El Maravillas está cerrado. He bajado a La Fuente a por tabaco, como no tenía suelto he pedido un cortado y me he sentado junto a una mesa de la terraza, pero hoy el azul del horizonte no era igual, estaba tintado de los blancos de una incipiente presencia nubosa.
He intentado tomarme el cortado, pero un episodio de temblor esencial, tan intenso como el que me impidió decir el texto de Valle Inclán en mi última aventura teatral me lo impedía, hasta que ha pasado Sento, un viejo conocido del barrio,y después de contarme sus aventuras viajeras,
al percatarse de mis dificultades, me ha sugerido, ¿porqué no pides una pajita?.
Oído y hecho. Ha funcionado. Es la primera vez que tomo un cortado con pajita. Voy a tener que ir al médico y pedirle un remedio para mis temblores, es que soy un dejado para eso.
.....
Al regreso de La Fuente, ya con mi provisión de tabaco, le he dicho a mi mujer, que ha pillado un trancazo, quédate en la cama, luego haré yo la comida.--Pensaba hacer alcachofas estofadas, no se si te aclararás. --Bueno, ya veremos.
Ahora estoy aquí entretenido, asi que haré espaguetis, 8 minutos y listo, eso pone el paquete, acabo de mirarlo.
He consultado un par de diarios digitales. Antes eran de lectura libre, ahora han pillado el truco de la suscripción pero, aún así, las entradillas que ponen para que piques, dan suficiente información para construir un relato de una página inspirado por sus resúmenes.
Es lo que pasa con la noticia de que la alcaldesa de Heliópolis se ha sacado de la manga una promesa, al parecer sostenida por un presupuesto de 900 millones,
para el soterramiento de la estación del AVE. Soterramiento?...Cueva?.. o sea la Caverna...
Hubo una época en este país en la que leías las páginas de opinión, sobre todo de El País, y a menudo hacían referencia a La Caverna. Se consideraba entonces La Caverna a aquel sector del poder político, incluso económico, radicalmente opuesto a cualquier medida aperturista
que tratara de acercar la vida cotidiana del país a los estándares europeos.
Por cierto, los estándares europeos de entonces, ya no son los de ahora
Imagino a la alcaldesa, ahora, metida en ese subterráneo que pretende que se construya para albergar la nueva estación, dando instrucciones
a los constructores de que le reserven a ella un cuartito privado, una recreación de las antiguas cuevas rupestres, con un anaquel para guardar las botellas de whiskey, para pasar allí, en la caverna, tranquilamente, la última etapa de su larga vida política, que empezó con el dedazo y siguió con una serie de elecciones democráticas, lo que podría ser un indicio de que buena parte de los votantes de por aquí aún están en la edad de piedra.
La Caverna, hoy en día, sin la amenaza de los depredadores, puede ser un hábitat agradable, ajeno al ruido político del exterior, donde solo recibes a quien te viene en gana, puedes abandonarlo cuando quieras, volver a el, y si tu sinapsis cerebral, como dice mi profesor de teatro,
o interconexiones neuronales, como prefiero decir yo, ya solo responden a estímulos antiguos, con respuestas repetidas, incapaces de innovar,
¿donde vas a vivir mejor que en la caverna?
La verdad, la entrada de hoy, me parece una tontería, que solo tiene sentido para malemplear el tiempo que falta para poner los espaguetis a hervir. Como falta solo un ratito, lo dejo ya,
En fin. El Subterráneo.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 29 03 15.
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