jueves, 19 de marzo de 2015

CRÓNICA DE LA COSTERA

Acabamos de regresar de un viaje de cuatro días y medio por La Costera, en el que hemos residido en un hotel de Xátiva, y hemos visitado Ontinyent, Anna, Ollería, Ayelo, Enguera, además de hacer una escapada, algo incongruente, pero gratificante, para comer en Canyamel, en el Palmar, y dar un paseo en barca por l' Albufera escoltados por el majestuoso vuelo de las garzas reales.

El final del viaje, en Enguera, ha estado pasado por agua y una espesa envoltura de niebla en las sierras vecinas, pero el principio pareció una premonición de que iba a ser peor. Afortunadamente no ha sido así, han sido más las experiencias positivas, que las menos interesantes.

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Esta crónica telegráfica comienza en el punto de salida, el día 15, el estacionamiento del cementerio de Heliópolis, lo que parecía augurar que el viaje a la Costera tal vez tendría un puntito de aventura funeral. 

Aparte del entierro con el que nos encontramos visitando una de las iglesias, lo mas canalla que nos ocurrió fué que el mal nacido que gobierna el Hotel Murta de Xátiva, donde por lo demás nos han atendido muy bien, comprometió las habitaciones con dos grupos a la vez, el nuestro de unas cuarenta personas, y el equipo de fútbol de segunda B del RCD Español, con el resultado de que aunque llegamos a Xátiva a las doce, no pudimos ocupar las habitaciones hasta las seis de la tarde, y nuestros equipajes quedaron cautivos en las bodegas del autobús hasta esa hora, porque el modesto hotel que nos ha alojado, justo junto al campo de fútbol de la Murta, no tiene capacidad para almacenar tantas maletas. 

Cuento esto aquí, como preámbulo a la crónica, porque las hojas de reclamaciones que nos han dado, no permiten extenderse reclamando, ya que solo solicitan una valoración numérica de los servicios, y no el relato de la putada que nos ha gastado el maldito gerente. 

Nuestro primer día completo de estancia lo dedicamos a visitar Ontinyent, donde pudimos contemplar de primera mano la tremenda horterada que han hecho con los restos de una edificación histórica, a la que han añadido un edificio contemporáneo que llaman Palau de la Vila. Una visita imprescindible para todos los restauradores que quieran aprender lo que no se debe hacer nunca en materia de restauración de edificios o ruínas históricas. 

Por la tarde, después de visitar el lago de Anna, tuvimos la fortuna de que nos llevaran a visitar el Palacio de los Condes de Cervellón, que incluye una recreación de la arquitectura y la decoración árabe, realizada por artesanos musulmanes, que convierte la visita en una ensoñación muy conseguida de los jardines de la Alhambra, y justifica, por sí misma, hacer un viaje hasta aquí para conocerla. 

Entre visita y visita, la corta plantilla del Hotel Murta nos ha atendido muy bien, con gran amabilidad y profesionalidad, hemos comido y cenado razonablemente bien, el arroz del primer día, estupendo, el rape también, el estofado de ternera, muy bien, hasta el punto de que me sentí obligado a decirle al camarero, sois una plantilla estupenda, pero el gerente del hotel me parece un hijo de la gran puta. El camarero respondió, pues vino ayer, con el Mercedes. --Pues que tenga cuidado con el Mercedes, no le pase como a Nino Bravo, respondí yo. 

En la visita a Ayelo estuvimos en un museo dedicado a ese cantante, fallecido en accidente de tráfico, y es que en estos días hemos visto cosas muy pintorescas, como que, estando alojados en Xátiva, nos llevaran a ver el barrio del Cabanyal, en Valencia, el museo del arroz, y luego nos trasladaran al Palmar, a comer en Canyamel, donde nos dieron una paella de pollastre sensacional.

Este viaje me ha parecido, la verdad, un poco, una locura. Tratándose de un invento de Rus, cualquier cosa es posible, por las noches nos lo hemos pasado bien, con el bailoteo, con la animación, pero para eso, yo prefiero Benidorm.

A Rus, que le den por el culo, yo,no pienso repetir, pero no es por la gente que nos ha conducido y nos ha alimentado, que lo han hecho bien, sino por los que han parido el programa del viaje, que no tiene pies ni cabeza, aunque en la visita a un convento, uno de los tres monjes que lo habitaban, demostró que conocía bien la definición de anarquismo, ni por el Arnadí que nos hemos traído de la Pastelería Campos, ni por el Museo Etnológico que hemos vsitado en Enguera, donde hemos visto una recreación filmada de los ritos funerarios de los iberos, mas de cien poblados iberos hubo en la comarca, aunque los restos etnológicos que se exponen son mas bien escasos. 

No es por nada de eso, es por una atmósfera que comenzó a hacerse presente cuando tuve que iniciar el viaje desde el parking del cementerio, luego el mal estilo que demostró el hotel al no darnos habitación hasta las seis de la tarde, pero sobre todo, el clima de niebla y lluvia presente en la última parte del viaje que, no se porqué, ha oscurecido un poco mi ánimo.

Tal vez, yo soy el único responsable de esa sensación. Tenía que haber ido a por una caja de jalea real vitaminada, y todavía no lo he hecho. 

En fin. Crónica de la Costera. 

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 19 03 15.

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