sábado, 28 de marzo de 2015

AZUL

He bajado a La Fuente, la cafetería que me sirvió de excusa para editar la página Antisistema, dedicada a los antisistema que aún nos gobiernan, esperemos que por poco tiempo, ora pro nobis, a inaugurar la temporada de primavera de la magnífica terraza que da a Levante, a un cielo azul luminoso como el de las marinas que pinta mi amigo Llop, como los azules de Van Gogh, como la etapa azul de Picasso, como los azules renacentistas, nada que ver con los fondos de noche americana que puso Max Ernst a su Bosque Petrificado, y en ese azul potente, poderoso, a la vez que delicado y puro en su composicion, se recortan dos enormes cipreses, que parecen evocar un paisaje de la democracia esclavista griega originaria, a la que ha intentado suceder en esta legislatura la derecha española, con el resultado de todos conocido que parece que, al fín, va a dar con sus posaderas fuera de los asientos del gobierno, todo a su tiempo

Azul. El color de la esperanza. No es el verde, como dicen. El verde sería, en todo caso, si hacemos caso al lenguaje popular, el color del erotismo tardío.
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Azul fué también el color de una facción ideológica en la españa dividida de los años treinta, el color elegido para las gestas mas o menos heróicas de la división que marchó a combatir en los hielos de la tundra siberiana, y fue el color predominante de los primeros gobiernos de la dictadura fascista en España, hasta que decidieron cambiarlo por unas chaquetas de camarero, blancas, con las que los ministros salían en el No Do para arengar a la población sometida. 

Buena parte de quienes militan en el Partido Popular, antes Alianza Popular, antes Cortes franquistas, son herederos directos, de sangre me refiero, o simplemente ideológicos, de aquella derecha franquista que consideraba que era la única legitimada para gobernar, por derechos históricos y que, si algún paréntesis temporal se producía, por efectos de la democracia formal, y otras fuerzas accedían temporalmente al poder, su obligación por su cuna era, llegados al poder, desmontar toda la legislación anterior, para restaurar el único orden que reconocen como legítimo, que es exactamente lo que han hecho en esta legislatura. 

Es difícil que un país progrese si, cada vez que llega la derecha al poder, se dedica a desmontar lo hecho por el gobierno anterior, en lugar de seguir una línea de progreso, matizada con las peculiaridades que se quiera, pero dar una vuelta atrás en relación con asuntos que ya debían ser respetados por todos, educación, sanidad, dependencia, por citar solo tres pilares de los estados no ya de bienestar, sino contemporáneos, es poner una bomba en la base de la nave del estado, para impedir que progrese, para que quede claro que los únicos legítimados para mandar son ellos, los herederos de los uniformes azules, y las chaquetas blancas.

No es la crisis financiera y económica la causa única de la política seguida por la derecha española en esta legislatura, tiene más peso el factor ideológico en las políticas seguidas que el económico. Las pruebas de esta afirmación se pueden encontrar en las políticas seguidas por otros países para combatir los efectos de la crisis. 

Tampoco es el tan traído y llevado neoliberalismo, o neoconservadurismo, motor ideológico que muchos autores imputan a la clase dominante española. Es su propia condición clasista, su interiorizada idea de que son los únicos capaces de conducir al país por la senda tradicional que consideran suya, tanto en la relaciones iglesia estado, como en la relación libertades públicas nivel de represión, lo que determina que cuando pierden temporalmente el poder, y se preparan para recuperarlo, su intención no sea otra que restaurar el régimen anterior, tanto en situaciones de crisis, como de bonanza. 

Si este punto de vista no es del todo erróneo, sería bueno que en las próximas elecciones el batacazo del PP fuera tan monumental, que quedaran fuera de juego no una sino varias legislaturas, de forma que fuera mas dificultoso para ellos restaurar el orden impuesto anteriormente que, de algún modo, ese periodo fuera un periodo de progreso, mas consolidado, y menos fácil de retroceder. 

Si despojamos el color azul de connotaciones histórico políticas, podemos disfrutar de la luminosidad de esta mañana, de ese azul que pone el pintor Llop en sus marinas, pero no conviene prescindir de la presencia de los cipreses, ese símbolo de la antigüedad clásica que nos recuerda que hubo un tiempo en el que coexistían la democracia de los nobles y la esclavitud de los plebeyos, no es esa democracia la que exigen nuestros tiempos. 

En fin. Azul.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 28 03 15.

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