres, en general, aunque haya otras en particular que imitan el rol masculino, son mas capaces, mas sensibles, y mas fuertes que los varones.

Como se ha reconocido este hecho en muchos países pobres, las agencias de ayuda al desarrollo les confían a ellas las tareas vinculadas al crecimiento económico, y en Rusia, el sesenta por ciento de la población, las mujeres, llevan el peso en un país donde buena parte de los hombres se dedican al vodka.

Tal vez en Europa hemos llegado a un punto donde una coalición de mujeres y jóvenes debería tomar el poder, la verdadera alternancia democrática que nos está haciendo falta, de un modo urgente.

En fin. Mujeres.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 21-07-11.

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