viernes, 6 de marzo de 2015

LA FLOR DEL ALMENDRO

La flor del almendro es un motivo decorativo frecuente en el arte japonés. Aquí, cuando quieres contemplar al natural la floración arbórea de los cerezos te vas al Valle del Jerte. Yo lo hice una vez, con tan mala fortuna que cuando llegué no había ningún cerezo en flor.

Sin embargo, almendros hay en muchos sitios, otra cosa es que pases por allí justo cuando están floreciendo. Hoy hemos ido a la casa de la sierra. He tomado la ruta mas larga, menos deshabitada, porque temía que si el coche se averiaba nos dejara en medio de la nada. Los coches, y las jubilaciones, se deterioran si no los usas.

Total, que al salir de la autovía con mi Skoda que ya tiene mas de 147.000 km y, la verdad, ha tenido muy pocas averías, como yo, a los 71, años, no kilómetros, apenas alcanzadas las primeras estribaciones de la sierra, me pareció que estaba en algo parecido al Jerte.

Los miles de almendros plantados por allí ofrecian la belleza delicada de su flor a la contemplación del viajero. El camino hasta la casa ha estado jalonado de esa presencia floral, no tan numerosa como al principio, pero si testimonial en cualquier punto del recorrido.

El almendro que tenemos plantado junto al porche mostraba una floración mas atrasada, no se si porque es de la variedad marcona mientras que la que se suele plantar por aquí es  la variedad largueta, o porque no le da el sol hasta la tarde. Lo cierto es que las ramas mas altas, que reciben sol todo el día, tienen la floración mas avanzada, y las ramas mas bajas, andan más atrasadas.

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Todo esto de la flor del almendro, sus analogías y diferencias, sus distintos procesos de maduración, sus variedades específicas, me ha hecho pensar, no se porqué, en los portavoces del PP. En Floriano, por ejemplo, quien, siendo un ejemplar humano, no vegetal, siempre me produce la sensación, cuando lo escucho, de uvas a peras, de que es un individuo de mi misma especie, pero parece que se ha quedado verde, hay algo en la cepa de la que proviene que lo convierte en un tipo insuficiente, a medio terminar, como las ramas bajas de mi almendro. Igual tendría que tomar más el sol. No sé.

El pino que plantamos hace pocos años, a dos metros de la casa, ha crecido enormemente, es un pino acabado, sobre todo debido a los cuidados que le ha dedicado mi mujer, pues otros de la vecindad plantados el mismo día, se han quedado en la mitad. 

Mi mujer lo regaba con frecuencia, sobre todo cuando aún era un proyecto de pino, ponía materia orgánica a su alcance, peladuras de fruta y esas cosas, y procuraba tener limpio de maleza el lugar donde crecía. Resultado, la altura de ese árbol ya rebasa con creces la de la casa.

Sin embargo, hoy, en nuestra primera visita después de varios meses, tenía, en lo mas alto, una bolsa de procesionaria, que no hemos podido desprender de su rama. Demasiado alta. Un vecino se ha ofrecido a quitarla cuando, en una próxima visita, traiga su sierra de podar olivos. También ha sugerido que le echemos veneno al pino, para evitar que la plaga se reproduzca. Nos hemos negado. El veneno solo lo toleramos en los dramas de Shakespeare, para los árboles y las plantas, no.

Lo mismo que me ha sucedido con la flor del almendro y Floriano, encuentro un paralelismo entre un árbol que ha crecido fuerte y sano, y sin embargo es atacado por una plaga destructiva que lo enferma,  y el señor Hernando que alguna vez debió ser un sujeto sano, y sin embargo ahora solo salen de su boca palabras enfermizas, siempre retorcidas y ofensivas, como si su hígado estuviera habitado, también, por un plaga de procesionaria. 

La naturaleza, tanto si se trata de seres vegetales, como individuos que se supone pertenecen a la categoría de homo sapiens, ofrece esas sensibles diferencias que, me atrevo a aventurar, no proceden solo de las diferentes cepas de cada variedad, sino del cuidado amoroso, de la sabiduría empleada por los responsables de su equilibrado desarrollo, además de las experiencias que la vida vivida ha ido depositando en su materia esencial, hasta convertirlos en lo que ahora son.  Un almendro que no florece a la vez, un pino grande y esbelto, pero enfermo, o un par de tipos inclasificables como Floriano y Hernando. 

En fin. La Flor del Almendro.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 6 03 15.

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