domingo, 29 de junio de 2014

JAZZ

Decía ayer que la música popular que escuchamos ahora mismo le debe cosas a la música antigua, y me proponía afirmar ahora que el Jazz, en cambio, es la música contemporánea por excelencia, que no debe nada a los tiempos antiguos, cuando he caído en la cuenta de que la percusión, al menos, está fuertemente marcada por las músicas tribales africanas, así que lo mejor es no hacerse preguntas y disfrutar del pasado, del presente, y del futuro,mientras podamos.

Es lo que hicimos anoche, al asistir al memorable concierto que dió Chuchito Valdés en los jardines del Palau de la Música, encima fué de gratis, en el marco del Jazz Festival, patrocinado por Seagram´s Gin, gracias tíos, que fue un éxito completo, con un llenazo absoluto y tres bises al final, con el público en pié pidiendo otra, otra.

El tal Chuchito, tercero de la saga de Bebo Valdés, no solo es un virtuoso del piano, muy efectista, sino que cuando movía su humanidad por el escenario lo hacía con un ritmo y una gracia cubana auténticamente singulares.
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Llegamos al lugar del concierto hora y media antes de de su comienzo, única forma de elegir un buen sitio, pero la espera pasó volando porque, entre el bocata y la cerveza, y el cócktel que trajo Antonio cuando llegó con Lola y ocuparon los asientos que habíamos reservado para ellos, junto con la suave brisa que soplaba desde el mar y el horizonte luminoso de una noria que se movía, lejana, detrás del escenario, todo contribuyó a suavizar el tiempo de la espera. 

Cada año, acudimos a la cita de este concierto que, de momento, se sigue celebrando para abrir las puertas al verano. Es distinto de las sesiones de jazz a las que solemos acudir en los tugurios de la calle Huertas cuando pasamos unos días en Madrid para ver museos, este es mas multitudinario, mas abierto, y solo le encuentro la pega de que el público no acaba de expresar su complicidad con la música bailando de pié, permanecen sentados como si estuvieran escuchando un mitin del partido popular, atentos a las promesas que nunca cumplen. 

Es una lástima, sobre todo para los músicos, aunque hay que decir que anoche hubo palmas y hasta se coreó una canción, al final, Bésame mucho, que poco tiene que ver con el jazz. El jazz cubano tiene una personalidad propia, no es el de Nueva Orleáns, y el piano de Chuchito, también, a veces se aparta, en sus improvisaciones, de los tópicos jazzísticos, para expresar su singularidad, a mi parecer, con concesiones al efectismo, pero, en conjunto, el cuarteto, está de sobras a la altura de lo que uno espera escuchar y ver cuando acude a un espectáculo de esta naturaleza. 

Poco antes de terminar el concierto, tuve que salir del recinto en busca de un árbol frondoso, porque la acumulación de la cerveza y el cócktel frutal habían movido mi actividad renal. Al regresar, la potente humanidad de una segurata frenó mi regreso con su fuerte brazo, hasta que miró, me reconoció, al parecer, y dijo, ah..le he reconocido, le he visto salir, pase..me sentí halagado por el hecho de que aquella mujer grande, muy grande, hubiera reparado en mi y me dirigí a mi asiento justo cuando el concierto terminaba. 

Antes de eso, mientras esperábamos la hora del comienzo, tuve dos experiencias agradables. Una mujer rubia, vestida de blanco hasta los pies, se sentó unas sillas mas a la derecha. Estuve mirándola largo rato. Cómo se parecia a una compañera de teatro, la que hizo de poli bueno en la obra de Williams al final de este curso.

Se lo dije a mi mujer. Llegué a pensar que era su hermana, su tía, yo que sé, hasta que me saludó con la mano, era ella. Me di cuenta de que mi percepción había fallado por no asociar el teatro con el Jazz. Algo parecido me sucedió cuando dos mujeres se detuvieron en el pasillo, junto a mi asiento, y se pusieron a hablarme.

En un primer momento, ni me fijé en ellas, ni contesté, hasta que me dijeron que fueron compañeras en teatro y entonces las reconocí. Una de ellas, venezolana, tiene un hablar muy salado, a la otra la encuentro en el autobús, cuando va a meditación, con un maestro tibetano. 

Estas dos tonterías me han hecho recordar unas imágenes que vi en la tele sobre las respuestas que da nuestro cerebro a la percepción de la realidad. A menudo se equivoca porque, cuando está en una situación determinada, no asocia correctamente al sujeto con el contexto. Sí.

En fin. Jazz. 

LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 29 06 14.

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