jueves, 25 de octubre de 2007

ESTILOS DE DIRECCIÓN

En mi larga vida en el mundo de las empresas he tenido ocasión de observar diferentes maneras, estilos y modelos de practicar el arte de dirigirlas. Algunos de los presidentes, directores y gerentes que he conocido, se tomaban la molestia de visitar la literatura disponible en su tiempo sobre el asunto del management, desde el viejo y anticuado clásico que estuvo vigente durante décadas, La Gerencia de Empresas, de Peter Drucker, pasando por los textos de la Escuela de Negocios de París, o recurrían a manuales mas específicos, adaptados a los problemas puntuales que debían resolver, como El horario flexible, el uso de los incentivos para interesar en la gestión a los mandos intermedios, el presupuesto base cero, o la planificación estratégica.

Otros directivos, por el contrario, reducían sus opciones a una síntesis de ese universo variado de los modelos de dirección y gestión, reconociendo dos posibilidades básicas de ejercerlo, la dirección autoritaria y la participativa. Los mas eclécticos, preferían una combinación de ambas cosas, pero reservándose la prerrogativa de mezclarlas de acuerdo con su criterio personal, en cada situación.

La función directiva ha llegado a alcanzar, con el desarrollo de las empresas, una identidad propia, independiente de la naturaleza de la empresa y el sector en el que se ubique, de modo que quien dirige una aseguradora, mañana puede dirigir una empresa de automoción, o bien, un periódico.

Estos gestores polivalentes, que lo mismo dirigen una empresa que otra, se limitan a gestionar los recursos materiales y humanos de que dispone la empresa, aplicando de un modo profesional las técnicas de management mas adecuadas con el objeto de mejorar su producto y sus resultados, pero rara vez llegan a entender, asimilar y compartir el estilo de la empresa, algo inmaterial que se configuró, lentamente, antes de que ellos accedieran a su dirección y que no suelen reconocer como un elemento valioso.

Hay directores buenos y malos, como hay artistas, escritores o mecánicos frigoristas que, unos dan la talla, y otros no. Cuando un director es bueno, su gestión suele consolidar la empresa que dirige. Cuando es malo, puede llevarla a la ruina con facilidad, en muy corto lapso de tiempo.

Por lo poco que he visto, en unas breves imágenes, y en la nueva configuración de producto que ha impuesto el nuevo director de El País a ese diario, algo intuitivo me dice que no es de los buenos. Espero estar equivocado.

Si a pesar de lo que me dice mi olfato, resulta ser de los buenos, veremos consolidarse a ese periódico como uno de los mas influyentes y leídos en sus mercados.

Si por el contrario mi intuición resulta ser acertada, espero que dure lo menos posible al frente de esa publicación diaria, para que los daños de su gestión sean mínimos.

No hay ningún manual de dirección de empresas que contenga los secretos para dirigir con éxito un periódico de gran tirada. Pero hay un medio infalible para evaluar los resultados de esa gestión. La respuesta de los lectores. De momento, la mía es negativa. Aunque no sea excesivamente visible. Esperemos a ver la respuesta mayoritaria, antes de dar una opinión mas documentada.

Lohengrin. 25-10-07.

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