jueves, 15 de enero de 2015

RON QUEMADO

He bajado al Maravillas y mientras tomaba el consabido té rojo con limón he hecho una lectura rápida de la prensa, comprobando que el único columnista de las páginas de opinión que seguía con los restos de la noticia del atentado de París era Emili Piera, ocupándose de la libertad de expresión y esas cosas, se ve que ha estado de vacaciones, digo yo, y no se ha percatado de que todos los opinantes han exprimido el tema hasta la extenuación.

Como mi mujer aún duerme, se ha despertado de madrugada y se ha vuelto a dormir, he prolongado mi estancia en el Maravillas algo mas de lo habitual y he pedido un ron quemado. Lamentablemente, Tony ha vuelto a quemarse el pulgar al darle fuego al ron para reducir su contenido en alcohol.

Mientras Tony juraba por el estado de su dedo, ha comentado algo sobre los siniestros de tráfico. --El otro día vi un cadaver en el puente de la autopista, van como locos. En la autovía de Torrente, ya he visto tres motoristas muertos.

--Claro, he comentado yo, los vehículos tienen motores capaces de alcanzar velocidades de mas de 200km/hora, y las normas de tráfico los limitan a 120, es una realidad que ciertos conductores prefieren hacer caso a las potencias de sus motores, antes que a las normas de tráfico.

Desde que esto es así, casi cada accidente deja una víctima mortal, o mas. A mi me parece que eso es un signo de un hecho evidente, la evolución de la tecnología va por delante de la capacidad humana para aprender a usarla.
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A mi lo que me molesta es la falta de educación vial, y de la otra, de esos conductores que, cuando alguien circula por delante de ellos y se detiene o aminora la marcha, bien porque va a estacionar o a torcer, hacen sonar desaforadamente el cláxon, para mostrar su repulsa. 

Recuerdo que un amigo que residió en Francia, cuando venía por aquí, se asombraba de la falta de educación de esos conductores, que a veces, llegaban a hacer sonar el cláxon cuando un peatón cruzaba un paso con demasiada lentitud, según ellos.

Decía que en Francia la educación vial estaba mas extendida entre sus conductores. Sin embargo, en París, actualmente, es tal la densidad de tráfico que solo dejan circular un día a los vehículos con matriculas pares, y otro a los impares. Por eso, muchos franceses se han comprado dos coches, uno con matrícula par y otro impar. Hecha la ley, hecha la trampa, no es una expresión únicamente nuestra.

El señor Kalashnikov inventó un arma muy poderosa, solo con fines militares, y ahora se usa con fines inciviles, para eliminar humoristas que se atreven con símbolos religiosos, pero no quiero seguir por ahí, ya lo hace Piera en su columna de hoy, y el Papa en sus declaraciones.

En realidad quiero contar hoy algo que me sucedió el día que añadí al blog la entrada 'Estado Policial'. La mañana de ese martes mi mujer tenía clase de yoga, y yo me dispuse a guisar unas carrilladas para la comida. 

Puse la olla al fuego y, después de calentar el aceite junto a unos ajos y un ramito de tomillo, pasé las carrilladas por harina, les di una vuelta, las reservé, doré un cuarto de cebolla picada y un par de carlotas en rodajas en el mismo aceite, puse un poco de pimentón y una cucharada de tomate, añadí las carrilladas, eché un chorro de Jerez seco, lo dejé reducir, cubrí el guiso con agua suficiente, lo salé, cerré la olla, la tuve un cuarto de hora a fuego fuerte, puse el fuego al mínimo, y me fui a sentarme frente al ordenador para escribir la entrada del día.

Jamás me había sucedido algo así, pero cuando volví a la cocina pensando encontrar las carrilladas en su punto, lo que ví fue un ambiente lleno de un humo con un olor ácido, una olla a punto de estallar y me vino justo apagar el fuego y abrir la ventana de la cocina, en el preciso momento en que sonó el timbre de la puerta.

Abrí, eran dos vecinas muy alarmadas porque pensaban que no había nadie en casa y estaba activo un incendio que amenazaba con extenderse al resto del edificio. No es eso, dije yo, se me ha quemado la comida. Se retiraron con la misma expresión de alarma, y yo me dediqué a ver los destrozos de la cocina. 

Cuando regresó mi mujer, la casa seguía llena de humo y, en seguida, me recriminó, porqué no has abierto las ventanas?. Lo he hecho. He abierto la de la cocina. --Pero, porque no abres todas las demás, ha de establecerse una corriente de aire, norte-sur, para que este olor hediondo desaparezca. 

Pero, que estabas haciendo?, en vez de estar en la cocina. Escribiendo, estaba escribiendo, se me ha ido el santo al cielo. Ya sabes que cuando guiso, no me voy de la cocina, pero hoy, no se lo que ha pasado. 

--Anda, termina de abrirlo todo y mira si puedes salvar algo del guiso, si no, yo preparo en un momento un arroz a la cubana. 

Las carrilladas seguían en el fondo de la olla, pero parecían reducidas al tamaño de unas piedrecillas de rio, igual de duras, pero hechas carbón por debajo. Fueron a la basura y mi mujer dedicó una buena parte del día a sanear, lavar y fregar todos los elementos de la cocina, cacharros, paños, delantales. Solo al día siguiente, con la casa bien ventilada, volvió la normalidad. 

Porqué cuento todo esto...no estoy seguro, pero encuentro una cierta contradicción entre la acción de ventilar una casa, abrir todas las ventanas para que el aire circule de norte a sur, para hacer desaparecer las secuelas de un siniestro doméstico, y la actitud de los responsables de la seguridad europea, reunidos tratando de que se cierren todas las ventanas, todos los accesos al espacio europeo, con lo que puede que busquen un mayor clima de seguridad en ese espacio, pero tal vez lo que consigan es que se respire una atmósfera mas ácida, mas nauseabunda, entre los ciudadanos que dicen querer proteger.

Es una opinión. 

En fin. Ron Quemado.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 15 01 15.

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