sábado, 17 de enero de 2015

55.732

El título de hoy alude al número de visitas recibidas en el blog desde que me impuse la absurda tarea de escribir una entrada casi cada día en este soporte. Gracias a quienes lo visitan, aunque debo precisar que esta cifra incluye un número indeterminado de mis propias visitas, porque el sistema que registra las estadísticas es algo tonto, y aunque yo marque con el ratón el circulito de no contar mis propias visitas, a veces las cuenta, sobre todo cuando, una vez publicada la página, accedo a ella para hacer correcciones, lo que suele ocurrir durante unos dias después de publicarla, para suprimir errores, añadir olvidos, esas cosas.

Esta incapacidad del sistema para contar las visitas externas, sin incluir las mías, deja en evidencia algo que ya sospechaba, que, si bien la tecnología representa un avance en los sistemas de comunicación, eso no excluye que vaya acompañada, a veces, de la estupidez en sus diseños.

Si no pasa nada, no tardando mucho, el contador de visitas llegará a la cifra de 60.000, ese día lo celebraré con un banquete virtual en homenaje a los usuarios, porque, siendo esa una cifra modesta comparada con los millones de usuarios que visitan las redes sociales, puesta en comparación con el número de ejemplares vendidos de ciertos libros impresos que tienen mas mérito, sin que nadie se acerque a ellos, niega, hasta cierto punto, la opinión de ese escritorcillo que tuvo cierto éxito con La Sombra del Viento y otros libros por el estilo, no por la enjundia de su lenguaje sino por la habilidad de su editor en su lanzamiento y promoción y que, cuando lo lees, te deja la sensación de haber perdido tu tiempo pudiendo dedicarlo a algo mejor.

Este periodista metido a novelista decía de Internet que escribir en ese medio era como lanzar al mar un mensaje en una botella. Mira por donde he leído en algún sitio que Amazon, una empresa que surgió en Internet, compró uno de los periódicos impresos mas famosos del mundo, el Washington Post, con lo que, si hablamos de mensajes en una botella, hemos de contemplar también el relativo naufragio de la letra impresa, hasta el punto de que en algunos países como Finlandia, ya han prescindido de ella en los procesos educativos.

A mi me parece excesivo, creo que hay mercado para la letra impresa y para el soporte virtual, de modo que la capacidad de elección se amplíe, en lugar de estrecharse. Tal vez con el libro esté pasando ahora lo que sucedió con la radio cuando se inventó la televisión, que todo el mundo predecía la muerte de la radio y sigue muy activa y presente, aunque sin duda ha adaptado sus contenidos y procedimientos.

En cuanto al libro, no hay que perder de vista que, además de un medio impreso, es un objeto, a veces tan valioso y con carácter único, que, cuando lo tienes entre las manos y piensas si tirarlo o no la basura, descubres su condición de objeto artesanal, como me sucedió en la última limpia de mis estanterías, y decides conservarlo, mas por su condición de objeto de museo, que por su contenido.

Luego está un compañero de la tertulia de los viernes, que insiste en hacer editar un libro cada año, porque, como yo, tiene la manía de escribir, pero, además, la manía de editar lo que escribe, sin que las tiradas de sus libros, alcancen, según creo, el millar de ejemplares, algo muy próximo a la autoedición, esa feria de la vanidad que hace caer a muchos en la tentación de editar sus cosas, solo para tenerlas entre sus manos. Otro día me referiré al libro de otro compañero de tertulia y amigo que, ese sí, va por la segunda edición y es muy buscado por el público.

Hombre, para eso, digo yo,  para el vicio de la autoedición, es mas sencillo y mas barato escribir las tonterías de uno en este soporte virtual y verlas pùblicadas de inmediato. Si, además, las ven, no sé si las léen, unas decenas de miles de usuarios pues, que más quieres. Cuando llegan a 60.000, ofreces un banquete virtual a tus supuestos lectores y quedas con ellos como Dios.

Aunque hoy, la verdad, me he anticipado un poco a esa efemérides, mas que nada por hacer tiempo mientras llega la hora de asistir a la proyección de La Cena de los Idiotas, y al coloquio posterior, en la Asociación Cultural Lo+Baix, ya saben, en la calle Planas, al lado de Zapadores, lo digo por si a algunos de ustedes les cae cerca. En fin.

55.732.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 17 01 15.

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