lunes, 26 de enero de 2015

FILOLOGÍA


Hoy he ido, a primera hora, a una charla de Medio Ambente y hacía un frío del carallo, hasta el punto de que, cuando ha terminado la cosa, nos hemos quedado junto al muro de la catedral, tomando el sol, para recuperar calorías. Todo sea por el ahorro en emisiones del paupérrimo sistema de calefacción que se gastan en ese local, situado en el edificio conocido como 'punt de gantxo'.

Al terminar, nos han pasado una encuesta para dar nuestra opinión sobre diversos servicios municipales, y yo  he puesto mal, mal, mal...a todo, menos al alumbrado público, sin percatarme de que los excesos luminosos aquí son un derroche energético y, peor aún, una fuente de contaminación lumínica que impide mirar al cielo por la noche, y verlo.

Mirar al cielo nocturno y verlo en toda su inmensidad puede parecer una distracción sin mayor significado, pero para mi es un ejercicio indispensable que me permite reducir, aunque sea momentáneamente, el tamaño de mi ego, algo que otros buscan conseguir con su asistencia a la misa diaria.

Aquellos que no miran al cielo, ni van a misa diaria, sin darse cuenta dejan crecer su ego excesivamente, y luego encuentras columnas en la prensa de gentes que usan los términos radical y populismo, sin un suficiente conocimiento filológico del lenguaje.

Antes de meterme con esto de la filología, haré un par de comentarios sobre las prácticas hogareñas respetuosas con el medio ambiente. Resulta, yo no lo sabía, que un frigorífico vacío consume mas energía que uno lleno. Se lo he dicho a mi mujer porque, cada vez que abro la nevera, su paisaje evoca una tundra siberiana, y me ha contestado, ¿No le has preguntado a la ecologista de donde saco yo los euros para tener el frigorífico siempre lleno?.

Luego está lo del lavavajillas, jamás sospeché que consumiera menos agua que el lavado a mano tradicional de los platos. Aquí no podemos hacer nada, cuando nuestros hijos se fueron y nos quedamos mi mujer y yo, acompañados por nosotros mismos, en casa, el lavavajillas dejó de usarse y, claro, se estropeó, y fue a parar, supongo, al parque ecológico municipal.

Después está el uso de la calefacción doméstica, aquí tenemos un pequeño conflicto, porque mi mujer iniste en que me apañe con una manta encima, y yo en usar la calefacción, eso sí, nunca a más de 22 grados.

En fin, paso a lo de la filología, el asunto central de la entrada de hoy.
.......

Al regreso de la charla sobre el medio ambiente he entrado en el Maravillas y, mientras tomaba una mineral con gas, he dado un vistazo a la prensa que, como es natural, hoy lleva, sobre todo, lo de las elecciones en Grecia.

Por suerte, ayer escuché en la Sexta a una periodista griega que me abrió los ojos sobre una cuestión filológica previa, para poder entender lo que allí sucede. Grecia ha estado en manos durante décadas de dos familias oligárquicas, Papandreu y Karamanlís; el PASOK, a despecho de su nombre no es un partido socialista, sino el socio de ese sistema oligárquico, y lo mas importante, radical, pese a que la coalición de izquierdas que ha ganado las elecciones lleva ese nombre no significa lo mismo en Grecia que aquí. 

Según la periodista griega, radical decimos aquí de la política extrema, abertchale, dijo, mientras que radical, en Grecia, significa, en su interpretación popular, ajeno a la oligarquía, por tanto lo sucedido en Grecia no es la victoria de los radicales, sino una derrota histórica de la oligarquía, cuyo poder  político se traslada a una coalición de partidos, dieciocho, que llevan mas de diez años de brega parlamentaria y, en ese sentido, no son comparables al fenómeno de Podemos en España, de surgimiento reciente, por mucho que sus aspiraciones sean coincidentes en diferentes aspectos de sus respectivos proyectos. 

Así, todos los tipos que están usando el término radical, sin matices, para referirse a la izquierda griega, si usamos el lamentable lenguaje del nuevo portavoz del PP, Hernando, deberían lavarse la boca con lejía, o mejor, pedir aclaraciones a la periodista griega sobre el significado actual de ese término en la política de su país, antes de usarlo alegremente.

Pasa lo mismo que con la expresión populista, usada reiteradamente por la derecha española, también por una parte del PSOE, que, al parecer, no se siente socialista, en sustitución de la expresión infantil, 'que viene el coco' para meter miedo al electorado potencial de Podemos, en una campaña descarada para actuar sobre la libertad de voto a través de la amenaza.

Ya me he ocupado en otra página, 'Populista, tu puta madre', de este abuso del lenguaje, pero hoy añadiré algo más. Si usted quiere saber lo que es el populismo, no por lo que diga yo, o los del PP, solo tiene que acercarse a un mercado municipal en periodo electoral y contemplar de qué ejerce nuestra alcaldesa Rita Barberá, cuando se trabaja la alcaldía para el PP.

Usted va allí, no diga nada, solo observe la actitud, la conducta, en su caso, el discurso de Rita, luego busque en un buen diccionario, que no la va a encontrar, la expresión populismo, reflexione sobre lo que ha visto y oído, y tendrá, muy clarito, lo que significa el populismo en nuestro entorno político. 

Luego está el uso de la filología, es decir, el conocimiento del lenguaje, no confundiendo los términos, o buscando que se confundan quienes lo escuchan, sino expresando la miseria que habita en uno mismo, sin complejos.

Es el caso de Hernando, el portavoz del  PP, un miserable que ayer, en una entrevista con Ana Pastor, para defender a su partido de las acusaciones de corrupción, apeló a los muertos a manos de ETA que había visto enterrar. El mismo sujeto que acusó a las víctimas del franquismo de acordarse de sus familiares porque había subvenciones. 

Es difícil encontrar un ejemplo mas miserable, mas repulsivo, del uso del lenguaje. 

En fin. Filología.
 
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN)  26 01 15.

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