martes, 31 de marzo de 2015

ANGUSTIA

Me he despertado a las cinco horas y veinte minutos de la madrugada, algo sudoroso por el exceso de ropa en la cama, con la angustia de no tener tabaco en casa. Luego, cuando me he levantado, al desayunar, he comprobado que tenía en el bolsillo un paquete de tabaco con la mitad de los cigarrillos sin usar.

Después, he bajado al Maravillas y la lectura de un artículo de Millás me ha hecho pensar en esa angustia que había sentido antes. La angustia precede al acto que, a veces, solo está en nuestra imaginación, no llega a materializarse.

Otras veces, es el acto, por inesperado, el que precede a la angustia. Cuando esa angustia afecta a mucha gente, tiene una vertiente colectiva, como ha sucedido con el siniestro del avión estrellado en las cumbres alpinas, la actitud del fiscal francés para ofrecer una explicación que calme la angustia de los familiares de las víctimas, se ha salido del marco jurídico que exige un protocolo, un tiempo, mínimo, de investigación, disponer de los elementos fundamentales de prueba, antes de aventurar públicamente las causas de un siniestro.

Millás opone el testimonio de una respiración a la ausencia de la caja negra del aparato para señalar, de forma sutil, lo aventurado de las precipitadas conclusiones del fiscal, punto de vista que yo comparto, y la exhaustiva investigacióln médica y proto médica que se está realizando sobre el copiloto del avión siniestrado, sus antecedentes y dolencias anteriores, del cuerpoo o del alma, tienen toda la pinta de reforzar la hipótesis previa del fiscal, sin que el elemento esencial de prueba, la caja negra, haya aparecido.
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 En todo este asunto, además del drama personal que supone para los afectados, llama la atención el extaordinario despliegue informativo, la celeridad de la justicia, insólita, si consideramos los años que tarda en ver la luz el desenlace de un sumario de corrupción, en fin, el tratamiento de espectáculo que se ha dado a un suceso como este, y el desenlace teatralizado de la historia antes de disponer de los elementos que lo confirmen.

Dice Wikipedia que angustia es aflicción, congoja, vivir con angustia, lo que es decir poco. En general, angustia es, en mi opinión, la expectativa de que ocurra algún suceso que te puede afectar negativamente, y esa expectativa, con independencia de que el suceso tenga una alta probabilidad de ocurrir o no, vivida por un sujeto cuyo temperamento es proclive al síndrome angustioso, es suficiente para desencadenar esa sensación de aflicción.

En el caso que nos ocupa, el siniestro del avión estrellado en los Alpes, no es exacto hablar de angustia de los familiares, puesto que no había ningún elemento previo al siniestro que la desencadenara, si en cambio de ese síndrome tan experimentado en casos similares, el hecho de la pérdida, lo inesperado de la misma, el estrés que habrá supuesto para los familiares la espera de información, el traslado al lugar del suceso, la espera para la identificación de los restos, disponer de los mismos para, con ese ritual, dar fin al primer capítulo de la tragedia y disponerse a que trascurra el tiempo necesario para asimilar la pérdida.

Pero, si me he metido en el berengenal de esta página, es por el asombro que me ha producido, primero la actitud del fiscal, su precipitación en dar causas del suceso, antes de disponer de todas las pruebas. 

Luego, el sorprendente espectáculo que han dado las televisiones al relatar el suceso, la gran cantidad de medios dedicados a ello, la presencia de tres jefes de gobierno, algo insólito, que no recuerdo haber visto nunca, igual tengo mala memoria. 

En fin. Angustia.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 1 04 15.

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