He bajado al Maravillas un poco tarde. Junto al parque, había una docena de personas en edad de trabajar,
en actitud ociosa, algunas con una copa en la mano. Me ha parecido que se sentían felices, no parecían representar las historias trágicas que nos cuentan sobre el desempleo, señal de que aún perciben el subsidio por el que pagaron.
Tres de ellos están, fumando, junto a la ventana del Maravillas, entre ellos Tony, la acumulación del humo de los cigarrillos evoca una película de Bogart. Se acuerdan, entonces no solo se fumaba en las películas, sino en las salas donde se proyectaban. Que barbaridad.
Esa costumbre nos parece ahora algo marciana, como que un político aproveche su cargo público para robar, algo ahora tan corriente, les parecerá insólito a las generaciones futuras.
De pronto, observo a un desconocido que se mueve deprisa y se lleva una bici abandonada en la acera, lo que me hace evocar, así, de modo automático, el neorrealismo italiano, Ladrón de bicicletas, se ve que todo vuelve, nada permanece.
Aparece otro grupo, menor, de desocupados, se ve que se levantan mas tarde, ya no están subsidiados, se limitan a saquear cigarrillos a los mas afortunados.
La soberana de las mercheras se acerca a mi, inicia un gesto en demanda de tabaco, al ver que me adelanto a su petición con el cigarrillo entre los dedos, me dedica una mirada y una sonrisa cómplices. Esta mujer, a sus veinte años, tal vez arrasó con una sola mirada el campamento donde vivía y ahora se resigna a vivir entre los payos.
....
Todo esto viene a cuento porque tengo la singular manía de mirarlo todo, valorarlo y luego contarlo. A veces esta
demasía parece una expresión de sentido crítico, pero, lamentablemente, en ocasiones, se queda en simple alcahueteria.
Así, en la entrada de ayer llamé a un analista político, experto en personalismos partidarios, lo que no deja de ser
una expresión con algo de mala leche. Para que no parezca que me oculto en el anonimato, daré por segunda vez mi nombre, me llamo Enrique Arnal, para que no me confundan con el saqueador de Emarsa, que también dice llamarse así,
daré mi D.N.I. 19.472.904T.
La primera vez que di esta información, fue en respuesta a un artículo de Juan Cruz, contra el anonimato en la Red. En mi caso obedece a que le puse ese nombre, Lohengrin, al Blog, y después de mas de siete años y mas de cuarenta y seis mil visitas, ya no parece oportuno cambiarlo.
Podría poner mi perfil personal en el Blog, pero prefiero desvelarlo a los usuarios, en lugar de dejarlo para siempre en el servidor. O sea.
Pero hablábamos de neorrealismo, ese género cinematográfico italiano que se ocupó, sobre todo de las personas, mas bien marginadas, disminuidas en sus derechos, en su forma de vida, respecto de la opulencia institucional de la que hace gala el país estos días, no se cuantos miles de policías, alrededor de un acto borbónico.
A mi, los borbones, ni fu ni fa, oiga, no tengo nada que ver con ellos, por mucho que los neo monárquicos se empeñen en convencerme de que les debo algo, no señor, no les debo nada.
Sobre todo, después de saber que hay mas de un centenar de tiradores de élite apostados en los alrededores del evento real. Como si Madrid fuera la capital de Irak, y el lugar de la coronación, se dice así, la sede del gobierno iraquí.
Cómo se pasan, estos tíos.
En fin. Neorrealismo.
LOHENGRIN )CIBERLOHENGRIN) 18 06 14.
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