viernes, 27 de junio de 2014

EL CONFLICTO

Se habla y se escribe del Conflicto de Oriente Medio, por lo menos, desde 1.948. Yo tenía cinco años, ya he cumplido setenta y por lo visto, después de que palme, ese discurso, que veo de vez en cuando en la poca prensa internacional que leo, no habrá cambiado.

Un conflicto no suele durar tanto, así que me permitirán que opine que no es un conflicto, sino un acuerdo. Los elementos de ese acuerdo son, de un lado, el petróleo, que no ha cambiado de manos en todo este tiempo, del otro, la supremacía militar israelí, que nunca está en discusión.

Ni siquiera el reventón de las Torres Gemelas cambió los términos del acuerdo, aunque sí ha exportado la violencia sectaria hacia otros lugares. Al fondo de ese acuerdo está la sombra del Tío Sam, cuya carcajada sarcástica se escucha en la lejanía. Es un punto de vista.
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Una sola palabra, conflicto, es insuficiente para explicar una situación, del mismo modo que Problema, cuando se empleaba para definir la situación de España, o Corrupción, como se dice ahora, son, ambos, términos insuficientes para tratar de entender la situación del país en general, y de nuestra comunidad de afectos e intereses, te quiero un huevo, en particular. 

Cela Conde profundiza un poco mas en su columna de hoy de Levante. Habla de endogamia y nepotismo. El nepote, no se requiere que tenga relación consanguínea con quien lo pone en el cargo. Es una marioneta y, como tal, está a disposición de quien tira de los hilos para que haga lo que conviene, sin que medie afectividad alguna entre ellos. 

La endogamia es otra cosa. Según Cela Conde, aquí se practica a todos los niveles, no solo en el Tribunal de Cuentas, también en otras instancias jurídicas superiores, en las Universidades, en las Empresas Públicas y, si consultamos libros de historia política y económica, nos sorprenderá encontrar apellidos como Gamazo en las cortes del siglo diecinueve, y en las de ahora mismo o, sin remontarnos tan atrás, aquí mismo, consellers de izquierda, cuando gobernó la izquierda, y de derechas, cuando gobierna la derecha, de la misma familia. 

A ver, que un despacho de abogados tenga titulares con los mismos apellidos, una generación tras otra, es un signo de prestigio y continuidad profesional, que a nadie molestará. Que un país esté dirigido en beneficio de las mismas familias oligárquicas, un siglo tras otro, incluso con diputados que se llaman igual, parece el fruto de un pacto que sobrevive a las distintas formas de gobierno, dictadura o democracia, monarquía o república. 

Lo que ya resulta de una comicidad patética, es lo que pasa en el Tribunal de Cuentas, o aquí en Vaersa, la empresa pública encargada del tratamiento de los residuos sólidos, que comienza a parecerse a la de los resíduos líquidos Emarsa, y es que el tratamiento de los resíduos, de cualquier clase, aqui, tiene un tufo inequivocamente siciliano.

Lo que comienza a emerger en Vaersa es el extremo de un iceberg, después del choque de la empresa con los empleados despedidos en un ERE. Sospecho que, en este caso, no podemos hablar de endogamia o nepotismo, sino de nepogamia, una estrecha combinación por la que los nepotes meten a familiares, y los familiares a nepotes. 

De momento solo se habla de un contrato sin licitación previa para una flota de coches de superlujo, todo terreno, pero superlujo. Nada que no pueda explicarse. Aunque para explicarlo haya que remontarse a los sistemas oligárgicos del siglo diecinueve que, al parecer, todavía perduran por aquí.

 El Conflicto. 

 LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 27 06 14.

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