miércoles, 4 de marzo de 2015

RELACIONES DE PODER (2)

He buscado en Wikipedia la expresión 'Relaciones de poder' pero no me satisface lo que he encontrado, así que voy a tratar de reflexionar de manera algo improvisada, porque lo que me interesa es acercarme a ese fenómeno social mediante el cual tu le das un voto a un partido político para que sirva a los intereses generales y, invariablemente, las personas que reciben tu voto lo usan en favor de sus propios intereses, ejerciendo, si preciso fuera, la autoridad para someterte a sus designios.

Los órganos de poder político suelen conectarse con órganos de poder financiero, sitúan, si pueden hacerlo, a sus amigos y contactos,en los órganos de poder financiero dependientes de los gobiernos, tal como sucedió con el compadreo fraterno entre Aznar y Blesa, y el resultado de este contubernio, en este caso, ha sido lo sucedido en Bancaja y Caja Madrid, ahora conocidos como Bankia.

Cuando esos compadreos causan un perjuicio económico notable a miles de ahorradores, muchos de los cuales dieron su voto al partido que está detrás del estropicio, un día pones la tele y ves al delincuente Blesa perseguido por los estafados que lo buscan para agredirlo y la emprenden a golpes con su vehículo. Esta escena sería una revuelta clásica contra las relaciones de poder usadas en perjuicio de los votantes/ahorradores/estafados.
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El asunto es que lo sucedido con Blesa, el abuso de poder, en este caso financiero, pero con la connivencia del poder político, que le puso en situación de ejercer ese abuso, no es, como podría calificarse, un hecho aíslado, un caso excepcional, sino el modo natural, recurrente, en que funcionan los mecanismos de poder.

Ningún gobierno, ninguna legislatura, ha estado exenta de escándalos de esta naturaleza. Solo hay que recurrir a las hemerotecas, el caso Sofico, la estafa de los sellos, Afinsa, el hermano de Guerra, los Pujol en Catalunya, la Operación Púnica en Madrid, lo de Andalucía, la familia Cotino, aquí, en todos los lugares y en todos los tiempos en que ha habido estructuras democráticas de poder delegado por el voto, han habido listos merodeando alrededor del poder político, mas o menos cerca, por personas interpuestas o directamente en el poder, dispuestos a forrarse. 

La cuestión es si esas relaciones corruptas son puntuales, o sistémicas. El nivel de corrupción que conocemos ahora en el país, su extensión, sobre todo, su duración, parece estar relacionado con el ejercicio demasiado prolongado del poder político en las mismas manos, como sucede en algunas autonomías, como la valenciana, aunque en el gobierno central no es este el caso, sino que parece ser un extraordinario apetito depredador que en apenas una legislatura se ha manifestado con tal voracidad, que parece desmentir la relación entre permanencia y corrupción. 

Uno podría pensar que, cambiar su voto, es una vacuna contra los episodios de corrupción futuros, pero la corrupción siempre es el saqueo de los ricos contra los pobres, algo similar a lo que hacían las monarquías absolutas que dejaban en la miseria a sus pueblos para financiar sus batallitas o proveer los salones de sus palacios, por tanto, el paso del tiempo indica que este mal no está en el tipo de régimen, monarquía o república, dictadura, o dictadura maquillada con formas democráticas, sino en la naturaleza de las relaciones de poder.

Para que un poder deje de ser corrupto, en nuestro caso, hay que desalojar del poder a los ricos. Hay que transformar las estructuras de ese poder, de modo que no sea permanente, ha de ser un poder consultivo, mas allá de las cámaras de representación, que nos pregunte permanentemente sobre las decisiones a tomar.

Eso no ha sido posible históricamente, ahora, con las comunicaciones informáticas es, no solo posible, sino barato. Ningún poder que consista solo en pedir el voto cada cuatro años dejará de ser corrupto si no se acompaña, además de sus sistemas de consulta formal cuatrianual, de mecanismos de consulta a los ciudadanos, sobre cómo, cuándo y dónde gastar el dinero público.

En el panorama político español actual, las únicas organizaciones que pueden acercarse a esta necesidad de cambiar las estructuras del poder político, son las que están naciendo ajenas a los partidos de estructura oligárquica que han gobernado desde la transición.

Por mucho que la mayoría de los medios de comunicación y los portavoces de los partidos mas o menos corruptos, se hayan conciliado para calificar de populistas a las nuevas fuerzas sociales, no se trata de populismos, sino de cambiar las estructuras que determinan las relaciones de poder, empezando, por ejemplo, por implantar el presupuesto participativo.

En fin. Relaciones de poder. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 4 03 15.

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