martes, 9 de octubre de 2007

MEMORIA Y LEY

La memoria es, entre otras cosas, una facultad por medio de la cual se retiene y recuerda (y se olvida) el pasado. Hace unos años, los biólogos declaraban que era una función compleja del sistema nervioso de cuyo mecanismo apenas conocían nada.

Legislar sobre algo que no se conoce, parece una actitud temeraria, pero ya estamos acostumbrados a esas paradojas. Está muy bien que haya un reconocimiento y una reparación a las víctimas de la dictadura franquista, pero coincido con el editorialista de El País en que eso se podía haber hecho sin necesidad de promulgar una nueva Ley, porque si de algo estamos sobrados en este país es de leyes que no siempre se cumplen.

Por otra parte, declarar la ilegitimidad de los juicios del franquismo, sin que de ello se siga efecto jurídico alguno, es como joder con bragas, que es lo que se decía al inicio de la transición de la democracia de Fraga.

En lo que no estoy para nada de acuerdo con ese editorialista es en que despache la complejidad de la revolución popular que se manifestó en plena guerra civil con una generalización abusiva, afirmando que, aprovechando la indefensión de la República, se lanzaron a una revolución cuyos métodos no diferían de los que empleaban los facciosos.

Esa afirmación, me parece una indecencia, que atenta contra la memoria de muchísimos luchadores antifranquistas que defendieron la revolución desde el Frente Popular. Los historiadores han dado cuenta de la complejidad de esos hechos, que no se deberían despachar con una generalización tan burda. En el Frente Popular hubo de todo, hubo libertarios y hubo checas, hubo una modélica organización de la economía con las colectivizaciones que se hicieron en Levante y Cataluña, para mantener la producción de las empresas abandonadas por sus propietarios que, gracias a las inversiones realizadas, recuperaron en mejores condiciones que las dejaron. Y hubo militantes revolucionarios que se quedaron en el interior y siguieron su resistencia desde la clandestinidad.

La República, no hay que olvidarlo, era una institución burguesa, mientras que la práctica revolucionaria del Frente Popular, en la que, repito, hubo de todo, fue un movimiento popular. Estoy un poco hasta los huevos de que rojos de salón y editorialistas liberales afirmen que la guerra se perdió por culpa de los revolucionarios. La guerra la empezó Franco, la ganó Franco, y a el ya no se le pueden pedir responsabilidades porque está bajo una losa. No veo porqué hay que responsabilizar de aquella pérdida a quienes se defendieron.

La memoria es también olvido, por eso la mayoría de los fascistas de este país se cambiaron de chaqueta con la transición y se hartaron de dar lecciones de democracia desde algún púlpito político o informativo. Me parece, sencillamente, repugnante.

Mi memoria es familiar, mas que histórica, pero solo citaré dos testimonios, que me parecen relevantes para la rehabilitación de quienes han sido insultados en ese editorial. Mucho antes de la guerra civil, ya había luchadores libertarios que arriesgaban su vida por una sociedad mas libre y solidaria. Mi abuelo murió violentamente antes de cumplir los cuarenta, mientras formaba parte del anarquismo militante, junto al Noi del Sucre.

En aquellos difíciles tiempos, los anarquistas llevaban pistola, si, porque tenían que defenderse de los pistoleros a sueldo de la patronal. Su hijo, sin embargo, nunca llevó pistola, fue una persona conciliadora, a la que llamaban el bombero, por su capacidad mediadora en los conflictos internos del anarco sindicalismo militante. Tenía una natural capacidad de organización. Fue responsable de abastecimientos en el gobierno de la república y gobernador de Cuenca. Después de la derrota, no marchó al exilio, se quedó en el interior y fue secretario general de Alianza Democrática, una coalición antifranquista clandestina formada por todo el espectro político de la época. Durante cuatro años se mantuvo trabajando en la clandestinidad contra el franquismo, hasta que, --paradojas de la época-- fue denunciado por un familiar, detenido, juzgado, en uno de esos juicios que ahora se invalidan, sin ningún efecto, y condenado a muerte. Luego se le conmutó la sentencia por cadena perpetua --no tenía, como es natural, delitos de sangre-- y fue excarcelado once años después, esto es, en 1.954. Creo que por aquellas fechas se consolidó la alianza con los EE.UU.

En mi familia, nunca nadie ha sentido la necesidad de que se rehabilite su memoria, porque siempre ha estado muy viva, como ejemplo de vida, en todos nosotros. Soy consciente de que las vidas de mi abuelo y su hijo, fueron vidas heroicas, pero también de que en los tiempos que vivimos solo hay héroes en las óperas wagnerianas, a las que por cierto mi abuelo era muy aficionado.

No reivindico ningún laurel para esas vidas heroicas, pero me parece un insulto que se vilipendien, de modo indiscriminado, los valores revolucionarios de las muchas personas no violentas que participaron en el Frente Popular, y que se haga desde una perspectiva histórica poco rigurosa, estrecha y burguesa.

Lohengrin. 9-10-07.

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