jueves, 4 de octubre de 2007

CÓCTEL

Al parecer, el President dará un cóctel el próximo día 9, para recordar la victoria fundacional de Heliópolis, una batalla en la que él no pudo participar, no había nacido. En toda victoria hay derrotados, en la derrota hay victoriosos, pero solo el paso del tiempo dictamina de que lado ha quedado uno. A esa conmemoración histórica, se espera que asistan un número de invitados superior al millar, pero se procurará que no alcancen los seis mil. No se servirán ostras, por aquello de la condena al ostracismo de los gobernantes por medio del conteo de esas conchas --página Referéndum. El picoteo saldrá por algo más de cincuenta mil euros, cerca de diez millones de las viejas monedas, que pagarán a escote dos instituciones autonómicas.

Al mismo tiempo, en USA, Bush veta una ley para dar asistencia sanitaria a millones de niños de familias sin recursos.

Mezcle usted esa dosis de nuestra política autonómica, con la actitud ante las necesidades sociales de su país, del jefe del ejecutivo de allí, y le saldrá un brebaje en el que ninguno de sus componentes desentona, porque ambos están relacionados con el uso de los recursos públicos.

Al menos, en Usa, en los cócteles que dan republicanos o demócratas, los asistentes desembolsan grandes sumas de su propio bolsillo para poder asistir, que se destinan a las arcas de los partidos. Aquí, a los cócteles se va por el morro. Previamente, se detraen de los presupuestos financiados con deuda y con los impuestos de la mayoría, las partidas que haga falta para gastos de protocolo, y las copas de una minoría las paga la mayoría, sin comerlo ni beberlo.

Después, mezcle usted una tercera parte del discurso de esos tipos que defienden ardientemente los valores de la transición, la bandera, la unidad y demás, con un tercio del discurso que sostuvieron buena parte de ellos mismos, los que estuvieron en aquella etapa política, contra la transición, añada un quinto de fariseísmo, una rodaja de limón, complete el resto con soda, ponga una banderilla de adorno con los colores de la bandera nacional, tome un sorbo, y el sabor de esa mezcla le ayudará a entender el sentido de sus declaraciones públicas que, por otra parte, nadie ha solicitado.

Algunos en la cocina nacional están preparando unos cócteles que nadie les ha pedido, mezclando emociones, sentimientos y otros componentes irracionales, como si fueran aprendices de brujo ansiosos de experimentos, mientras los destinatarios de esos brebajes que llegan a sus sentidos a través de los mass media, andan preocupados con otros asuntos mas cotidianos, como sacar adelante a su familia, criar a sus hijos, acomodar su economía doméstica a los sobresaltos de algunos precios, conseguir un trabajo o una plaza escolar. No es que vivan de espaldas a la política, no. Es que tratan de defenderse de la política, cada vez mas beligerante en problemas que van creando los propios políticos, y cada vez mas ajena, en unos mas que en otros, a las necesidades de los mas frágiles.

Cómo podemos defendernos de tal cosa?. No podemos. Solo nos queda el recurso de picar unos trozos de hielo, añadir medio vaso de soda, un buen toque de ron blanco cubano, unos trozos de lima, un mazo de hojas de hierbabuena, de nuestra propia maceta, revolverlo con una pajita, procurando machacar la hierbabuena para que deje su sabor, dejarlo reposar un momento, y degustar nuestro propio cóctel, sin dejarnos influir por las mixturas artificiales que nos ofrecen los aprendices de brujo.

Lohengrin. 4-10-07.

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