sábado, 19 de septiembre de 2009

DE POLÍTICA Y OTRAS SOLEDADES

De un tiempo a esta parte veo muy repetida en los periódicos la expresión de que Zapatero está solo. Vaya novedad. Cualquier político en el poder en un sistema que encarna en el liderazgo personal la expresión de su modo de funcionar estará siempre solo. Es el propio concepto de liderazgo personal el que genera la soledad, aunque en momentos políticos difíciles, de crisis, se haga mas evidente.

Esa palabra importada, leader, en castellano jefe, en alemán führer, tuvo en la persona de Stalin una connotación peculiar, el culto a la personalidad. Es obvio que esa expresión no significa lo mismo según se aplique a la democracia norteamericana, al sistema de democracia parlamentaria español,a la dictadura de los tiempos del sovietismo o a la Alemania nazi, pero todos esos líderes, de distintas procedencias y culturas políticas experimentaron sin duda, y experimentan, la soledad del poder.

¿Es la soledad un sentimiento, un estado del ánimo, una situación? Hay tantas clases de soledades como persona solas, se trate de una soledad emocional o situacional. La soledad del líder parece mas bien situacional, producto de la propia naturaleza de la institución del liderazgo que, aunque parezca sorprendente, no ha evolucionado con el tiempo hacia formas compartidas, colectivas, de responsabilidad colegiada y esto es así porque quienes rodean al líder, quienes deberían compartir la responsabilidad de las decisiones colectivas, no están a la altura.

Mas pendientes de sus propias mezquindades y egoísmos personales, no se atreven a mojarse, a comprometerse personalmente en la defensa de esta o aquella idea, sino que optan por una postura mas prudente, de conservación de su estatus en la organización, antes que arriesgar su continuidad o su medro personal por un exceso de pasión en lo que creen. Supongo que hay excepciones, pero la mayoría de las actitudes personales es lo que da un color determinado a las organizaciones, que es el que se percibe desde fuera. En este caso del que hablamos, yo lo veo muy gris.

La soledad política se puede definir pues, desde mi punto de vista, como situacional, ligada a la institución del liderazgo personal, pero hay otra soledades, mas privadas, mas dramáticas, con un componente mas emocional, que afectan a millones de personas, de las que los periódicos hablan menos, salvo cuando hacen algún reportaje que trata de representar, mediante la exposición de algunos casos individuales, esa realidad social.

La supuesta soledad de Zapatero es una risa al lado de la de millones de personas que viven literalmente solas, perdidos los lazos familiares y las energías que tuvieron, que sobreviven con pensiones ínfimas, que apenas pueden o quieren salir de casa, y permanecen inmóviles como esfinges, sin apenas comunicarse con nadie, con la única presencia del tiempo, a veces acompañadas de unos gatos, reales o imaginarios, como únicos testigos de su soledad absoluta.

Entre estos dos extremos, la soledad situacional y la soledad absoluta, hay una variada gama de soledades personales, de la que me llamó la atención una en particular, al leer una entrevista, ayer, con el biógrafo del premio Nobel Naipaul. Cuenta French, el biógrafo, que Naipaul “Es una persona que vive en su mente, tan sólo.” Es la soledad del creador. Esos tipos extraños de los que decimos que están en las nubes, en la luna. Aunque están rodeados de gente, no perciben esa presencia. Viven en su mente, acompañados de una muchedumbre de personajes, fantasmas, ideas, conceptos, pero, en términos humanos, están solos, con una soledad tan radical como puede serlo la soledad interior, un sentimiento de aislamiento del que solo se desprenden para explorar la realidad, en la medida en que necesitan del exterior, aunque suene a paradoja, para alimentar su soledad.

¿Que mas podríamos decir de la soledad? Es un mundo tan vasto. Vecino del abandono. Las personas que han sido abandonadas por otras que las han dejado en la indigencia emocional, podrían escribir una tesis sobre ese sentimiento tan humano. Dicen que los animales no tienen raciocinio, pero la mirada de los perros abandonados por quienes han renunciado a sus obligaciones con ellos indica claramente que la soledad no es solo un sentimiento humano, sino una carencia universal.

Al lado de estos dramas individuales, humanos y animales, la soledad del político se relativiza. Es algo situacional, que, aunque está siempre latente, solo aflora en coyunturas determinadas, su visualización es por tanto, temporal, y está muy lejos de la soledad real, absoluta, de quienes están, verdaderamente, solos.

LOHENGRIN (CIBERLOHENGRIN.COM) 19-09-09.

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