La primera vez que escuché la expresión Concurso de Acreedores imaginé un salón por cuya pasarela desfilaban personas bien vestidas, todas ellas acreedores, y el público premiaba con aplausos a los mas guapos y mejor vestidos.
A los ganadores del concurso se los calificaba de preferentes y eso significaba que podían recuperar la totalidad de su deuda, mientras que los no preferentes recuperaban poco, o nada.
Los organizadores del concurso, las empresas deudoras que no podían hacer frente a la totalidad de su deuda, se asistían de magistrados e interventores,
que aplicaban lo que los legisladores habían dispuesto, para que unos cobraran y otros no.
Esta visión simplista de lo que antaño se llamó el procedimiento de Suspensión de Pagos, de aplicación a empresas fallidas provisional o definitivamente, se apoya en mas de cuarenta años de experiencia laboral en el sector privado,
en puestos desde botones a director financiero, incluso fui consejero una vez de modo fugaz, porque la empresa en la que trabajaba pensaba acogerse al procedimiento de Suspensión de Pagos, y necesitaba una firma más.
Tal vez por eso, al bajar hoy al Maravillas, en una mañana matizada de grises, me gustan los grises, sobre todo en la pintura contemporánea, me ha interesado el artículo de Gregorio Martín, en las páginas de Opinión de Levante.
Martín es ingeniero, y lleva años ocupándose en sus artículos de las finanzas de una empresa fallida, en este caso la Generalitat Valenciana. Hoy titula su artículo, de un modo que a mi me parece expresivo, con cierto dramatismo, IMPAGOS, REBELIÓN O INTERVENCIÓN.
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Las disyuntivas siempre son dramáticas, rebelión o intervención, vencer o morir, pero a veces, en el devenir de la historia, aparece alguien defendiendo una tercera vía y consigue atenuar el dramatismo de la disyuntiva.
Espero que sea el caso de nuestra comunidad de afectos e intereses, te quiero un huevo, porque la intervención, en este caso de Montoro, significa, de facto, la pérdida de la capacidad de decisión que garantiza nuestro Estatuto de Autonomía.
De algún modo, eso está empezando a suceder, pues es Montoro, ante la incapacidad de nuestras finanzas para hacer frente a todos los compromisos de pago, quien abre y cierra el grifo de los recursos a su criterio, y deja, o no, a los acreedores de lo publico, que son privados, a la espera de mejores tiempos.
Que criterio se sigue para decidir que acreedores cobran y quienes esperan, no lo sé. En otro tiempo, cuando al actual concurso de acreedores se le llamaba suspensión de pagos, era sencillo, si entre los acreedores había bancos, estos cobraban los primeros, casi siempre la integridad de su deuda. A los demás, se les aplicaban quitas o esperas, o sea, cobraban, unos, una parte de su deuda, otros esperaban, a veces, eternamente.
Aquí estamos hablando de algo mas gordo, nada menos que una comunidad de afectos e intereses, localizada en una territorialidad y con lengua propia, con muchos servicios sociales y competencias que atender por imperativo legal,
y con un nivel de endeudamiento que la pone al borde de la intervención.
Rebelión o Intervención, es la disyuntiva que analiza Martín. A mi me parece que en este asunto se olvida una cuestión previa. Auditoría de la Deuda.
Ecuador es un país latinoamericano que estuvo en una disyuntiva parecida, con una deuda pública importante, sometido
a la intervención del FMI.
Llegó Correa, Economista además de político, abrió el cajón de la Deuda y descubrió que estaba hinchada con intereses abusivos, con partidas por contratos de suministros públicos, militares y civiles, cargados de sobreprecios, hizo públicos los resultados de esa auditoria y obtuvo el respaldo popular para dar una
patada en el culo al FMI, con el compromiso de atender una parte de la deuda, la deuda legítima.
El resultado de aquello es que los ecuatorianos vuelven a su país, no tanto porque aquí estamos mal, sino porque allí están mejor, después de que Correa hiciera una tourné para recobrarlos, y de paso, hacer ofertas a médicos, enseñantes y técnicos de aquí, para mejorar sus servicios sociales.
Ya hace años de esto. Mientras, aquí aún nos estamos pensando si rebelarnos o dejarnos intervenir, y algunos hablan de la deuda, pero nadie se atreve a explicar como se ha gestado, de que se compone, cual es la lista de los acreedores, y si hay algún plan, no ya para reducirla sino para impedir que siga creciendo hasta devorarnos. Que cosas.
Mientras eso sucede, la auditoría de la deuda, si es que sucede alguna vez, aquí estamos ya hasta el gorro del debate entre monarquía y república, aunque, pensándolo, podíamos declarar a la Comunidad Valenciana, Monarquía Histórica, llamar a algún descendiente de Jaume I, lo que no será difícil, por los muchos bastardos que dejó y, después, celebrar cortes democráticas, que declaren la prioridad de la auditoría de la deuda como uno de los ejes de la nueva monarquía parlamentaria autóctona.
En fin. Concurso de Acreedores.
LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 9 06 14.
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