jueves, 29 de octubre de 2015

¿QUE HAREMOS SIN RAJOY?

Observo el triunfalismo de Rajoy en sus últimas apariciones públicas, sus afirmaciones rotundas que luego desmienten los expertos en números y me digo que tanto trunfalismo solo puede obedecer a que huele el fracaso cada día mas cerca.

Enseeguida surge una pregunta, ¿Que haremos quienes escribimos acerca del señor Rajoy y sus políticas, cuando ya no sea presidente del gobierno?

He bajado al Maravillas y la mayoría de los artículos de opinión de 'Levante' se referían a ese caballero antiguo, gallego, que al parecer pronto regresará a sus quehaceres en el Registro de la Propiedad, en Santa Pola. Un oficio anodino, ¿no?, pasar el día anotando cosas en un registro, casi tan anodino como el personaje, aunque hay quien dice que delegará ese trabajo y pasará las mañanas jugando a las cartas en el casino del pueblo.

Con Rajoy vivíamos mejor, deben pensar los profesionales de la pluma que, al enfrentarse a una página en blanco, siempre tenían el recurso de 'rajoyear', valga la bárbara expresión, y ahora comienzan a ver en peligro la continuidad de ese recurso.

Una de esas afirmaciones rotundas de Rajoy, 'ya nadie habla del paro en este país' cuando, al parecer, había cinco millones de desempleados, la sigue explotando alguna cadena de televisión.

Ese choque entre las declaraciones y la realidad, me vino a la memoria el jueves, cuando salía del Aula de Teatro, y me refugié en la parada del autobús de una lluvia que ya cesaba. Se me acercó un jóven de unos treinta años, primero lo evité, luego lo atendí. Se quejaba el jóven de la indiferencia de las gentes ante sus demandas, el solo pedía algún dinero para pagarse una pensión donde dormir. Le dí las monedas que llevaba sueltas y le sugerí, ¿porque no vas a un albergue? --Solo se puede pernoctar allí un número de noches determinado, me quitaron el piso, estoy mojado, tengo fiebre y no tengo donde pasar la noche.

En eso apareció una compañera de Teatro, le dije, dale algo, y volvió a establecerse un diálogo entre ellos, la compañera le dió dos euros, mientras le decía, yo vivo de una pensión, ¿porqué no vas a la parroquia y pides que te ayuden?

La situación se volvía muy incómoda por momentos, la parada estaba llena de gente, y se la notaba incomodada por lo que veía y oía. Ese duro contraste entre triunfalismo y realidad, sin descartar que el joven padeciera un trastorno y estuviera fingiendo algo inventado, se expresaba entre quienes asistian a la escena con expresiones de auténtica incomodidad, como cuando asistimos a la proyección de una película y vemos escenas que nos turban.

Anticipándome al hecho del abandono de la política de Rajoy, después de su previsible fracaso en la próxima cita electoral, empiezo ya a añorarlo, pensando, por ejemplo, que habría sido de nosotros si en lugar de Rajoy, hubiera gobernado Aznar, ese político de expresión torva que dá tanto miedo, con razón.

Lo gracioso de todo esto es que, mirando al presente, a la campaña electoral recién iniciada, todos se postulan ganadores, empezando por el propio Rajoy, y siguiendo con los demás candidatos. Eso no puede ser, no es posible, todos no pueden ganar, aunque un 'acuerdo de perdedores' como señalan con cinismo los portavoces del PP, que se olvidan de cuando pactaron con Convergencia, parece la combinación más probable.

No sé porqué tienen tanto miedo aquí a los tripartitos. En Italia gobernaron durante años coaliciones de lo más exóticas, aunque, claro, en Italia, la economía va por un lado, y la política por otro, es decir, que largos períodos de inestabilidad política, no perturbaron para nada su economía.

Aquí, al parecer, la política mete mano demasiado en la economía, y así nos ha ido, sobre todo al jóven de la parada del bus. Ese jóven es un fiel reflejo de la situación de buena parte de la juventud de este país, algo que se empeñan en negar, algún arzobispo que ahora se siente 'linchado', y nuestro flamante y triunfalista presidente del gobierno, a quien, a juzgar por sus excesos verbales, le quedan solo unos cuantos telediarios antes de volver a Santa Pola.

 Es un punto de vista.

 En fin. ¿Que haremos sin Rajoy?

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN) 29 10 15.

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