miércoles, 6 de julio de 2011

PRESUPUESTOS

He bajado al Maravillas a una hora muy temprana, porque amanece antes, y el periódico del día todavía no estaba sobre el mostrador. En su lugar, estaba al abasto de la clientela el ejemplar caducado de ayer de 'Levante', con sus noticias muertas y algunas arrugas, como de incunable, en sus páginas, aunque todavía no estaba en estado de descomposición. Paso de noticias caducadas y me voy a centrar en opiniones y ocurrencias, que son mas intemporales, o sea.
(...)
Jesús Civera, el periodista opinante que suele emplear un estilete muy afilado para incidir en la subrealidad de la política, parece que ayer tuvo un lápsus oligofrénico a juzgar por el infantilismo de las preguntas, y las respuestas, que visten sus ocurrencias en al artículo ¿Quien teme a la Fórmula 1?.

Para empezar, Civera habla de 18.000 millones de presupuesto (del gobierno de aquí) y cita los 20 millones de Euros que tiene que dedicar para continuar con el 'evento', horrible palabra.

Civera confunde presupuesto con deuda pública, pues de esta se sabe que asciende a ese montante, considerando, además del endeudamiento de las instituciones públicas, el de las empresas creadas con la intención de ocultar esa deuda. En cambio del montante del presupuesto, no el aprobado en sede parlamentaria, sino el que saldrá después de su ejecución, nada sabemos. La ejecución del presupuesto, pese a que suene a asesinato, es en esta comunidad un asunto de magos, de ilusionistas.

Es probable que Gerardo Camps, el responsable en la pasada legislatura de los asuntos presupuestarios, ahora que tiene mas tiempo, haga una gira por todo el país
con su caja mágica para mostrar al público como se puede hacer desaparecer una partida presupuestaria, sacar otra de la manga como si fuera una paloma y, en fin,
al final del espectáculo mostrar al público un sujeto presupuestario cuya faz, vestimenta y apariencia, nada tiene que ver con el que entró en la caja --mágica-- al principio del ejercicio económico.

Esto, en cuanto al uso inadecuado de las cifras por parte de Civera, pero el meollo del asunto es su pregunta, ¿Es lícito que las administraciones inviertan en los acontecimientos de masas para generar economías externas?. La pregunta esta mal formulada. La pregunta pertinente, en mi opinión, es, puesto que esos acontecimientos generan economías externas, ¿No es mas lícito que sean los beneficiarios de esas economías quienes los financien? Hay precedentes ilustres.
Los amigos del prestigio de nuestra monarquía, sobre todo los mallorquines, se han juntado y no hace mucho pusieron la pasta para comprarle un barco nuevo al Rey.

¿Es nuestra monarquía un acontecimiento de masas? No sé. La presencia del Rey y su barco en Mallorca, todos los veranos, seguro que genera economías externas, y la fórmula mas limpia, liberal y apropiada es que los beneficiarios de esas economías
financien esa inversión 'de prestigio'.

¿Que pasa con nuestros empresarios hoteleros y hosteleros? Si son los beneficiarios de las economías externas del acontecimiento de la Fórmula 1, ya están tardando en constituir una asociación de Amigos de la Fórmula 1, y apoquinar los veinte millones para su continuidad. Si, como no se cansan de repetirnos, los beneficios de la 'Fórmula 1' se cuentan por cientos de millones de Euros, no veo porque no pueden destinar menos de un veinte por cien de esos beneficios del capital privado a esa inversión, 'de prestigio'. El mismo razonamiento sería válido para la inminente visita de Benedicto XVI.

El problema de las inversiones 'de prestigio', demasiado presentes en nuestras administraciones públicas, para eso están las privadas, se deriva, creo yo, de dos
causas. La gran cantidad de asesores de marketing infiltrados en la vida pública --
son como una plaga de micronecta scholtzi,un chinche que,según describía ayer en su columna Pîera, organiza bajo el agua el mismo ruido que una orquesta completa.

De ese ruido sinfónico han surgido cosas tan peregrinas como la marca 'España', y otras muchas, una por cada comunidad civil y política, por no hablar de otros logos o imágenes mercantiles que hacen que las administraciones públicas se comporten como multinacionales, ansiosas de vender su marca, su producto.

Esta actividad incansable de los chinches se aplica a un colectivo de políticos que, en general, carecen de capacidad para dirigir y gestionar una multinacional, por eso están en política y no en la General Motors, y compensan esa frustración con una copia idealizada de la gran empresa, que aplican al gobierno de la cosa pública.

El resultado es sencillo de observar. En Heliópolis se dedican veinte millones a un evento que debiera financiarse con fondos privados. Al mismo tiempo, las mujeres que acuden a la revisión ginecológica para prevenir el cáncer de útero, deberán esperar a partir de ahora tres años para someterse a la nueva revisión. El argumento falaz del papelito que les dan para justificar esa medida es que ese proceso oncológico, en su caso, es de desarrollo lento. Y es que las inversiones públicas, todas, con independencia de su cuantía, tienen un coste de oportunidad. Lo que se gasta en una cosa, deja de gastarse en otra. Seguro que tu lo sabes, Civera.

Dime, Civera, si, a la vista de los hechos, tu ocurrencia de ayer no es un desliz oligofrénico, o quizás algo peor, al confundir deuda con presupuesto.

No es el único desliz que apareció en el periódico de ayer. Izquierda Hundida, como la llama un cura libertario amigo, ha soltado la ocurrencia de que hace falta una Red de Ciudades Bombardeadas, quiere fomentar un itinerario para explicar el papel de Heliópolis durante la guerra civil. De eso ya se ocupan, con mas o menos acierto, los historiadores, pero es que esa iniciativa coincide en el tiempo con su apoyo en Castilla la Mancha, mediante la abstención, a un partido que es heredero, en términos históricos, no políticos, de la derecha que financió aquellos bombardeos.
Tíos, os lo tenéis que mirar.

En fin. Presupuestos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 6-07-11.

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