Hoy me espera una mañana muy ocupada, y luego me voy tres días a la casa de la sierra. Antes de irme, dejo en esta página unos apuntes, que me servirán para el siguiente artículo, a mi regreso, que se llamará, 'Física y Química'.
En la página Tokyo Blues utilicé una expresión, amor físico, que, según quien la lea, puede parecer cursi, y hasta ridícula. La he releído y me lo ha parecido. ¿Que es eso de amor físico, es que también hay amor químico? Pues mire usted, si, al menos lo hubo en la época de Kerouac, el padre de la química doméstica y la psicodelia, en la que todo el mundo andaba colocado.
Entonces yo ejercía de contable y andaba muy alejado de aquella movida, mi condición de padre de familia joven, que simultaneaba con la de estudiante universitario y trabajador, me condujo a una situación de crisis, mi cerebro comenzó a generar endorfinas, o como se llamen, en cantidades industriales y me vi inmerso, temporalmente, en una nube química como las que Kerouac incluía en su filosofía existencial, pero sin haberme acercado, ni de lejos, al consumo de sustancias alucinógenas.
Aquello fue una fiesta de euforia endógena, que no se volvió a repetir con la misma intensidad, y que me hizo perder quince kilos en unos pocos días por el poco dormir y el mucho velar en la vida bohemia de la Heliópolis de aquel tiempo.
De estas y otras cosas, tratará la página 'Física y Química', que espero añadir al blog a mi vuelta.
Hasta entonces, un saludo cibernauta.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 28-07-11.
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