He bajado al Maravillas, un poco tarde, porque primero he ido al banco y a por el pan. El mejor pan del barrio lo vende un paquistaní, que lo recibe a su vez del horno de un pueblo. No sé si esto es un signo de la globalización, porque el pan sigue siendo de pueblo aunque lo distribuye el natural de un país que, antes de la dominación inglesa de la India, no existía.
Tampoco se si esto tendrá algo que ver con el Tratado de Libre Comercio, que ahora se negocia con otras siglas en inglés, que podría concluir
con nosotros haciendo pan y los marcianos organizándolo todo desde arriba. Vaya usted a saber.
Total que, Toni, al verme llegar, ha preguntado, ¿Un cortado?. Yo, no sé porqué, quizás porque notaba el intestino un poco suelto, he respondido, --Un ron quemado.
Mientras Toni preparaba el ron, otro cliente miraba interesado sus maniobras, cómo quemaba con una cucharilla impregnada de alcohol ardiendo,
en un recipiente metálico, el ron, el limón y un par de granos de café, con un movimiento recurrente, una y otra vez, con gestos precisos y pausados, mientras decía, 'el otro día vino un extraterrestre a las seis de la mañana a tomar café, me preguntó, ¿cuánto es?, cuando le pedí treinta euros, dijo, ahora comprendo porque no hay nadie más en el bar.'
Después de ojear la prensa, he concluído que no hay nada interesante que no sepamos ya, así que centraré la entrada de hoy en mis gestiones
en el BBVA, esta mañana, antes de acudir al Maravillas.
Entré en la sucursal del BBVA que está junto al paquistaní donde compro el pan. Mar, la persona que nos atiende siempre, tenía la mesa llena de gente, así que me he dirigido a un compañero que no tenía público.
-- Buenos días. Después del saludo, le he largado el DNI de mi mujer. Mi mujer ha extraviado la tarjeta de débito, yo sospecho que no ha salido de casa, ya en otra ocasión la dió por extraviada y resultó estar en un rincón remoto de la casa, pero, en fín, como está un poco histérica con este asunto vengo a ver que podemos hacer, aunque tembién a hacer una sugerencia.
--Diga.
--Podría usted sugerir a Paco González, el presi, cuando desayune usted con el, que lance un nuevo producto para mayores olvidadizos. Un tatuaje.
Pones la palma de la mano en la pantalla y ya está, sin tarjeta ni nada.
--Si yo hablara con el señor González, no quiera usted saber lo que le diría. Mejor me callo. En cuanto al tatuaje, hay algo mejor que ya está inventado, un chip debajo de la piel, eso no se pierde. Pero veamos los últimos movimientos de esa tarjeta extraviada.
--A ver, hay tres movimientos, de 25, 32, 41 euros, el último del 13 de octubre. ¿Para que usa su mujer la tarjeta?
--Para pagar en Mercadona.
--Pues ya ve que aquí no hay nada anormal.
--¿Entonces?
--Si la tarjeta no aparece, tendrá que venir su mujer, personalmente, para que le hagamos una nueva. Tiene que firmar ella.
--Muchas gracias por su atención, perdone las molestias.
--De nada, vengan cuando quieran.
No se porqué le he dado este rumbo a la entrada de hoy, es que leo el periódico, oiga, y me aburre. Espero que se me pase.
P.S. Acabo de levantar la cesta de flores que adorna la mesa del comedor, para poner los cubiertos, porque hoy hay comida familiar. Adivinen lo que había debajo de la cesta. La tarjeta !.
En fin. La Tarjeta.
LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 21 10 15.
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